Su nombre completo es María Rebeca Esquivel Zúñiga, tiene tan solo 28 años y su excelencia la posicionó como una de las residentes más sobresalientes en pediatría que imparte el Posgrado de Especialidades Médicas de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Sin embargo, los éxitos de esta joven, oriunda de Coronado, iniciaron años antes. Durante su formación como médica general en la UCR, María Rebeca superó los seis años de preparación con notas destacadas por encima de nueve. Este esfuerzo le permitió que en el 2014 realizara una rotación como interna en una de las instituciones más prestigiosas del mundo: la Universidad de Harvard.
“Yo al inicio tenía miedo. Me sentía atemorizada de que tal vez no pudiera dar la talla. Yo sabía que venía de la UCR, que es una excelente institución, pero Harvard, sin duda alguna, está a un nivel muy superior. Pero como en todo, si uno lucha por algo lo puede alcanzar. Lo más valioso que me brindó esa rotación fue saber que uno sí tiene el conocimiento y que la universidad nos prepara bien”, destacó la Dra. Esquivel.
Al concluir su rotación de cirugía en Harvard, Costa Rica la recibió de vuelta con calificaciones de “A” las cuales, en escala estadounidense, equivalen a puntuaciones sobresalientes. En el sistema costarricense, lo anterior se asemeja a la nota perfecta; es decir, un 10. Pero su experiencia en el exterior no se detendría ahí.
En el 2016 esta talentosa mujer inició un nuevo reto en su vida profesional y la pediatría se convirtió en la pasión que le abriría una nueva puerta. La Universidad de Virginia, también ubicada en los Estados Unidos y conocida por su renombre internacional, aceptó a la Dra. Esquivel como residente para rotar en su centro médico.
De esa otra oportunidad, ella trajo al país nuevos conocimientos orientados fortalecer el manejo de la diabetes infantil; un padecimiento que, según la gravedad, requiere que al niño o a la niña se le suministre un aproximado de cuatro inyecciones de insulina por día.
“La Dra. Esquivel fue una excelente médica residente, muy comprometida con los pacientes y la salud pública. Sus notas siempre han sido impecables e hizo el mejor trabajo de graduación. También, es una joven muy trabajadora, inteligente y posee una calidez humana incomparable”, destacó la Dra. Lydiana Ávila De Benedictis, coordinadora de la Especialidad de Pediatría de la UCR.
María Rebeca Esquivel brindó unos minutos de su tiempo para relatar la superación y los aprendizajes que experimenta un médico. También, describió los desafíos que se deben sobrellevar para brindar un abordaje de excelencia que proteja a una de las poblaciones más frágiles y valiosas que sostendrán el futuro de todo un país: los niños y las niñas.
-De acuerdo con la Academic Ranking of World Universities, Harvard es la mejor universidad del mundo y solo admite a los mejores candidatos. ¿Cómo vivió esa experiencia como interna en una entidad de renombre internacional?
MRE: La experiencia fue de los momentos más bonitos y me abrió los ojos hacia nuevas posibilidades. Lo más positivo era que los profesionales allá están muy abiertos a enseñar. A ellos les importaba saber qué opina usted sobre el caso de un paciente y cómo el manejo pudo haber sido diferente.
Otro aspecto que rescato es que, durante mi estadía, yo tuve mucho contacto con los otros estudiantes de Harvard e igual hacía las rotaciones con los compañeros de la universidad. Yo tenía los mismos profesores y me di cuenta que nosotros leemos los mismos libros de texto que se utilizan en Estados Unidos y Europa. Entonces, en la parte clínica, estamos muy bien.
-Harvard tiene convenios con hospitales, algo similar a lo que la UCR tiene con la Caja. ¿En qué centros realizó su rotación ?
MRE: Yo fui al Massachusetts General Hospital -clasificado entre los cinco mejores hospitales en los Estados Unidos por US News & World Report- y al Brigham and Women's Hospital -uno de los hospitales más seguros de los Estados Unidos-.
-Costa Rica y Estados Unidos poseen sistemas de salud muy diferentes entre sí. ¿Hubo algún momento o situación que te impactara?
MRE: El momento más difícil fue cuando había alguna dificultad con respecto al seguro y un paciente no podía pagar. Para mi era algo muy llamativo porque en Costa Rica no tenemos ese problema.
Gracias a la Caja Costarricense de Seguro Social, los pacientes pueden adquirir los tratamientos que necesitan para tener un adecuado control. Allá, si ellos tienen una dificultad económica, tienden a preguntarle al médico: “¿y ahora qué hago porque no puedo pagarlo?” Esos son momentos difíciles, para ellos y para el médico, al recetar un medicamento que el paciente no puede costear.
-Después de venir de Harvard, usted ingresó a la especialidad en el 2016. ¿Por qué tomó la decisión de formarse en pediatría?, ¿Harvard influyó en algo?
MRE: Harvard no influyó. Tomé la decisión de formarme en pediatría durante mi rotación en la UCR. En el HNN roté con una doctora que se llama Zulma Campos, ella es especialista en neurodesarrollo y me encantó cómo, con detalles minuciosos, hacía pequeños avances en los niños.
Eso es muy valioso. Cuando un menor está enfermo, no solo es el niño, sino que su condición afecta a la mamá, a los abuelos y a los tíos. Por lo tanto, al ayudar a un niño, se está ayudando a toda la familia. La Dra. Campos le enseñaba a las mamás a realizar masajes, técnicas de estimulación temprana y formas para combatir el estreñimiento. Todas las acciones impactaban positivamente la vida familiar.
Eso me pareció súper motivador. A mi también me gustaría hacer cambios para que los niños estén mejor cada día, a través de mi consulta o con las recomendaciones que yo les dé a los papás.
-¿En qué momento fue admitida por la Universidad de Virginia y cómo logró ingresar?
MRE: El Hospital Nacional de Niños tiene un convenio con la Universidad de Virginia. Ese vínculo permite hacer una rotación allá. Yo estuve todo el mes de octubre del 2018, específicamente, en Endocrinología Pediátrica que es la subespecialidad a la cual me gustaría aplicar.
-¿Cuál considera que fue su mayor aprendizaje?
MRE: La experiencia como residente fue muy enriquecedora. A veces uno siente que tal vez uno no podría competir con los residentes de Estados Unidos, pero la formación que a uno le da la UCR y la Caja es muy competente. Uno logra participar en las discusiones médicas sin ningún problema y eso te brinda aprendizajes sumamente valiosos. En mi caso particular, los Estados Unidos tiene una excelente tecnología en la parte de manejo de diabetes, que es lo que a mí más me llama la atención.
-¿Por qué decidiste estudiar una subespecialidad como Endocrinología Pediátrica? ¿Existe algún vacío en Costa Rica?
MRE: En Endocrinología Pedíatrica no hay un vacío como tal. La diferencia es que los Estados Unidos tiene mucha tecnología y Costa Rica va hacia ese rumbo.
-¿Podría ser más específica?
MRE: En Endocrinología Pediátrica, la diabetes es una enfermedad que afecta el páncreas y no permite la producción de insulina. Como consecuencia, el tratamiento es inyectar la insulina porque no hay otra manera. A raíz de esto, se desarrolló una máquina, tipo bomba, que suministra continuamente la insulina como lo haría el páncreas.
Ese método está instaurado desde hace muchos años en los Estados Unidos, por lo que son expertos en esa área. A través de la bomba y un sensor se mide el nivel de azúcar. Entonces así se sabe cuánta insulina es requerida. Costa Rica camina hacia ese método.
Ya el servicio de Endocrinología Pediátrica del HNN inició con la bomba de insulina el año pasado, entonces es formarse para seguir con esa parte, que no es un vacío como tal, sino de componente tecnológico. Con mi futura formación me gustaría aportar más conocimiento sobre los últimos avances tecnológicos, así como un mejor manejo de la diabetes. Ya aquí se hace excelente pero, de alguna manera, también se debe intentar mejorarlo.
-Aparte de la diabetes infantil, ¿su futura preparación en Endocrinología Pediátrica podría impactar otras áreas?
MRE: Sí. Los avances endocrinológicos son muy variados. Hay patologías de tiroides y de hormona de crecimiento, por citar dos ejemplos. Para estas condiciones, el país tiene todos los tratamientos. La idea, como dije, sería traer más conocimiento y nuevos manejos para robustecer lo que ya aquí es excelente.
-¿Y dónde planea realizar esa subespecialidad?
MRE: Con la rotación en la Universidad de Virginia, se abrió la puerta para hacer la subespecialidad allá. Ellos quedaron muy contentos con el trabajo y me dijeron que regresara. Eso sí, ahora el proceso es un poco cansando porque uno primero debe acreditarse como médico en los Estados Unidos. En total, son cuatro exámenes. La idea es hacerlos este año para poder aplicar y aprovechar esa puerta que me están abriendo en la Universidad de Virginia. Apenas termine mi servicio social, en el Hospital Tony Facio de Limón, me iría.
-Usted tiene 28 años y ya es médica general, posee una especialidad concluida y tiene varios recorridos académicos en el extranjero. ¿Cuál es el secreto para el éxito académico en una carrera que es tan exigente y sumamente demandante como la medicina?
MRE: El secreto para el éxito académico es la perseverancia. El hecho de cada día de levantarse y decir: “yo tengo esta meta”, “yo tengo este sueño” es saber que se debe perseverar para lograrlo. Eso es lo más importante porque siempre van a haber obstáculos y personas que te dicen : “¿para qué vas a hacer eso?”, “¿para qué vas a seguir estudiando?”, “mejor tranquila con lo que tiene”. También, se presentan desafíos en el camino que te pueden decir “no”. Sin embargo, siempre existirá una oportunidad para lograr lo que uno quiere y la perseverancia es la cualidad más importante.
Para mi, incluso, el mejor ejemplo de perseverancia son los niños con cáncer. Ellos son muy valientes en su tratamiento porque entienden que, a pesar del dolor, lo necesitan para estar mejor con su patología crónica.
-Finalmente, si hay algo que debe enfrentar un médico de manera constante es la muerte. ¿Cómo un profesional, especialmente una pediatra, logra enfrentar ese momento?
MRE: Eso es sumamente difícil. Uno como médico no tiene una clase sobre cómo lidiar con la muerte. Uno siempre recuerda a los pacientes que mueren. He tenido a varios que, debido a la agresividad de sus patologías, fallecieron. Uno siempre recuerda esa parte. Sin embargo, esos casos han representado una motivación para mi.
Por lo general, uno aprende más de las situaciones difíciles. Uno se va para atrás y busca qué pudo haber hecho mejor. Así, cuando otro paciente con algo similar llegue, ya uno sabe qué puede hacer mejor. Entonces, cada paciente complicado es un libro abierto para aprender.
La Dra. Arguedas, directora del HNN, es fiel creyente que uno aprende a la par del paciente. A veces es complicado porque uno está cansado, pero cada síntoma o cada palabra que le dice la persona, le permite a uno llegar al diagnóstico y brindar un tratamiento oportuno. Yo no podría imaginarme trabajar con otra población que no sean niños. Al final ellas y ellos son el futuro de todo un país.
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