Siempre que se habla de murciélagos se les asocia con oscuridad y miedo. Su figura extraña y nocturna causa temor en cientos de hogares costarricenses. Sin embargo, estos mamíferos voladores son esenciales para el ecosistema en el que todos vivimos.
Amanda Vicente Santos es investigadora de la Escuela de Biología de la Universidad de Costa Rica (UCR). Ella trabaja con murciélagos desde el 2007 y, pese a que entiende el descontento de las personas que se ven obligadas a convivir con estos animales, asegura que muchas de las prácticas que se emplean para alejarlos de las comunidades humanas atentan contra el ambiente, pues mata a dichos mamíferos.
De las 116 especies de murciélagos que hay en Costa Rica, solamente tres se alimentan de sangre. De ellas, únicamente los llamados Desmodus rotundus lo hacen en mamíferos, aunque muy rara vez en los humanos. El principal problema derivado de esto es que esta especie es la transmisora de la rabia selvática al ganado que no está vacunado, lo cual ha causado una gran molestia en el sector ganadero.
“Muchas veces lo que se hace es descolmillar a los vampiros. Esto básicamente los mata de hambre porque no pueden volver a comer. Luego, les untan un producto llamado vampiricida –un anticoagulante– para que el vampiro lo lleve a la colonia y cuando los otros individuos lo acicalen coman de este y así matar a toda la colonia”, explica Vicente.
Otra de las situaciones que desencadena la matanza de otras especies de murciélagos es cuando estos invaden las casas y otras estructuras en zonas urbanas y rurales. La investigadora comenta que “no es de extrañar que ellos se metan en un cielo raso porque estos lugares son secos y calientes, además de que les brindan protección contra la lluvia y sus depredadores”.
Si bien la presencia de estos mamíferos en el techo de las casas no produce ninguna consecuencia grave en humanos, la acumulación de guano –heces del murciélago– puede ocasionar malos olores, desgaste del techo y algunas alergias.
También hay que saber que los murciélagos no son agresivos, por esto, no le hacen daño a las personas. Es importante tener en cuenta que a excepción de la transmisión de rabia por parte de los miembros de la especie Desmodus rotundus, no existe evidencia científica de que estos animales sean portadores de otras enfermedades en América Latina.
Además, estos mamíferos poseen un sistema de percepción llamado ecolocalización, que les sirve para ubicarse en la oscuridad y encontrar a sus presas con una mayor facilidad. Esta habilidad consiste en la emisión de ondas de ultrasonidos (frecuencias altas que los humanos no pueden percibir) que, al viajar por el aire y chocar con objetos, ubican al murciélago en el espacio.
La especialista agrega que uno de los mayores retos que tenemos como sociedad es tratar de vivir en armonía con los murciélagos. “Nosotros llegamos a lugares adonde ellos ya estaban desde antes”, afirma.
Cuando las colonias tienen años de vivir en el cielo raso posiblemente haya que cambiarlo, indica la bióloga. La noche antes de realizar el trabajo es importante avistar los lugares por los que estos animales ingresan.
Una vez realizado el cambio del techo, todos los murciélagos salen del lugar, entonces se debe tener cuidado de que no quede ningún individuo dentro, de limpiar muy bien para quitar el olor y de tapar cualquier posible entrada para impedir el reingreso.
En el caso de que lleven poco tiempo alojados en la casa, debería bastar con colocar alguna fuente de luz para incomodarlos y hacer que se vayan. Posteriormente, se procede a bloquear los lugares por donde solían entrar.
Con los vampiros, la situación es un poco más compleja. Vicente recomienda campañas de vacunación en el ganado para evitar el contagio de rabia, aunque entiende que estas muchas veces se complican por cuestiones de logística y de costo, ya que siempre hay ingreso de nuevos animales.
Estos mamíferos son conocidos por proveer a los humanos de diversos servicios ambientales, como por ejemplo el mantenimiento de las zonas boscosas y de ciertos frutos gracias a la distribución de semillas por medio de sus heces y la polinización.
Es el caso de la planta del agave en México, de la cual se hace el tequila, entre otros productos.
En agricultura, los murciélagos son esenciales para la reducción del uso de agroquímicos en los cultivos, porque las especies que se alimentan de insectos toman el papel de controladores de plagas y se comen a los individuos que invaden las cosechas.
Por otra parte, mantienen estables las cadenas alimenticias, ya que, gracias a su papel como depredadores y presas, establecen un equilibrio sano en los ecosistemas donde habitan.
Para más información sobre estos animales, puede consultar el libro Murciélagos y techos de Bernal Rodríguez Herrera, Marcela Nabte, Eugenia Cordero Schmidt y Ragde Sánchez, publicado con el apoyo de la UCR y de otras instituciones.
–¿Todos los murciélagos chupan sangre?
Falso. En el mundo solamente existen tres especies de murciélagos que se alimentan de sangre y estos rara vez lo hacen de humanos. Por noche, cada individuo consume aproximadamente una cucharadita de sangre.
–¿Los murciélagos son ciegos?
Falso. Los murciélagos tienen una buena visión, además del sistema de ecolocalización.
–¿Todos los murciélagos tienen rabia?
Falso. Aunque pueden llegar a ser transmisores de la enfermedad, es más posible contagiarse de esta por medio de las mordidas de animales como zorros, perros y gatos.
–¿Los murciélagos se enredan en el cabello de las personas?
Falso. A los murciélagos no les gusta enredarse en el cabello de nadie, de hecho le temen a los humanos.
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