Este no es un artículo que justifica el consumo recreativo de la marihuana. Por el contrario, pretende aclarar los efectos sobre el cuerpo humano de una planta que investigadores alrededor del mundo continúan descifrando.
Uno de esos efectos son sus propiedades terapéuticas, mismas que solo se pueden obtener mediante rigurosos procesos farmacéuticos de extracción y no, necesariamente, por su uso tradicional de consumo.
Precisamente, son los diversos estigmas negativos que han rodeado al cannabis a lo largo del tiempo, los que han impedido aprovechar su máximo potencial en el campo especializado de la salud.
Distintas entidades internacionales han reconocido la importancia de esta planta en los tratamientos médicos, y por ende, impulsan su investigación científica.
Un ejemplo es la Organización Mundial de la Salud (OMS), entidad que se pronuncia a favor de la investigación de la neurofarmacología. Esta ciencia estudia cómo distintias sustancias actúan en el sistema nervioso y los componentes de la marihuana son parte de esos elementos que podrían generar innovadores agentes terapéuticos.
Actualmente, ya se contempla los usos terapéuticos de los cannabinoides en el tratamiento del asma, la estimulación del apetito, así como fármaco anticonvulsivo y antiespasmódico.
Precisamente, en febrero del 2020, la Facultad de Farmacia de la Universidad de Costa Rica (UCR) reunió a nueve investigadores en el Simposio sobre Cannabis Medicinal, con el propósito de que compartieran sus hallazgos en el tema desde sus diferentes campos profesionales.
La Dra. Giselle Amador, asesora de la Asociación Costarricense para el Estudio e Intervención en Drogas (Aceid) y exministra de Salud, es una de las profesionales que aboga por el estudio de esta planta para fines medicinales. Pero, manifiesta que en Costa Rica esta discusión se ha ido formando a través de cuestiones ideologicas y politicas, y no en resultados científicos.
“Muchas veces, cuando se investiga un componente para formular un medicamento, este puede tener más efectos secundarios que el cannabis medicinal y aún así no ser tan cuestionados para efectuar su uso. ¿La razón? Porque hay un factor ideológico importante que ha impedido la investigación de los beneficios terapéuticos del cannabis”, comentó la Dra. Amador, quien tiene más de 30 años de experiencia en farmacodependencia.
En el cuerpo humano existe un sistema encargado de procesar los estímulos externos. A ese sistema se le llama sistema endocannabinoide y es el que reacciona a los componentes de la marihuana, según sean las concentraciones en las diferentes partes de la planta.
De dichos componentes, llamados cannabinoides, hay dos que resaltan en las investigaciones sobre su uso medicinal: el Tetrahidrocannabinol (THC) y el Cannabidiol (CBD). El primero de ellos es un elemento psicoactivo y, por lo tanto, es el responsable de generar los cambios en la sensación de placer y en el apetito. Además, modera la sensación de dolor.
Por su lado, el CBD tiene propiedades antiinflamatorias y tiene un efecto positivo sobre los síntomas de patologías neurodegenerativas ―como la enfermedad de Parkinson y el Alzheimer―, sin los efectos psicoactivos del THC.
“El único componente que tiene un efecto psicoactivo es el THC y es solo cuando se calienta. Por eso, al separar esa sustancia mediante un proceso farmacéutico, es posible consumir un medicamento sin el efecto psicoactivo. Muchos adultos mayores lo rechazan porque dicen que no quieren tener un “viaje”. Ese “viaje” no lo van a tener y, en cambio, solo se va a alivar su dolor”, comentó la Dra. Amador.
La Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos encontró evidencia concluyente de que el uso médico de esta planta disminuye la dolencia crónica y sirve como tratamiento para reducir las náuseas y los vómitos en pacientes con quimioterapia, de acuerdo con datos del 2017.
De igual manera, esa misma Institución halló evidencia en el aumento de apetito en pacientes con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), disminusión de síntomas de espasticidad muscular (músculos tensos) y, en personas con el síndrome de Tourette (múltiples tics), hay una clara mejoría.
“El cannabis es una opción terapéutica, no una pomada canaria. No sirve para todo pero si para muchos padecimientos. Al igual que cualquier medicamento hay contraindicaciones para personas con ciertas condiciones”, comentó la Dra. Giselle Amador.
La exministra aboga por un reglamento al artículo 2 de la Ley N°8204 para producir, recetar y regular la venta del cannabis medicinal, sin que esto implique su uso recreacional.
“Hay que tener seguridad farmacológica, no es cualquier persona que puede producirlo. También, no se deben despreciar los criterios de orden ideológico, político y religioso, porque son estos los que hay que debatir para tener acceso a este tipo medicamento que es un derecho”, indicó.
Uno de los riesgos asociados al consumo de la marihuana es que puede afectar la salud psicológica de las personas. Por ejemplo, que genere psicosis, un padecimiento caracterizado por alucinaciones, delirios y trastornos graves de conducta.
Pero, ¿existe una relación directa entre el cannabis y la psicosis? No directamente.
De acuerdo con el psicólogo Jonatan Pérez, la psicosis se concibe científicamente como un fenómeno multifactorial. El investigador afirma que las causas más frecuentes de psicosis son las enfermedades infecciosas, ya que estas representan entre el 34 % y el 64 % de los cuadros psicóticos sintomáticos hospitalizados.
Esos síntomas varían según el grupo de edad. Por ejemplo, en adolescentes predomina el cuadro esquizofreniforme (un trastorno parecido a la ezquizofrenia, pero que se diferencia porque la duración de la enfermedad es menor a los seis meses, aproximadamente).
“Parece sumamente baja la probabilidad de que la marihuana cause esquizofrenia en personas sanas. Si bien, estudios epidemiológicos dicen que el consumo temprano está relacionado con el riesgo de padecer esquizofrenia, hay una baja prevalencia de esta enfermedad. El consumo habitual de cannabis es tan solo una pequeña porción de riesgo asociada con la esquizofrenia”, señaló Pérez.
Hay una serie de factores y variables que eventualmente podrían hacer que una persona desarrolle una psicosis.
En algunos casos, como causa del episodio psicótico, pueden establecerse alteraciones en la comunicación bioquímica normal del cerebro. Esto se da debido a la intoxicación producto de sustancias psicoactivas neurotóxicas. Adicionalmente, las experiencias del entorno juegan un papel crucial en el desarrollo de las colisiones nerviosas, según el investigador.
En el 2018, Canadá se convirtió en el segundo país, después de Uruguay, en legalizar el uso recreacional de la marihuana. De manera que en este país se puede cultivar y comercializar el cannabis.
Esto generó un antes y un después en la investigación de los efectos medicinales de la planta. Antes de que fuera aprobado, el cannabis que se utilizaba en los estudios era de mala calidad.
Así lo indicó el Dr. Zachary Walsh, investigador de la Universidad Columbia Británica en Canadá, e invitado de la UCR, quien lleva alrededor de 10 años estudiando esta planta. El proyecto en el que el Dr. Walsh está trabajando actualmente se llama: “La eficacia del cannabis para el tratamiento del estrés postraumático”.
“Una de las dificultades para este estudio fue encontrar participantes pues, si había personas que querían utilizar esta medicina, estas solo iban a comprarla a la farmacia. Hacer esto es lo más cómodo en vez de pasar por un laboratorio clínico”, indicó el Dr. Walsh.
Además, los mismos participantes se preocupan de tener una mala experiencia durante los momentos en el laboratorio, o de que tengan un accidente de tránsito cuando regresan a sus casas. Muchos han tenido que esperar hasta cuatro horas una vez terminado el estudio para volver a sus hogares.
El almacenamiento de la planta y cómo desecharla luego de su uso también implicó un reto para su equipo de investigación. De acuerdo con el Dr. Walsh, una de las preocupaciones de las autoridades es que esas plantas pasaran al mercado negro o a uso recreativo.
“Los veteranos de guerra han sido un grupo de activistas clave para el impulso de este estudio. Asimismo, ha sido la insistencia y el coraje de los mismos pacientes, y no tanto de los científicos, para avanzar en la investigación tanto en Estados Unidos como en Canadá”, comentó el Dr. Walsh.
Por otro lado, está el cannabis para consumo comestible, el cual tiene un gran potencial terapéutico porque tiene una acción prolongada. Justamente, uno de los beneficios de legalizar la planta es que los productos comestibles vendrían etiquetados de la manera correcta. Así, estaría claro cuáles son los verdaderos ingredientes que contienen estos productos.
El estudio del Dr. Walsh compara dos tipos de dosis: una que contiene el THC y otra es una combinación de THC y CBD. Esta investigación, que es la primera en estudiar la comparación, tendrá sus resultados durante el 2021.
“La ciencia dice que la diversidad del cannabis puede ser entendida a través de un proceso de aislamiento y que estos cannabinoides generan efectos diferentes. La posibilidad de tener distintos tipos de combinaciones de los cannabinoides es probablemente el futuro de la medicina cannábica”, manifestó.
Sin embargo, es innegable que las sustancias psicoactivas interactúan con la bioquímica del cerebro y generan cambios sobre la fisiología de las conexiones neuronales, a la vez que suponen una probabilidad de riesgo, pues no todos los metabolismos responden igual.
Por esta razón, la investigación científica es la herramienta clave para seguir aclarando de qué manera el uso medicinal del cannabis puede mejorar el estilo de vida de las personas.
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