El periodismo recibió este jueves un golpe al hígado. La Comisión Nacional de Salarios decidió rebajar el salario mínimo del periodista de ¢817.500 a ¢553.124 para bachilleres y ¢663.772 para licenciados.
Esta comisión retiró el 23% del salario que corresponde al rubro de disponibilidad, que se pagaba a los periodistas por la naturaleza de su trabajo, donde no existen horarios y se debe estar anuente a la noticia las 24 horas del día. Este rubro ahora dependerá de cada empleador para ser otorgado.
El Colegio de Periodistas (Colper) apoyó esta nefasta iniciativa en su afán de hacer una distinción entre “periodistas sin título” y “periodistas con título”, un debate que hace mucho tiempo la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIHD) concluyó, pero al cual el Colper no renuncia.
La medida también fue apoyada por el Sindicato Nacional de Periodistas, en palabras de su secretario adjunto, Gerardo Chavarría, quien aseguró que “lo ideal sería que se quedara como un solo salario sin ese plus y que la disponibilidad la negocie cada periodista con su medios, que cada uno luche por ese 23%”.
Este cambio precariza una profesión que ya de por sí ha sido maltratada, pues los salarios mínimos son muchas veces irrespetados y los periodistas se ven obligados a aceptar pagos muy inferiores por parte de ciertos medios de comunicación, bajo la premisa de que hay muchos otros dispuestos a aceptar ese salario abusivo.
Los estudiantes de periodismo en la Universidad de Costa Rica (UCR) ya hemos recibido golpes anteriormente, como la eliminación de la licenciatura en periodismo de la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva (ECCC). Hoy día no es posible ser licenciado en periodismo por la UCR, pese a que el sector público exige licenciatura para ejercer, según lo establecido por el Servicio Civil.
Sin embargo, este golpe va más allá, porque debilita el ejercicio de una profesión indispensable. Cada vez somos menos los estudiantes que decidimos estudiar periodismo es la Universidad de Costa Rica, y esta medida debilita aún más la carrera. Muchos estudiantes ganan más trabajando en centros de servicio como call centers de lo que percibiría con su título profesional de bachiller universitario.
El Colper debe renunciar a su lucha sin sentido contra la CIDH, pues en su afán de justificar el estudio del periodismo solo logró que los periodistas graduados de bachiller vivan situaciones más precarias y los periodistas graduados de licenciatura sufran aún más para insertarse en el mercado laboral.
Además, el Sindicato de Periodistas debe entender la situación de inferioridad que enfrentan los periodistas que se integran al mercado laboral, lo que hace imposible “que cada uno luche por ese 23%”. Posiblemente, ahora los periodistas deberán aceptar salarios sin disponibilidad, sin importar cuántas horas al día se vean obligados a trabajar.
Irónicamente, los periodistas contamos con un colegio y un sindicato que abogan por que se rebaje el salario de sus propios agremiados y con una Escuela de Comunicación que nos quitó de las manos la posibilidad de hacernos licenciados.
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