La bananera y sus casas de madera, los caminos de lastre y los pasos por montaña, el comisariato y el lechero que sonaba una campana, una Ciudad Neilly de apenas cuatro casas y un Golfito atareado con toneladas de banano moviéndose por el puerto. Los paisajes y las historias que en ellos transcurrieron, siguen vivas en la mente de don Carlos Vásquez, quien las cuenta en sus canciones.
Nació hace 79 años, en Puntarenas. Cuando tenía 8 años, llegó con su mamá a un Golfito que ya no existe, pero que mantiene vivo con su voz y su guitarra en el Coro de Adultos Mayores y con la música que interpretan jóvenes de la Etapa Básica y de la Rondalla Universitaria, dentro del proyecto Fortalecimiento de las artes (EC-459), del Recinto de Golfito de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Según cuenta, se crió en Golfito y le tocaron “las duras y las maduras”, pues su padre murió joven y se quedó sólo con su madre. “Me tocaba levantarme a las 2 de la mañana a moler una cajuela de maíz, repasarla, irla a vender. Yo nunca estuve en la escuela, no tuve educación y entonces me crié en la calle, aprendí a vender empanadas, rosquillas, tanelas, lo que mi viejita hacía, así me tocó crecer”.
Años más tarde, cuando cumplió 13, le consiguieron un “permiso alterado del patronato”, para que pudiera trabajar y entró a la bananera. Allí, cuenta, habían colegas que tocaban guitarras y le gustaba el ambiente, entonces aprendió imitando. “Mi viejita me compró un pedacillo de guitarra. Yo apenas los oía me venía a verlos, me memorizaba el signo de la mano y me iba para la casa en carrera, en la tarde, a practicar. Así fui aprendiendo, realmente nunca aprendí a tocar guitarra, solo a medio arremedar, pero me gustaba el ambiente y lo traía de familia”.
Don Carlos cuenta que su papá también era músico y que por eso él anda “el gusanito ese en el corazón, que me hace cantar”. Cuenta que no tuvo hermanos, pero que en su familia son todos músicos: primos y tíos. “Papá también, él era músico, yo más bien hice y hago más de la cuenta, porque no tuve ninguna preparación, esclavo al trabajo fui nada más”.
“Con la guitarra la música me fue llegando como desde adentro, después me dio por cantar, porque mi papá cantaba también, yo comencé a delirar ahí -dice entre risas- haciendo canciones y me fui, haciendo loco, y a la gente le fue gustando”, cuenta. Hizo canciones sobre la bananera, sobre cómo se veía el pueblo cuando estaba joven, de la vez que se enamoró.
Unos años más tarde, se integró a un conjunto y se “abrió campo”. En el 68, gracias al apoyo de los de la Orquesta Salomon Boy, escribió ‘Mi ausencia es por ti’ y se fue a San José a cantarla en “Las Estrellas se reúnen”, con Paco Navarrete (“casi nadie”, comenta orgulloso) de acompañante.
Aunque ya le pasó “la racha de la juventud”, el amor por la música no se le acaba, más bien se hizo más fuerte después de perder la vista a causa de su trabajo como pintor de la bananera. “Estoy ciego pero me siento feliz, porque la felicidad mía es la música y el baile, todavía boleros puedo bailar. Tenemos un trío, se llama Los Arias. Tocamos de todo, hasta mis canciones”.
Vásquez dice que él no se inventa nada, que su música, está basada en la realidad, aunque de vez en cuando toma historias prestadas de otros. “Las canciones son de mi experiencia, de la vida, como esa del maltrato a los adultos mayores, yo lo he vivido. También ‘Amorcito golfiteño’ esa es de que yo me enamoré aquí. Así con todo, es mejor hacer canciones con las historias que ponerse triste o pensar tonteras”.
Esas canciones y ritmos que cuentan la historia de un Golfito para muchos desconocido, en el último año y gracias al proyecto universitario, han sido recopiladas, escritas en lenguaje musical y ahora son interpretadas por agrupaciones vinculadas al proyecto de Fortalecimiento de las artes, del profesor John Ramírez.
“Esto yo nunca lo hice yo con ningún objetivo, ni interés, ni con ganas de hacerme rico, lo hice porque me nació. Escribí 34 canciones y ahora que a los jóvenes les gusten me pone contento. Es y sería un orgullo que no sólo en Golfito, sino donde se pueda, que sean rescatadas esas canciones”, concluye.
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