Representantes de comunidades de diferentes zonas del país se reunieron el pasado 6 y 7 de agosto en el II Encuentro Nacional de Personas Afectadas por los Agronegocios, organizado por el Programa Kioscos Socioambientales de la Vicerrectoría de Acción Social (VAS) de la Universidad de Costa Rica (UCR) y diferentes Organizaciones No Gubernamentales.
El propósito de la actividad es que personas campesinas, agricultores pequeños, personas trabajadoras agrícolas, líderes y lideresas de diferentes comunidades que comparten el tema de la afectación por la agroindustria, en conjunto con el sector académico y el sector ecologista se encuentren para compartir las experiencias, reflexionar y profundizar en cuáles son las causas, por qué está pasando y qué se puede hacer, con el objetivo también de generar alternativas de forma colectiva, aseguró José Antonio Mora Calderón, docente de Kioscos Socioambientales.
Mora asegura que Costa Rica no es el único país en donde se viven las implicaciones de la agroindustria y que es fundamental hacer un análisis regional de esta problemática.
Verónica Villa Arias, investigadora invitada del Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración (ETC) de México afirma que es la misma gente de las comunidades la que puede generar verdaderos cambios y destaca con urgencia la necesidad de que circule información verdadera y con sentido común entre las personas que se ven afectadas por estos negocios.
“La vida campesina es la que tiene las claves para componer la relación entre la gente y la naturaleza que está tan dañada, en la medida en que hay más crisis climáticas, ambiental, económica, las empresas pues hacen [creer] que ellas son las necesarias para salir de la crisis (...) y son desde esos espacios desde donde podría hacerse una recuperación de lo que necesitamos todos para vivir”.
Durante el primer día del encuentro se trabajó en grupos por zonas y se buscó identificar aspectos como la visibilización de estas luchas, los aliados, los bienes comunes que se ven afectados, las estrategias para hacer frente y el trabajo en procesos de diálogo. Se desarrollaron temáticas como: la expansión piñera en la zona Norte-Norte, la salud comunitaria en el Caribe, las mujeres y el monocultivo, la salud y el trabajo agrícola en Guanacaste, la lucha contra agrotóxicos en Costa Rica, la defensa del agua en Guacimal y la resistencia campesina en Palmar Sur.
Simona Mairena Guido de la comunidad de Caño Negro, Los Chiles afirma que el monocultivo de la piña en la zona está atentando contra la salud de los hijos e hijas de la comunidad, en donde la contaminación del agua es uno de los mayores problemas “lo que estamos viviendo ahora es con la madre tierra que está intoxicada (...) ya las aguas no son iguales y además son aguas contaminadas”. Doña Simona afirma que estos encuentros son un despertar para ver que se puede luchar por la vida “estar organizadas porque todas estamos llevando una carga igual en nuestra comunidad” aseguró.
Gabriel Villalobos, un joven de la comunidad de Milano en el Caribe de Limón, asegura que hace más de quince años han venido luchando por el problema de la contaminación del agua con el agroquímico Bromacil y el desabastecimiento de este recurso en su comunidad. “Siempre que íbamos a pagar el agua, había un sello que decía no potable, no consumir y aún así se consumía, porque también estaba el camión cisterna que empezó dejando agua todos los días, luego día por medio y luego ya pasaba dos veces a la semana, entonces para una familia grande no podía subsistir con trece litros de agua cada tres días. Muchas veces el agua del camión cisterna venía sucia o traía mal olor y las personas preferían la de la tubería”.
Por su parte Aida Alvarado González de Santa Rosa de Osa y participante de la Red de Mujeres Rurales de Costa Rica, afirma que una de las luchas más grandes es la defensa de la tierra, que es algo que no se le adjudica a las mujeres “El poder decidir [por parte de las mujeres] va en torno a eso, a los bienes que usted tenga, a la tierra que usted tenga, cómo usted vive y lo que usted cuida”.
Doña Aída asegura que la lucha de las mujeres en las comunidades es de un constante trabajo con las mismas vecinas y vecinos, de concientización y educación. “Además de que somos trabajadoras, somos educadoras en el pueblo (...) cuando se unifique, cuando el dolor mío sea el suyo, todos juntos, y cada día haya más estos encuentros, es muy importante porque se va a unir y somos más, somos más los que luchamos. Cuando esto se unifique nosotros vamos a poder exigir”.
En la actividad también participaron estudiantes de los Trabajos Comunales Universitarios de la Escuela de Ciencias Políticas “Dialogando con el presente: recuperando la memoria histórica de las organizaciones políticas subalternas” (TC-666) y “Cartografiando el conflicto socioambiental” (TC-684).
Fabián Castillo Salazar, estudiante de Ciencias Políticas quién participa con el TC-666 en la comunidad de Milano en Limón, destaca que las luchas que se viven desde las diferentes comunidades, se dan de formas muy aisladas y esto dificulta los resultados, por lo que este tipo de espacios son fundamentales para generar otros canales y espacios de intercambio que enriquecen y generen capital social.
Entre las principales conclusiones destaca la necesidad de unir esfuerzos y juntar estrategias de lucha que permitan desarrollar acciones más concretas, “pensar la lucha no solo en términos de lo que hay que enfrentar, sino en términos de lo que hay que unir” aseguró una de las participantes.
El objetivo de quienes organizan el encuentro es que el espacio se mantenga para seguir visibilizando estas problemáticas.
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