Antropólogos y familiares recordaron a Carlos Aguilar Piedra, en el marco de la conmemoración de los 50 años del laboratorio que lleva su nombre, en la Escuela de Antropología de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Durante la actividad, celebrada el 23 de agosto, el gremio reconoció las cualidades del arqueólogo, cuya destacada carrera lo hizo merecedor del Premio Nacional de Cultura Magón 2004.
Aguilar, fallecido en el 2008, estuvo a cargo de proyectos como las excavaciones en la zona arqueológica de Guayabo en Turrialba, el catálogo de las piezas de oro de la colección del Banco Central en el Museo del Oro y la colección del Museo del Jade.
Tras medio siglo de la fundación del laboratorio que reconoce su carrera, sus colegas presentes en la actividad recordaron sus cualidades como educador, quien más allá de profesor fue calificado como un maestro que inculcó en sus estudiantes la disciplina y la congruencia.
La exestudiante Ana Cecilia Arias recordó el valor que el prestigioso antropólogo le daba a la persistencia como clave para conseguir el éxito en el campo laboral, al afirmar a sus estudiantes que “hay dos maneras de lograr las cosas: esperar a que se las den o insistir para que se las den”.
El hijo del conmemorado, Fernando Aguilar, recordó el espíritu laborioso de su padre, el cual reflejó durante su vida con una sed insaciable por experimentar, desde el trabajar con hojalata y hacer máscaras, hasta aprender a investigar en computadora.
“Uno de los pensamientos que papá acostumbró a inculcarnos desde niños fue ‘una persona trasciende su vida no por los bienes materiales que poseen, si no por sus obras’”, expresó Aguilar hijo.
La antropóloga M. Sc. Carmen Murillo, quien también fue estudiante de Aguilar, recordó el aporte del académico en la construcción de conceptos simbólicos para la comunidad estudiantil de la carrera como “la cuñuñunga”, que describió como “algo que puede estar y no estar”.
Por su parte, la profesora emérita y primera antropóloga del país, María Eugenia Bozzoli Vargas, aprovechó el espacio para traspasar a algunos colegas pertenencias que Aguilar le había heredado, como un antiguo bastón hecho por el mismo científico.
Bozzoli invitó a continuar con el legado de Aguilar, para quien siempre fue relevante sentir a los artesanos indígenas que fabricaron los objetos e identificarse con la parte humana de esos sitios, que se convirtieron en el espacio de trabajo e investigación de la antropología.
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