La profesora Ileana Rodríguez ha vivido e investiga de cerca la violencia que atraviesa su natal Nicaragua en el contexto de insurrección actual. La docente emérita de la Universidad Estatal de Ohio centra sus investigaciones en las manifestaciones de esta violencia contra las mujeres.
La académica asegura que los levantamientos que ocurren en su país, responden a los constantes abusos cometidos por la autoridad y que, por lo tanto, “no había manera de evitarlo, era una caldera hirviendo”.
Rodríguez utiliza sus investigaciones para retratar las realidades de un país en crisis, al tiempo en que ha evidenciado diferentes tipos de abuso sufrido por las mujeres nicaragüenses, desde incesto hasta feminicidios.
La investigadora visitó la Universidad de Costa Rica (UCR) con motivo del encuentro “Nicaragua 1979-2019: de la revolución a la insurrección”, organizado por el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) tanto en la Sede Rodrigo Facio como en las sedes de Occidente y el Pacífico.
–Desde su trabajo y observación, ¿qué tan diferente son la Nicaragua de 1979-1980 en el marco de la Revolución Sandinista respecto a la actual?
–Ileana Rodríguez (IR): “Para mí hay una diferencia fundamental y es la euforia, en 1979 había una euforia inmensa, había una esperanza enorme y sentíamos que estábamos contribuyendo a crear una sociedad completamente diferente, más justa, más equitativa y que eso iba a desembocar en un mundo mucho mejor.”
Esa Nicaragua del 79 era muy joven, los comandantes estaban en sus veintes, en general era una población de muchachos jóvenes. En contraste, la Nicaragua de ahora es una población con una juventud que se sentía presa, se sentía atrapada, sentía que tenía un techo encima. Es una población que renegaba de un discurso que decía que nosotros los viejos éramos mejores porque nosotros habíamos puesto nuestras vidas en la línea de fuego y ellos no, ellos no servían para nada, no eran políticos, eran solamente chateadores del teléfono, pero de repente, se dio la insurrección.
Ellos decían que con qué atrevimiento decíamos nosotros que habíamos peleado por un mundo mejor cuando el mundo que les habíamos heredado era un mundo peor. Yo siento que lo que hizo explotar a los jóvenes no fue el hecho de que se sintieran humillados por los viejos, sino fue el hecho de que sobre ellos recaía el mayor peso de la opresión. Los jóvenes sentían que no tenían futuro, su vida estaba en riesgo.
Habían aguantado bastante y llegó la gota de agua que rebalsó. Yo les preguntaba “¿no era mejor que no hubiese habido insurrección?”, y ellos me decían que no había manera de evitarlo, Nicaragua era una caldera hirviendo. Poco a poco me he dado cuenta de que tenían mucha razón al ver a Nicaragua de esa manera.
–¿De qué forma se ha expresado la violencia en estos dos escenarios históricos de la sociedad nicaragüense?
–IR: La violencia de hoy se siente peor, se expresa como peor y se habla como peor. La diferencia es que antes teníamos un enemigo claramente delimitado, Anastasio Somoza, pero hoy tenemos un enemigo que no está delimitado, es un líder revolucionario que de repente empezó a tomar forma muy parecida al anterior.
La gente dice que durante las agresiones más cruentas de Somoza los muertos eran menos, que la gente todavía podía manifestarse en la calle, que la gente podía publicar, que los medios alternativos estaban abiertos, mientras que ahora no hay manera de saber lo que está pasando, la única información que tenemos es desde los periodistas que están en Costa Rica. En Nicaragua la única manera de encontrar información es vía redes sociales.
La insurrección fue en parte gracias a las redes sociales, sin embargo, también gracias a la información que se pasaba por redes sociales llegaron a capturar muchos insurgentes, es decir, es un arma de dos filos, ahora los chicos de Nicaragua saben que el internet es peligroso.
Por otro lado es bien importante que esta insurrección en Nicaragua fue cívica, no fue armada, sólo fue una manifestación pública de descontento, el gobierno la convirtió en insurrección al empezar a matar y aporrear gente. Eran sólo manifestaciones públicas pero se empezó a disparar, encarcelar, matar y exiliar. El grado de represión es muy alto, no cesa.
–¿Cuáles son los principales cambios que ha experimentado la violencia contra las mujeres desde esos contextos?
–IR: Yo pienso que durante estos 40 hubo muchas agrupaciones de mujeres han hecho visible la opresión contra las mujeres y que han luchado contra ella. Son agrupaciones que han organizado centro de salud física y mental para las mujeres y niñas, en ese sentido este periodo ha servido como un periodo de agrupación de las mujeres a favor de las mujeres.
Esto no quiere decir que la violencia no continúe, por ejemplo, yo tengo un estudio que se llama “Masculinidades perversas”, en el cual hago un recuento del incesto en Nicaragua, un recuento de cómo se da, en qué contexto, con qué frecuencia, quiénes son los actores y hay dos puntualizaciones importantes que hacer: la primera es que el incesto es el preámbulo del feminicidio, el segundo punto es que el incesto es tolerado por el estado, porque no es posible que no existan castigos severos contra padres, tíos y hermanos incestuosos, esto es algo que se da entre nietas y abuelos, esto es endémico.
Hace poco una chica nicaragüense muy conocida decía que 5 de cada 7 de sus amigas ha sido abusadas, eso es un completo escándalo. Entonces la violencia más grande en Nicaragua es la doméstica, la interna, pero esto no queda ahí, porque es la propia esfera pública la que se hace de la vista gorda y no hace nada al respecto.
–¿Cuál es la importancia de retratar este tipo de acontecimientos históricos por medio del trabajo de investigación y literario?
–IR: La investigación y el trabajo literario son discusiones en la vía pública, son la forma de poner las ideas al alcance del público para que se puedan discutir. La importancia es que las personas no tienen la visión que tiene un investigador, un investigador puede ver cosas diferentes, tiene un espacio de conocimiento más amplio.
Sin embargo, también creo que en el caso de los textos fotográficos y cinematográficos, por ejemplo, hacen una contribución política de modo que habla de la política con cuerpo, con sentimiento, con dolor, con afecto, no es lo mismo que yo te lea un texto sociológico que te puede aburrir a que te muestre una fotografía con la que voy a tener tu atención más fácilmente y si te muestro una película mucho más. La mediación artística es una contribución muy grande que no causa resistencia.
© 2024 Universidad de Costa Rica - Tel. 2511-4000. Aviso Legal. Última actualización: noviembre, 2024