La presencia del COVID-19 en el país y las medidas de aislamiento solicitadas por el Ministerio de Salud para evitar su propagación trasladaron la vida cotidiana al espacio privado, lo cual puede generar en las personas emociones distintas a las que acostumbra experimentar.
La docente de la Escuela de Psicología de la Universidad de Costa Rica (UCR) en temas de razonamiento y emociones, Ana María Jurado afirmó que “no podemos pretender que todo sea normal, porque no lo es” y asegura que este proceso involucra el reconocimiento de nuevas circunstancias.
Según Jurado, el traslado del espacio colectivo al individual puede generar sentimientos de soledad, que recomienda aceptar y frente a los que resulta vital comprender que se trata de una condición temporal, que tendrá un inicio y un fin.
“Aceptemos y abracemos los sentimientos de soledad, miedo o tristeza, son lógicos en estas circunstancias, uno no está enfermo ni está loco por sentirse así. Comprendamos que nos estamos enfrentando a una situación excepcional”, aseguró la psicóloga.
La académica enfatiza que, pese a las condiciones de distanciamiento social que exige el contexto, “debemos seguirnos atendiendo como grupo humano”. Por eso, señaló la importancia de mantener comunicación con redes de apoyo de forma virtual.
Mantener la comunicación con familiares y amigos a través de la tecnología hará más llevadero el proceso de aislamiento, pero, además, facilitará que, si ocurre algo inesperado, alguien se percate de la ausencia de una persona y pueda acudir a brindarle apoyo.
Cuando el traslado al espacio privado involucra la convivencia con otras personas puede generar situaciones de estrés, pues según Jurado, “muchas veces estamos más acostumbrados a lidiar con los compañeros de trabajo que con nuestra propia familia”.
La psicóloga afirma que el diálogo y la colaboración son aspectos claves para que los diversos miembros de la familia o las personas que conviven en determinado espacio puedan atender sus responsabilidades académicas, laborales y del hogar.
“Se requiere colaboración grupal y unión. Todas las personas deben colaborar para atender las labores de la casa o asistir a las personas adultas mayores, no se vale recargarle el trabajo a una solo persona”, aseguró la docente.
A las situaciones descritas se suma un contexto cambiante, donde el consumo de información desde diversas plataformas enfrenta a las personas a sentimientos de incertidumbre, que en muchas ocasiones dan paso al miedo y la angustia.
Jurado recordó que la incertidumbre es parte de la vida, aunque en pocas ocasiones se percibe de esta manera, y asegura que, en este caso, aprender de la experiencia internacional frente al COVID-19 ayuda a sobrellevar la incertidumbre que genera lo desconocido.
“La incertidumbre es algo permanente, pero como seres humanos partimos de falsas sensaciones de certeza. Lo que sí sabemos es que el futuro dependerá de la forma en que respetemos las medidas de contención y de que implementemos lo que ha funcionado en otros países”, narró.
La psicóloga agregó que “esa misma experiencia internacional nos dice que esto no va a ser para siempre, que es algo temporal y vamos a salir adelante, pero mientras tanto debemos tener paciencia y abrazar la incertidumbre, como una parte de la vida”.
Limitar el consumo de información al contenido que divulgan las autoridades nacionales en la materia y apoyar a los miembros de la familia que carecen de educación digital, para que omitan noticias que carecen de fuentes o veracidad, también ayudará a mantener la calma colectiva en el complejo contexto actual.
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