Cuando Fernando Hurtado llegó a la danza ya tenía 23 años. Trabajaba en una empresa de publicidad y había pasado su vida dedicado al fútbol, hasta que una beca le permitió trasladarse del sur de España, de donde es oriundo, a Montpellier. “Fue como lanzarse a la piscina. Me fui a Francia sin saber bailar, sin hablar francés, y eso es lo que hizo que mi vida cambiara”, recuerda ahora.
El perfil de Hurtado era algo distante al de muchas personas que con el afán de convertirse en bailarines profesionales llegan desde su infancia a los estudios de danza. A pesar de ser joven, ya era difícil que adquiriera las destrezas de estilos como el ballet, por eso, encontró en la danza contemporánea el espacio para desarrollar una carrera sobre el escenario y detrás de este.
“La danza contemporánea es universal. Acepta más edades, más condiciones físicas y más actitudes. El bailarín no tiene que ser un gran ejecutante pero puede poner interpretación y esencia en la escena, y eso lo hace más asequible y le da mayor libertad”, explica el artista sobre la elección que realizó.
Muchas de las experiencias que ha acumulado en sus casi tres décadas de trayectoria, Hurtado las define como “accidentes”: “por accidente” terminó siendo bailarín, “por accidente” fundó una compañía de danza reconocida internacionalmente y “por accidente” sus creaciones se han llegado a presentar en tres continentes.
En una mudanza a Asturias, en el norte de España, descubrió que llegaba a un lugar donde no había ningún espacio para la danza. “No quedaba más remedio que empezar a construir algo”, explica.
Empezó con proyectos personales y luego invitó a colegas conocidos con los que montó algunas coreografías. Una vez le ofrecieron contratarlo y así, de manera súbita, se formalizó la compañía de danza que lleva su nombre. “Si no fuera porque me pidieron dar una factura nada de esto hubiera pasado”, narra.
“Por accidente” también fue que el bailarín conoció a los representantes de la Compañía de Danza Universitaria de la UCR (Danza U). El vínculo se fortaleció con los años y se traduce ahora en “LIMBO”, un espectáculo preparado durante la visita de Hurtado a la institución y que se presentará para celebrar el 40.° aniversario de la agrupación a finales del 2018.
El trabajo con quienes integran Danza U se enmarca en la enseñanza, otra de las áreas en las que ha incursionado el coreógrafo. "No necesitamos discursos, necesitamos referencias, y lo que tú haces enseñando es eso. ¿De qué sirve hablar, hablar y hablar si de verdad no muestras la referencia?", resume.
Durante la década de 1990, Hurtado le dio una oportunidad a la danza y le cambió la vida, una experiencia que ahora quiere que le llegue a más personas.
Aunque el escenario es complicado, sobre todo porque la cultura es uno de rubros más afectados en tiempos de dificultades financieras, el artista recalca que eso no debe ser excusa pues no se está frente a un problema nuevo. “Sería decir que solo lo que da dinero es lo importante, pero el objetivo de la cultura es otro: crear pensamiento crítico, generar educación, hacer que la gente tenga empatía. Desde la Edad Media la realidad del artista es así. El bufón entretenía a toda la corte pero era el raro y el que siempre ha vivido pobre. Los que construían, los que vendían caballos, los que mandaban en la guerra eran los ricos”, recalca.
Es enfático en que así como se crean escuelas de fútbol para detectar talentos en los niños, es necesario hacerlo también con las artes para identificar el potencial desde la niñez, e insiste en que es vital que el público abra su mente para que llegue a disfrutar de diferentes manifestaciones del arte.
“A la danza hay que darle una oportunidad. Hay que tenerle una curiosidad como con la que uno decide probar una nueva cerveza, un nuevo sitio o va a Tailandia porque no conoce”, concluye.
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