Grace Herrera Amighetti perfeccionó su talento artístico a tal punto que una obra suya puede ser un paisaje, un bodegón o incluso una hoja en blanco.
Cada cuadro que ha pintado y cada papel artesanal que ha producido son evidencia de una vida dedicada a cultivar el arte, pero además de estar en sus productos, la huella de Herrera Amighetti se encuentra en cada artista que formó durante su trayectoria como profesora de Artes Plásticas en la Universidad de Costa Rica.
En reconocimiento a todos los aportes de la pintora, la Facultad de Bellas Artes y la Vicerrectoría de Acción Social han publicado Grace Herrera Amighetti y la polifonía de lo artístico: un viaje por su mundo visual, un libro que recupera parte de su obra y las ideas con las que transformó la enseñanza del arte.
“Doña Grace es una poeta visual”, describió el MSc. Rodolfo Rojas, vicedecano de la Facultad de Bellas Artes, durante la presentación del texto, que sirvió de homenaje a la artista. “Ella también nos ha mostrado que la investigación da valor agregado al talento nato”, agregó al explicar la forma en que Herrera ha amalgamado sus pasiones.
Cuando Grace Herrera llegó por primera vez a la UCR seleccionó la carrera de Artes Plásticas, pero un año después se fue a estudiar Trabajo Social. En esa área se graduó e incluso la ejerció por un tiempo en la Oficina de Bienestar y Orientación en la UCR, pero el arte estaba destinado a ser su modo de vida.
Luego de dedicar algunos años a la crianza de sus hijos, Herrera volvió a ser estudiante universitaria y completó entonces sus estudios profesionales en arte.
Las lecciones recibidas de profesores como León Pacheco, Paco Amighetti o Lola Fernández la siguieron acompañando siempre.
De esa época recuerda especialmente cómo le enseñaron a pintar la naturaleza. “Margarita Bertheau, para que evitaramos la monotonía del paisaje, no nos dejaba pintar con la pintura verde y Dinorah Bolandi, en lugar de usar el tubo de pintura de ese color nos enseñaba a crear verdes a partir de mezclas”, rememora.
Al culminar sus estudios, Herrera se convirtió en docente de la Escuela. De ahí se retiró en el 2007 cuando la declararon "profesora emérita", reconocimiento al que suma el Premio Aquileo Echeverría del 2013 en la categoría de Artes Plásticas.
“Grace Herrera Amighetti y la polifonía de lo artístico: un viaje por su mundo visual” es una creación colectiva liderada por Efraín Hernández, quien analizó la maduración de la obra de Grace Herrera, haciendo especial énfasis en motivos recurrentes como la figura femenina, la familia y los bodegones.
En el texto también intervienen Flora Marín con una biografía de Herrera y un recorrido por la ciudad en la que creció, Ileana Alvarado con una recopilación sobre el papel hecho a mano y su obra bidimensional, y Eugenia Zavaleta, que dedica su capítulo al abordaje que la homenajeada hace sobre las montañas.
La obra de Grace Herrera es diversa. Tiene acuarelas, óleos y acrílicos, muestras bidimensionales y con volumen y hasta ha creado materiales.
Igual de diversa fue su agenda en su estancia en la Escuela de Artes Plásticas. Estudiante primero y docente después, dedicó esfuerzos también al acompañamiento de los Trabajos Finales de Graduación, a estudiar el arte arqueológico de Guayabo y a sentar las bases de lo que serían las galerías permanentes de la Escuela. La acción social es, sin embargo, uno de los ámbitos donde el proyecto académico de Herrera dejó una de sus más grandes marcas. Su formación de artista y trabajadora social se combinó ahí para potenciar la extensión universitaria, trabajar en la divulgación de las artes y sobre todo para reformular el Trabajo Comunal Universitario, que permitió vincular al estudiantado con las comunidades, en especial las de Guanacaste.
“Llevo metida en la Universidad los últimos cincuenta años de mi juventud”, concluye Herrera.
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