A partir del Decreto Ejecutivo 42227-MP-S que declara Estado de Emergencia Nacional por efecto de la pandemia producida por el virus COVID-19 se emiten directrices para disminuir el contagio de la población mediante el distanciamiento físico de las personas. Simultáneamente, se implementó el uso de las Tecnologías de la Información y el Conocimiento (TIC) para facilitar acciones y servicios tales como telemedicina, aprendizaje en línea, trabajo remoto en instituciones públicas privadas.
En la transición para incorporar las TIC en casi todos los aspectos de la vida cotidiana y laboral existen diversos niveles de celeridad y complejidad. Se han señalado brechas en el acceso y uso de las TIC en función del nivel socioeconómico de personas estudiantes del sistema de educación formal. Sin embargo, poco se ha hablado de la brecha digital en función de la edad.
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En el 2011, según datos del INEC al 2012, en el país solo el 14 % de las personas entre 65 y 74 años utilizaban Internet. Un dato aún más interesante es que en ese año únicamente el 50 % de las personas mayores que tenían acceso a TIC, es decir, que tenían computadora, laptop, teléfono celular y conexión a internet las utilizaban en su vida cotidiana. La brecha en relación con la edad va más allá del acceso.
El Programa de Institucional de la Sociedad de la Información y el Conocimiento de la UCR (Prosic-UCR) indica que para el 2017 en hogares con solo mayores de 65 años, únicamente el 18,6 % contaba con computadora, el 27,4% tenía acceso a internet y el 70,4 % contaba con teléfono móvil, también se señala que para ese grupo de edad la brecha digital es la más grande y la más constante en el periodo entre 2010 y 2017. El país ha logrado reducir en alguna medida las brechas por nivel socioeconómico y por género, pero la brecha digital por edad se mantiene constante.
Además de la dificultad de acceso se identifican otros factores que obstaculizan el uso de las TIC por parte de las Personas Mayores: 1) limitaciones en funciones motoras y cognitivas, 2) resistencia a aprender sobre las TIC y utilizarlas debido a experiencias de aprendizaje negativas en el pasado y 3) apoyo inadecuado por parte de familiares y amigos para el aprendizaje (Prosic-UCR, 2010).
Investigaciones previas (Castro-Rojas, 2018) han evidenciado que la resistencia a aprender y a utilizar las TIC se relaciona con la falta de experiencia con TIC, emociones negativas asociadas al proceso de aprendizaje de las TIC particularmente miedo y vergüenza, y restricciones para recibir apoyo individual por parte de familiares, amistades y personas facilitadoras. Asimismo, durante los procesos de aprendizaje TIC las Personas Mayores deben lidiar con estereotipos que les presentan como incapaces de aprender nuevos contenidos en general y de aprender sobre las TIC en particular.
Si se considera que el uso de TIC tiene el potencial para apoyar a las Personas Mayores en aspectos como: facilitar la actividad física, promover la actividad cognitiva mediante el proceso de aprendizaje de las TIC, el entrenamiento cognitivo, procesos de aprendizaje en general, y la participación e interacción social; el no tener acceso y no saber como utilizar las TIC en la vida cotidiana claramente tiene consecuencias negativas en el bienestar de las Personas Mayores.
Esto es particularmente importante en el contexto del COVID-19 en el cual no hay posibilidades de que las Personas Mayores subsanen sus necesidades de actividad física, aprendizaje y contacto social mediante recursos presenciales tradicionales. Por ejemplo, las Universidades Públicas han suspendido las actividades presenciales con Personas Mayores durante el I semestre 2020.
Esta coyuntura devela con mayor urgencia la necesidad de diseñar y ejecutar estrategias que permitan a las personas mayores utilizar las TIC en su vida cotidiana. Este desafío requiere el compromiso y participación de Instituciones como el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones que en 2019 inició el diseño de un programa de alfabetización digital de la Persona Mayor, Universidades Públicas, Ministerio de Educación Pública, Ministerio de Salud, entre otras. Particularmente requiere el esfuerzo de docentes de Personas Mayores, familiares y redes cercanas para motivar y sostener el uso de las TIC. Algunos principios que podrían guiar el diseño de esas estrategias son los siguientes:
-Organizar las actividades de aprendizaje alrededor de temas interesantes y necesarios para las personas mayores. Por ejemplo, realización de actividad física o interacción social.
-Animar la participación individual y apoyar sistemáticamente un ambiente de aprendizaje colaborativo.
- Apoyar la interacción social y la creación de redes sociales entre las personas participantes.
-Facilitar espacios para explorar y reflexionar sobre las emociones y los estereotipos asociados a las personas mayores como aprendices TIC
-Ofrecer un sistema sostenido de apoyo para el aprendizaje
-Proveer recursos para apoyar funciones cognitivas que declinan con la edad.
-Desarrollar una amplia perspectiva sobre las TIC y enlazar la oferta de dispositivos y aplicaciones con las necesidades individuales de las Personas Mayores
-Proveer un ambiente de aprendizaje seguro en el cual las experiencias y conocimiento de las Personas Mayores sean respetados
-Incluir en las estrategias de enseñanza-aprendizaje recursos apropiados para que familiares, amigos y docentes apoyen a las Personas Mayores en el aprendizaje de TIC
-Promover la independencia y la autonomía en el uso de las TIC por parte de las Personas Mayores
-Definir un perfil de persona facilitadora que se adapte a las necesidades e intereses de las Personas Mayores
Cada principio debe operacionalizare en facilidades de aprendizaje específicas que permitan reducir la brecha digital de las Personas Mayores en todos sus niveles: acceso, uso y beneficios y combatir la exclusión digital de esa población.
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