Los estudiantes de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Costa Rica (UCR), como parte de la clase inaugural del primer ciclo lectivo, recibieron un invitado particular. Se trata del Dr. Mauricio Aragno, un joven farmacéutico argentino que lleva 12 años de ejercer la profesión en zonas de conflicto o en países donde, por causas naturales o provocadas por el hombre, han experimentado numerosas emergencias de gran dolor humano.
En esas situaciones, precisamente, se ve el impacto de la profesión farmacéutica. “Saber que uno contribuyó, aunque sea un poco a que la condición de personas en situaciones críticas sea mejor, es suficiente. Al final uno recibe más de lo que da. El cariño de la gente, cuando nos sonríen y la manera en cómo nos recibe la comunidad, me ha hecho ver la verdadera importancia de ser farmacéutico”, indicó el Dr. Aragno, quien nació en San Vicente (Santa Fe), Argentina.
La primera misión que realizó Aragno fue en Zambia, país ubicado en el continente Africano, en un proyecto de VIH. De ahí, este joven farmacéutico ha visitado al menos 15 países en la última década del continente africano, asiático y americano como Liberia, Sudáfrica, India, Irak, Siria, Yemen, Turquía, Haití, Paraguay y Venezuela.
Por medio de Médicos sin Fronteras, una organización sin fines de lucro, en el 2010 Aragno asistió la emergencia del terremoto de Haití. Esta es una de las experiencias que más lo marcó durante el desempeño de su profesión, pues él era el único farmacéutico a cargo de los miles de medicamentos que entraban al país caribeño y que había que distribuir.
“Tuvimos que prestar mucha atención y cuidado con las condiciones de almacenamiento. No había electricidad y todo funcionaba con generadores. Teníamos que crear una logística para ordenar los medicamentos que son más sensibles a la temperatura y llevar registros sobre cuántas medicinas tenemos, cuánto había que dar y cuántos fármacos mandábamos a pedir”, comentó.
La segunda experiencia impactante para este argentino fue la crisis del virus del ébola en África Occidental, considerada como emergencia mundial. La mortalidad por esta enfermedad ronda al 95% de los contagiados y, comúnmente, se transmite vía sexual, transpiración o por saliva. Guinea, Sierra Leona y Liberia fueron los países más afectados. En total murieron más de 10 000 personas.
“En esa ocasión trabajé dando asesoría técnica de medicamentos para Liberia. Luego me enfrenté a otra problemática. Por ejemplo, llegaban fármacos donados de China que tenían la información en mandarín y no se sabía para qué eran, ni para qué servían. Algunos de estos estaban siendo confundidos con paracetamol”, recordó.
De acuerdo con el Dr. Aragno, la formación de los estudiantes debe ir orientada hacia una visión amplia de la profesión que no termina en lo técnico o en lo profesional, sino que también debe transcender afinidades. Trabajar con poblaciones vulnerables es una de ellas.
“Uno tiene que tener vocación. Para mí, no hay nada peor que ver una emergencia y no estar ahí. Cuando uno está en la zona, le entra la adrenalina, el querer hacer y actuar. Lo más difícil es volver a casa y darse cuenta que esa gente la estaba pasando mal y la sigue pasando mal. Las emergencias no solo duran unos días. Conforme pasan las semanas, nacen nuevas necesidades”, señaló el Dr. Aragno.
La Dra. Lidiette Fonseca González, decana de la Facultad de Farmacia de la UCR, enfatizó que la experiencia de Aragno es un reflejo claro de las otras realidades que desde la profesión farmacéutica se pueden ejercer, las cuales van más allá de los consultorios o la industria.
“A lo largo de los años, los farmacéuticos han demostrado ser fundamentales en la prestación de servicios de atención. El profesional desempeña una labor importante, al reducir la transmisión de enfermedades y al garantizar el uso adecuado de medicamentos para educar a los pacientes y a la comunidad”, comentó la Dra. Fonseca, en la conferencia inaugural “Ayuda Humanitaria: Médicos sin fronteras y el rol del farmacéutico”.
Mauricio Aragno trabaja actualmente en la Oficina Regional para el Mediterráneo Oriental de la Organización Mundial de la Salud (OMS), como oficial técnico de la unidad de gestión de enfermedades no transmisibles. Asimismo, continúa laborando para Médicos sin Fronteras, como referente de la gestión de medicamentos y material médico.