Desde hace siete años, la Escuela de Filología, Lingüística y Literatura, de la Universidad de Costa Rica (UCR), investiga en las comunidades indígenas del país bajo un nuevo paradigma. Además, desarrolla trabajos de acción social directamente con tales poblaciones y los resultados que se obtienen regresan a estas personas para su beneficio.
Lo anterior se ha logrado gracias a la trayectoria de dicha escuela, la cual durante más de medio siglo se ha dedicado, de manera pionera, al estudio de las lenguas autóctonas costarricenses.
Ese recorrido es la base del surgimiento reciente de nuevos proyectos, que se gestan desde la misma comunidad indígena y tienen como objetivo la documentación lingüística-etnográfica. Esto significa documentar aspectos de una cultura en su propio idioma, normalmente a solicitud de las mismas poblaciones indígenas.
“Nosotros ahora tenemos una perspectiva nueva, otra forma de pensar cómo se desarrolla el trabajo con las comunidades y para qué se documenta una lengua y una cultura (que es para el mismo provecho de las comunidades)”, dijo Carlos Sánchez Avendaño, investigador y coordinador de dos proyectos de acción social sobre esta temática.
Tales iniciativas son un trabajo comunal universitario (TCU), donde participan estudiantes de diferentes carreras, y un proyecto de extensión docente. Ambas tienen el fin de documentar y elaborar recursos didácticos para las comunidades, materiales que —basados en la investigación científica— contribuyan al fortalecimiento de la lengua y la cultura indígenas.
El estadounidense Jack Wilson creó el Departamento de Lingüística de la UCR. Con su aporte y el de reconocidos lingüistas como Adolfo Constenla Umaña y Enrique Margery Peña, entre otros, se inició el estudio sistemático de las lenguas indígenas de Costa Rica.
Para Sánchez, la labor de estos académicos ha sido crucial y es la base de todas las investigaciones que en adelante se efectuaron.
Uno de los grandes resultados de los primeros trabajos fue la descripción de los idiomas indígenas, tarea que en su momento partió prácticamente de cero. Según relató Sánchez, luego de esta generación de investigadores, vino otra compuesta por lingüistas como Carla Jara Murillo (quien es especialista en bribri), Mario Portilla Chaves y, recientemente, Haakon Stensrud Krohn.
La UCR se ha aproximado a las comunidades indígenas para realizar diversas iniciativas de trabajo conjunto, que permitan generar diferentes productos en sus lenguas autóctonas y, a la vez, fortalezcan su cultura.
“Se trata de hacer un trabajo de colaboración entre la Universidad y miembros de las comunidades, esa labor tiene que ver con las lenguas indígenas, hacer algo con ellas y, paralelamente, con aspectos de la cultura relacionados siempre con las lenguas. Entonces, son trabajos de colaboración de base comunitaria”, explicó Sánchez.
El cambio de paradigma consiste precisamente en el intercambio de conocimiento que se propicia en el proceso de investigación, en el que se parte de los intereses de las poblaciones y no de la persona que investiga. Asimismo, la participación de las comunidades es clave para alcanzar los objetivos deseados.
Por esto, se han conformado grupos de indígenas en los distintos territorios del país y se trabaja con ellos. El resultado es que estas personas son coautoras de los productos efectuados y, además, los materiales se escriben en la lengua respectiva. De acuerdo con Sánchez, han recibido solicitudes de las comunidades maleku, bribri, brunca, cabécar, brorán, térraba y ngäbe.
Sánchez explicó que uno de los recursos más fuertes en los que se ha trabajado en los últimos años es en la creación de diccionarios temáticos y enciclopedias etnográficas.
Ya se han elaborado cinco de la lengua maleku, cinco de bribri, tres de brorán y una de brunca.
Las temáticas de las primeras cuatro fueron similares: el cuerpo humano, los animales, así como la agricultura y la gastronomía tradicionales. Luego, en idioma bribri, se expuso sobre la casa tradicional y, en maleku, se desarrolló el tema de los productos fabricados por sus comunidades. En cabécar, se abordó el sistema de clanes y, con los bruncas, se efectúa una enciclopedia sobre la producción de textil y el teñido.
Para construir cada uno de estos recursos didácticos, la comunidad conforma un grupo de personas, de acuerdo con cada tema, y se reúne con estudiantes e investigadores de diferentes disciplinas, tales como lingüistas y diseñadores.
El mismo proceso ocurre para crear otros materiales visuales que son parte del “paisaje lingüístico”. Entre estos se encuentran las impresiones en gran formato (lonas), de 1.50 metros por 1.55 metros, las cuales usualmente explican los mismos temas de las enciclopedias u otros tópicos específicos, pero de una forma más resumida.
Las lonas, por ejemplo, tratan sobre el cuerpo humano, animales, alimentación, casa, familia, clanes, entre otros, y son colocadas en las paredes del aula, por citar un lugar. Todos estos materiales impresos, además de los digitales, son donados por la UCR a las poblaciones indígenas.
Asimismo, se ha aprovechado la participación de estudiantes de la carrera de Informática para hacer la versión digital de las enciclopedias y diccionarios, así como para construir aplicaciones móviles y juegos que los jóvenes indígenas pueden utilizar en sus teléfonos. Igualmente, se llevan a cabo presentaciones artísticas en las comunidades, gracias a la colaboración de alumnos de Artes Dramáticas.
En las escuelas indígenas se imparten cinco lecciones por semana sobre la cultura y lengua autóctona correspondiente, que forman parte del currículo del Ministerio de Educación Pública (MEP). Sin embargo, Sánchez considera que estas clases no son suficientes para lograr una revitalización de los idiomas indígenas.
“Los recursos didácticos sirven para apoyar procesos de enseñanza, de aprendizaje de las lenguas y las culturas, para atraer a las nuevas generaciones y hacerles ver que su lengua y su cultura pertenecen al presente y participan de las nuevas tecnologías, como cualquier idioma de prestigio. Sirven también para fortalecer la seguridad, la identidad y para vincularse de una forma distinta con esa identidad y con su legado, el legado de sus ancestros”, manifestó el investigador.
Para lograr un mayor impacto de los materiales didácticos se requiere que los educadores de lengua indígena puedan hacer una buena mediación pedagógica y utilizar esos recursos. A criterio del investigador Carlos Sánchez Avendaño, de la Escuela de Filología, Lingüística y Literatura, de la Universidad de Costa Rica (UCR), esto constituye un enorme reto, ya que los docentes no han recibido la formación adecuada.
No obstante, el académico mencionó un caso en el que se han obtenido muy buenos resultados. Se trata del maestro de cultura Leonardo Porras Cabrera, quien ha logrado utilizar dichos materiales para la revitalización del brorán.
Porras trabaja en Bijagual, una comunidad del territorio Térraba, donde este idioma no se habla desde hace muchos años. Incluso la niñez ni siquiera tenía conciencia del vínculo con la lengua y la cultura. No obstante, con su empeño e impulso del conocimiento del brorán, Porras ha conseguido que los escolares empiecen a decir algunas palabras en este idioma.
“Entonces ahí uno sí podría hablar de revitalización, porque no es solo interés, sino que ya dicen palabras. Después de que la lengua tenía no sé cuántos años de no escucharse en la comunidad, ahora se escucha. Obviamente de forma fragmentaria, no es que tengan una conversación en esta lengua, pero el brorán empieza a estar más presente otra vez. Entonces eso sí es revitalización”, finalizó Sánchez.
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