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Atentar contra la naturaleza es atentar contra nuestra salud
Nuestra salud depende de la naturaleza más de lo que pensamos.  Laura Rodríguez Rodríguez
Las enfermedades zoonóticas y su relación con el daño ecológico causado por la especie humana cobran vigencia en el actual debate sobre el origen de la pandemia del COVID-19
8 may 2020Ciencia y Tecnología

Como si se tratara de uno de los pasajes de la película Contagio, estrenada en el 2011 bajo la dirección de Steven Soderbergh, el mundo ha sido testigo del rápido esparcimiento de un virus de origen natural.

Esa cinta premonitoria se basa en evidencias científicas sobre el peligro de una pandemia futura y la emergencia de un nuevo virus, debido a las alteraciones de los ecosistemas y la destrucción ambiental.

El COVID-19 ha mantenido en confinamiento en sus hogares a más de la mitad de los habitantes del planeta y aún no se ve una pronta salida a esta crisis sanitaria.

No es la primera vez que una pandemia afecta a los seres humanos. Las epidemias han acompañado a la humanidad a lo largo de la historia, algunas de ellas han diezmado a la comunidad mundial.

La zoonosis, o transmisión de forma natural de enfermedades infecciosas de los animales a los seres humanos, ha estado presente en algunas pandemias históricas.

El COVID-19, surgido en China en diciembre pasado, se considera una enfermedad zoonótica y, aunque aún no existe evidencia científica sobre la especie o especies que la causaron, sí se logró comprobar que tiene un origen natural.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de los más de 1 400 patógenos humanos conocidos en el mundo, el 61 % son zoonóticos. Además, el 75 % de las enfermedades humanas emergentes son de origen animal.

La zoonosis puede producirse tanto con animales silvestres como con domésticos.  Laura Rodríguez Rodríguez

Este fenómeno de zoonosis está muy vinculado con el impulso de la especie humana de querer dominar la naturaleza y percibirse como fuera de esta. Nuestra huella en el planeta ha llevado a un desequilibrio de la biodiversidad de grandes proporciones. Este desastre es un potencial peligro que permite la aparición de nuevas pandemias.

“Hemos creado un escenario especial para crear contacto entre el ser humano y la vida silvestre, generar vulnerabilidad y propiciar que las enfermedades zoonóticas tengan el panorama perfecto para desarrollarse”, advierte Gilbert Alvarado Barboza, profesor de la Escuela de Biología de la Universidad de Costa Rica (UCR).

Para Bernal Rodríguez Herrera, también docente de dicha escuela, “entre más aumente el contacto entre los humanos y los animales —el cual previamente no existía—, puede ser que incremente la probabilidad de que ocurran nuevas pandemias”.

Ese contacto, según los expertos, puede darse por medio de la exposición directa o indirecta de las personas a los animales y a su entorno o por el consumo de productos derivados.

Relación con el ambiente

A medida que avanza el proceso de urbanización y aumentan los habitantes del planeta y su desplazamiento, la especie humana ejerce una fuerte presión sobre los recursos naturales con graves consecuencias ecológicas.

Estas perturbaciones al equilibrio natural influyen en el surgimiento de nuevas enfermedades infecciosas, como el COVID-19.

Rodríguez, especialista en conservación, explica que cuando los ecosistemas pierden especies y sufren transformaciones, debido a las actividades humanas, se producen las circunstancias ideales para que aparezcan las enfermedades zoonóticas. Los virus mutan y alguna de estas mutaciones les favorece para saltar de una especie a otra diferente.

El COVID-19 es una enfermedad de origen zoonótico, aunque no hay evidencia científica que indique de cuál o cuáles animales procede el virus causante de esta infección. Laura Rodríguez Rodríguez

El tráfico ilegal de animales, plantas y su comercialización contribuyen con lo anterior. Esta actividad es muy lucrativa, la Organización de Naciones Unidas calcula que el comercio mundial de vida silvestre asciende a cerca de USD 23 000 millones al año, una cifra semejante a la que mueve el tráfico de armas y drogas.

José Luis Funes Izaguirre, especialista mexicano en derecho ambiental, resalta que una de las causas de las enfermedades zoonóticas es el “proceso de comercialización” de animales silvestres, desde el traslado de su hábitat natural al punto donde son vendidos.

Esto incluye el transporte de las especies por distintos medios, el arribo a los puntos de venta en los centros urbanos (mercados de animales), las condiciones de confinamiento, generalmente en lugares insalubres (jaulas pequeñas) y la convivencia de diferentes especies de vida silvestre con animales domésticos.

“Estos factores hacen que las especies silvestres se estresen y baje su sistema inmunológico, condición para que los virus y los coronavirus se transmitan a otras”, afirma Funes en su texto “COVID-19, el alto precio de atentar contra la naturaleza”.

Sin embargo, hay áreas en el mundo en donde para algunas poblaciones la única proteína a la que tienen acceso es la proveniente de la fauna silvestre, recuerda Rodríguez.

En Costa Rica, este no es el caso. La cacería está prohibida, con algunas excepciones. Sin embargo, alguna gente sigue atentando contra especies, sobre todo en peligro de extinción.

“Hay grupos que dependen completamente de la fauna silvestre para poder consumir proteína, como los indígenas, pero para la gran mayoría de la población costarricense este no es el caso”, subraya el biólogo.

Para Alvarado, la cacería constituye un riesgo en este momento, ya que esta práctica implica el contacto entre las personas con los animales y sus fluidos (orina, sangre, heces).

“La cacería de animales silvestres debe ser absolutamente prohibida en el mundo. Hay que evitar el contacto entre humanos y animales, porque esto representa un riesgo gigante para las personas y para los animales también”, advierte.

Efecto protector

La biodiversidad desempeña un papel importante como efecto protector por “dilución” ante la amenaza de patógenos e infecciones. Este concepto fue propuesto por un científico hace 15 años y posteriormente fue validado mediante varios estudios.

En las zoonosis normalmente hay varias especies implicadas, argumentan los científicos. Por esta razón, los cambios en la diversidad de animales y plantas influyen en las posibilidades de que el patógeno entre en contacto con el ser humano y lo infecte.

Rodríguez lo explica así: “entre más diversos son los ecosistemas, se da lo que se llama el efecto de dilución. Por ejemplo, en un ecosistema con 100 especies, los patógenos o virus están diluidos en estas, lo cual permite que se mantenga cierto equilibrio y contención. Pero si el ser humano llega y modifica ese ecosistema y de las 100 especies elimina 30, sobreviven las especies más generalistas y también comienzan a existir virus generalistas, con capacidad de enfermar a distintas especies. Ya no estarán contenidos en una sola especie”.

Esto significa que mientras más sano sea un ecosistema, estas enfermedades son menos recurrentes; pero entre más alterado esté, se originan eventos como la pandemia que estamos viviendo, enfatiza.

Por su parte, Alvarado sostiene que “la conservación es un asunto de salud pública”, porque si conservamos los bosques, habrá menor probabilidad de que algún microorganismo llegue a afectar a los seres humanos.

Conservar los bosques —afirma— implica reducir la destrucción del hábitat, un aporte menor a las emisiones de gases de efecto invernadero y al cambio climático.

El investigador español Fernando Valladares se suma a estas voces. Recalca que la humanidad está “empobreciendo y simplificando los ecosistemas”, lo cual los vuelve más sensibles a las perturbaciones ambientales y con menor capacidad de amortiguar los cambios extremos de calor y frío. Son bosques —añade— que apenas nos protegen de las zoonosis.

“El gran problema actual de la humanidad es que los seres humanos nos concebimos como algo diferente y separado de eso que llamamos medio ambiente, naturaleza o biosfera. Somos inmensamente ciegos a la hora de ver que todo lo que hacemos al resto de la biosfera se lo hacemos a nuestra salud, a nuestra economía, a nuestra sociedad”, concluye en su blog “La salud de la humanidad” este investigador de la Universidad Rey Juan Carlos Segundo.

Los coronavirus

1. Los coronavirus son una familia de virus.

2. Según datos de la OMS, existen 39 especies de coronavirus.

3. Se subdividen en cuatro géneros, entre los cuales se encuentra el Betacoronavirus, cuyos ancestros tienen más de 3 000 años de existencia en la Tierra.

4. Muchas de las infecciones respiratorias en humanos han sido causadas por los coronavirus. Entre estas están desde el resfriado común hasta enfermedades más graves.

5. Algunos de los coronavirus que han originado las enfermedades más infecciosas en los seres humanos en los últimos años son el SARS-CoV, el MERS-CoV y el SARS-CoV-2 (véase Historia de la zoonosis).

Patricia Blanco Picado
Patricia Blanco Picado
Periodista, Oficina de Divulgación e Información
Área de cobertura: ciencias básicas
patricia.bvrdblancopicado  @ucrijsa.ac.cr

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