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La investigadora Alex Obando describe la producción piñera en el país como un embudo, pues permite que un amplica participación en producción pero no así en comercialización y exportación. Foto Laura Rodríguez Rodríguez.

Ausencia de datos genera incertidumbre sobre impacto real de la expansión piñera en el país
21 jun 2018Ciencia y Tecnología
Investigadoras afirman que la producción piñera funciona actualmente como un embudo, pues permite una amplia participación en el cultivo de la fruta pero no así en su proceso de comercialización y exportación. Laura Rodríguez Rodríguez

Las favorables condiciones que permitieron introducir la producción piñera en el país y la forma en que se da su expansión en la actualidad evidencian una clara apuesta del estado costarricense respecto a la existencia del cultivo.

Así lo denuncian las politólogas  de la Universidad de Costa Rica (UCR) Tania Rodríguez y Alexa Obando, quienes desde hace varios años investigan la forma en este monocultivo impacta la dinámica social y económica de varias localidades del país.

Según Obando, Hawai experimentó durante los años 70´s diversos problemas socioambientales tras consolidarse como el mayor productor mundial de piña, situación que obligó a las productoras internacionales a buscar nuevos espacios de producción.

Explica que, en este contexto, es que la transnacional Dole, por medio de la subsidiaria Pineapple Development Company (PINDECO), introdujo al país expertos en agronomía y maquinaria especializada que demostraron la idoneidad de Costa Rica para la producción piñera.

“El estado empieza a ver que esto va a funcionar y entonces ofrecen facilidades de aranceles, para que toda la maquinaria que se va a importar no pague impuestos", señaló Obando.

Es en la década de los años 80´s y a partir de la implementación gubernamental de los Programas de Ajuste Estructural (PAE’s) que se da paso a la diversificación de exportaciones, con el objetivo de tener mayor competitividad en el mercado internacional.

Tania Rodríguez afirma que la introducción del cultivo en Costa Rica estuvo acompañada por la apertura de caminos, inversión de infraestructura y facilitación de espacios para la investigación de forma muy cercana al Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).

“Esto es un proyecto de estado, siempre lo hemos dicho” enfatiza la docente e investigadora, quien agrega que a diferencia del resto de estados centroamericanos, Costa Rica apostó por un producto de los más comprados en Europa y que además, ofrecía un mejor precio respecto al café y el banano.

Los agricultores dedicados a otros productos como el arroz, los frijoles o el maíz optaron por aprovechar las condiciones ofrecidas por el gobierno y poco tiempo después, la piña adquirió características de monocultivo de alta intensidad en suelo costarricense.

Según el VI Censo Nacional Agropecuario del 2014, el cultivo de piña se concentra principalmente en las regiones Pacífico Sur, Huetar Atlántica y Huetar Norte, donde los cantones de Upala, Guatuso, Los Chiles, San Carlos y Sarapiquí, concentran un 53% de la actividad.

“Hay un lógica de expansión entre territorio de frontera, pobreza y migración, donde está la gente que se dedicaba a la producción de granos básicos…estamos hablando de un estado que apuesta por este monocultivo y descuida al mismo tiempo los cultivos tradicionales y la soberanía alimentaria”, denunció Rodríguez

Según Obando, tras consolidarse en el país, la producción piñera funciona actualmente como un embudo, ya que “permite que todos entren a la producción pero no todos salen a la comercialización y a la exportación”, pues para esto se requiere acceso a empacadoras y certificadoras que garanticen la calidad del producto.

La situación ha desencadenado que los agricultores locales dependan de empresas más grandes para colocar sus productos, las que además, se valen de la contratación de personales migrantes cuya condición irregular les impide exigir cualquier tipo de derechos laborales.

Rodríguez denuncia la existencia de un discurso estatal concentrado en posicionar al país como el primer productor de piña o proyectar el cultivo como fuente de empleo, pero afirma que “la calidad del empleo que genera y los costos que deja a nivel territorial son muy graves”.

Las investigadoras concluyen que pese a las implicaciones del fenómeno y la clara existencia de las discrepancias entre los datos que reportan las diversas instancias que estudian el tema, “no se está dando un monitoreo real a la expansión piñera en el país” por parte del estado.

El el Censo Nacional Agropecuario del 2014 señaló sólo 37 500 hectáreas de piña en el país, mientras que el Monitoreo de Cambio de Uso de Paisajes Productivos (Mocupp) del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) realizado en el país en el 2016 contabilizó alrededor de 58 000 hectáreas.

“Todos esos datos son cuestionables y entonces nos preguntamos si el estado no tiene datos claros porque no puede o porque no quiere tenerlos, nuestra conclusión es que es muy sospechoso, porque hay recursos para tener esos datos y es también otra estrategia para no hacer visible realmente el impacto y la magnitud de lo que es la piña en Costa Rica” enfatizó Rodríguez.

Andrea Méndez Montero
Andrea Méndez Montero
Periodista, Oficina de Divulgación e Información.
Destacada en: ciencias sociales
andrea.menuzhndezmontero  @ucraguu.ac.cr

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