Rodolfo Ortiz Vargas y su aporte a la Universidad de Costa Rica

Rodolfo Ortiz Vargas entregó su vida a la botánica y a la Reserva Biológica Alberto Manuel Brenes de la Sede de Occidente. Foto cortesía de Ronald Sánchez Porras.

El pasado 13 de enero, falleció el M. Sc. Rodolfo Ortiz Vargas, profesor emérito de la Universidad de Costa Rica, quien laboró en la Sede de Occidente alrededor de 25 años.

Su aporte a la docencia, la investigación y a la administración fue significativo, ya que gracias a su empeño y compromiso se logró poner en marcha la Reserva Biológica Alberto Manuel Brenes (ReBAMB). Este espacio es el laboratorio natural más grande de la UCR y ha generado gran cantidad de investigaciones nacionales e internacionales.

Compartimos la siguiente nota, escrita en el 2005, por motivo del 30 aniversario de la ReBAMB, como agradecimiento y homenaje que rinde la Sede de Occidente a don Rodolfo.

25 años en los bosques ramonenses

Rodolfo Ortiz Vargas dejó gran parte de su vida en los bosques ramonenses, durante 25 años se entregó a la labor administrativa, docente e investigativa de la ReBAMB de la Sede de Occidente.

En 1970 llegó a San Ramón a concluir sus estudios en biología y a iniciar la investigación para su tesis de licenciatura, la cual llevó a cabo en una finca ubicada en el sector noroccidental de San Ramón, sin saber que ese proyecto marcaría su vida profesional y personal.

Su formación como biólogo con especialidad en botánica y su identificación con las investigaciones en los bosques ramonenses lo llevaron en 1975 a ocupar el cargo de director de la ReBAMB.

En un principio, comentó don Rodolfo, viajó a Venezuela a cursar una maestría en ecología tropical como complemento profesional para asumir la dirección de la Reserva. Fue así como se egresó en dicho país y volvió a Costa Rica a realizar su tesis de maestría.

En su cargo de director, tuvo que realizar todo tipo de trabajos para acondicionar el sitio, principalmente durante los primeros años en los que solo se contaba con una gran área boscosa. “En un principio fue muy duro porque era una responsabilidad, a uno lo que le dieron fue una montaña sin nada, el trabajo se empezó con la ilusión de hacer algo”, aseguró.

Las labores iniciaron en un pequeño rancho propiedad del señor Álvaro Acosta, vecino de San Ramón, al cual se llegaba después de una caminata de aproximadamente 7 horas, desde el sector de los Lagos del distrito de Bajo Rodríguez, ubicado a 30 km del centro del cantón ramonense. Este recorrido incluía cruzar el río San Lorenzo muchas veces, esto complicaba el camino.

Poco a poco, con el esfuerzo de muchas personas, se fueron alcanzando metas, se construyó la estación biológica en un lugar de fácil acceso; para ello, el señor Bolívar Ruiz donó el terreno que hoy sirve de camino o servidumbre. Asimismo, por medio de una donación de la Fundación Volkswagen de Alemania, se consiguió dotar a la Reserva de un laboratorio y de electricidad. Además, se realizaron convenios con universidades y colegios nacionales e internacionales para realizar investigaciones y desarrollar la docencia.

Todos estos logros, comentó don Rodolfo, se dieron porque había gente con mucho entusiasmo que lo acompañó en su labor. Entre esta, destaca don Víctor Mora, quien fue biólogo residente en la Reserva y que, según don Rodolfo, fue un baluarte para el desarrollo de la ReBAMB.

Para este biólogo amante de la botánica, la Reserva fue su máxima satisfacción como profesional y como persona, “aunque hubo mano de muchas personas que me ayudaron, también sé que mi persistencia y mi tenacidad en no darme por vencido fue lo que permitió que hoy la UCR cuente con ese laboratorio natural”.

En 1999, don Rodolfo decidió pensionarse y dejar el que fue su hogar durante mucho tiempo, “tomé esta decisión para darle campo a la gente joven, creo que la Reserva necesitaba un aire nuevo”, señaló.

En el año 2000, por motivo de su salida, recibió la invitación de la Universidad de Bielefeld, Alemania (entidad que realizó importantes investigaciones en la ReBAMB), en donde le rindieron un homenaje de despedida. El aspecto más significativo de ello, explicó don Rodolfo, es que en esta universidad cuentan con un corredor de aproximadamente 10 metros de longitud, donde se expone fotográficamente la historia de la Reserva Biológica Alberto Manuel Brenes.