Desde hace aproximadamente 10 años, las costas del Caribe Sur de nuestro país sufren de una nociva pero silenciosa invasión, capaz de desestabilizar ecosistemas, alterar economías locales y poner en peligro a la población de estas zonas.
Se trata del pez león, oriundo de las costas australianas y el mar rojo. Esta especie migró a las playas de Florida y del pacífico norte estadounidense cerca del paso del milenio, teniendo sus primeros avistamientos en el Mar Caribe a mediados del 2006.
Este pez es categorizado como una especie invasora debido a que no ha evolucionado dentro del ecosistema en el cual reside. Así lo explica Helena Molina Ureña, doctora en Ictiología (estudio de los peces) e investigadora del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (CIMAR), quien ha registrado el avance de este organismo en conjunto con la Red de Científicos del Caribe.
Molina obtuvo en registro el primer avistamiento del pez león en territorio nacional en el 2009, para el año siguiente, los pescadores empezaron a sufrir las consecuencias. Desde entonces, las comunidades se han organizado para controlar la expansión de esta especie, sin embargo, no ha sido tarea fácil. “Esta es la peor invasión marina que ha tenido el mundo en 20 años”, afirma la investigadora.
La Universidad de Costa Rica (UCR) ha acompañado estos procesos por medio de la divulgación de datos estadísticos, talleres y conversatorios y análisis científicos de las especies desde los primeros avistamientos.
Estos esfuerzos fueron consolidados hace un año por medio del proyecto de Acción Social Gestión del control de impactos de peces marinos invasores en Costa Rica: el acompañamiento de la academia (ED-3329), con el cual Molina ha podido continuar su investigación e intercambio con las comunidades caribeñas afectadas por la invasión.
El Torneo de Pesca del Pez León en Manzanillo se ha convertido en una de las estrategias más exitosas para contrarrestar la expansión de esta especie. Desde hace 6 años, la Asociación de pescadores artesanales de Caribe Sur (Asopacs) ha organizado este torneo no solo para reducir la cantidad de peces león sino también para divulgar y concientizar sobre la problemática.
El concurso como tal ha crecido exponencialmente, recibiendo buceadores de México, San Andrés y otras partes del mundo. El mismo está dividido en dos categorías: buceo por apnea y buceo con tanque. Este año uno de los grupos de buceo ganadores en la categoría de cantidad fueron “Los Oseños” que viajaron desde la costa pacífica para participar del evento.
Los especímenes recolectados son juzgados por la Dra. Molina y sus asistentes para premiar a los ganadores, labor que realizan desde el primer torneo. De la misma manera, realizan análisis de contenido estomacal y conversatorios para instruir a la población sobre estos peces.
Una vez llevados a los laboratorios de la Escuela de Biología y con los instrumentos adecuados, los análisis de contenido mostraron que el pez león estaba comiendo gran parte de la fauna marina nativa incluyendo: cangrejos, camarón, caracoles y peces.
La Dra. Molina también indica que en otros estudios se han encontrado restos de langostas, uno de los dos productos pesqueros más extraídos en el Mar Caribe.
José Ugalde, pescador y miembro coordinador de Asopacs, afirma que en los últimos años han percibido una baja en la cantidad de peces y crustáceos, incluyendo langostas. Ugalde también corrobora que otras especies como el pargo de cola amarilla prácticamente han desaparecido de las aguas.
Si bien su desaparición no se puede atribuir solamente al pez león, debido a otros factores como el calentamiento de las aguas, sobrepesca, contaminación y dos años seguidos de tormentas tropicales; la Dra. Molina considera que la aparición de este pez es el único evento lo suficientemente nocivo como para explicar el descenso en el número de especies.
El pez león es considerado una especie invasora solo en los lugares donde no ha habitado desde su evolución, debido a que no existen controles naturales para reducir el tamaño de su población como depredadores. Sumado a esto, goza de una alta fecundidad, permitiendole a una hembra desovar hasta 2 millones de huevos por mes.
Además de su rápida reproducción, este pez es un voraz e insaciable carnívoro capaz de expandir su mandíbula y estómago para albergar más alimento. Al no poseer controles reales de su población, el pez león actúa como competencia de los peces pequeños cuando está creciendo y luego se convierte en depredador de otros peces, cuando alcanza su forma madura.
Estas alteraciones en las cadenas de alimentación animal cambian la dinámica dentro de los arrecifes y afectan las relaciones ecológicas de los organismos, incluyendo el funcionamiento de las algas y corales.
Este pez también cuenta con arpones llenos de toxinas venenosas en su espalda, toxinas que de acuerdo con la Dra. Molina, los centros médicos de la zona aún no saben manejar.
“Los ebais, las clínicas de la zona no tienen la más remota idea ni están preparados ni saben cómo reaccionar para curar un problema de estos, entonces se convierte en un problema de salud pública”, afirma la investigadora.
No obstante, tanto Molina como Ugalde, aseguran que las comunidades se han organizado para hacerle frente a esta invasión por medio de barridas diarias de pez león, donde pesadores bucean y extraen la especie de las costas, desarrollos de pesca y consumo de este pez, como su preparación en restaurantes y tenencia en acuarios, así como talleres, charlas y el mismo torneo.
Molina opina que si bien las autoridades del país no han medido el impacto real de lo que significa una invasión de especies marinas, admite que el modelo para lidiar con este pez podría ser importado e implementado en otros países que también están lidiando con este problema.
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