La actual emergencia sanitaria ya ha causado la lamentable muerte de 21 habitantes de nuestro país. Es nuestro deber destacar y agradecer la excelente respuesta del sector salud a esta pandemia. Los años de construcción y preservación de su estructura están rindiendo frutos en el mejor momento posible. Esta construcción inició en los años cuarenta del siglo pasado y ha crecido, y se ha consolidado en estricto apego al desarrollo socioeconómico del país.
Sin embargo, corresponde ahora agregar una vigésimo segunda fatalidad. Esta vez no se trata de un ser humano, sino de una industria nacional: el turismo.
La expectativa de un retorno al mercado de turismo existente antes del surgimiento del nuevo coronavirus resulta quimérica en el mejor de los casos. Nuestro principal socio turístico, Estados Unidos, enfrenta un panorama cada vez más sombrío. Contrario a la experiencia europea, a la fecha, el número de casos de contagio de COVID-19 está empezando una nueva curva de crecimiento sin que a la fecha se pueda estimar su estabilización y mucho menos su reducción.
Llenar un hueco tan grande requiere inducción de demanda en nuevos mercados o ampliación en mercados existentes, todos ubicados a mayor distancia de nuestro país. En cualquiera de los casos, los tiempos de vuelo promedio se incrementan en al menos dos horas. Esta circunstancia se vuelve casi insuperable en vista de la necesidad de llenar un vacío tan grande como el que deja el mercado estadounidense.
Debemos incentivar nuevas alternativas para el crecimiento socioeconómico del país. Una de las posibles alternativas puede ser la promoción de la industria de base tecnológica en forma de encadenamientos multinacionales. El recurso humano del país ha mostrado estar a la altura de la demanda en esa industria. El capital necesario para la expansión puede venir de inversión externa o inclusive mixta.
El compromiso a forjar en esta iniciativa debe involucrar al sector privado con el Gobierno y con la academia, como una hélice de tres aletas. Sin estos tres componentes claramente diferenciados y actuando cada uno en su propio dominio, nuestra nave no alcanzará la altura requerida.
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