Hace 117 años, Antón Chéjov narró la historia de la familia Prózorov. Las esperanzas que Masha, Irina y Olga tenían de abandonar el pueblo al que se habían traslado ––por el trabajo de su padre––, para empezar una nueva vida en Moscú, se han convertido en un clásico de las artes dramáticas.
Esta obra, estrenada en Teatro de Arte de Moscú el 31 de enero de 1901, ha inspirado una adaptación del mismo nombre que estará en las tablas a partir del 16 de agosto, gracias al trabajo conjunto del Teatro Universitario de la UCR y la Compañía Nacional de Teatro.
Aunque León Tolstói, otro de los clásicos de la literatura rusa, narraba en su libro Anna Karenina que todas las familias felices se parecían, pero que las desdichadas lo eran cada una a su manera, las adversidades de los Prózorov no están lejos de parecerse a las de otras familias en otros lugares y otros momentos.
La obra Las Tres Hermanas, que se va a presentar pronto en Costa Rica, nace como un homenaje al texto original; pero posee las características de un teatro propio, el cual emerge a partir de nuestra identidad nacional, de la realidad que nos circunda. "Cada vez tengo más clara la necesidad de historizar lo nuestro, lo propio, de que el teatro hurgue en sus múltiples realidades, pero vistas desde lo cercano, desde lo que nos identifica. Y no solo con el propósito de ensalzar, que también es válido, sino también para criticar, para generar cuestionamientos, porque la realidad, la actual o la histórica, la que nos compete, es susceptible a la mirada crítica que el arte puede hacer de ella”, explica José Fernando Álvarez, dramaturgo encargado de la adaptación.
Los conflictos del campo ruso y los cambios que provoca la presencia de militares ha sido traducida por Álvarez a la bonanza comercial de puerto Limón, en la primera mitad del siglo XX. Esta visión también permitirá acercarse a la etapa previa al conflicto político que sacudió al país, en la década de 1940.
Ana Clara Carranza, María Luisa Garita y Milena Picado son las actrices responsables de dar vida a Olga, María e Irene (nombres con los que ha sido adaptada la obra). Eduardo Carrillo, por su parte, representa a Andrés, el cuarto integrante de la familia cuya historia también es necesario conocer.
Bajo la dirección de Gladys Alzate, la obra logra explicar la historia y las realidades contemporáneas, aderezadas con elementos de la vida cotidiana, la magia y hasta los absurdos.
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