En lugar de proteger sus obras con un marco de vidrio y vigilarlas con un circuito cerrado de seguridad, tres artistas decidieron exhibirlas junto a unos marcadores para que el público que las disfrute las raye, les escriba y las intervenga. De eso se trata “Ósmosis”, una exposición en la que los espectadores se terminan convirtiendo en parte de las obras.
Surgida en Costa Rica en el 2016, la muestra ha recorrido diversos espacios en los que se ha ido nutriendo de las emociones y percepciones de los espectadores.
Su éxito y su calidad le permitieron ser seleccionada como la única participante internacional de la cartelera anual de la Casa de la Cultura de América Latina, localizada en Brasilia.
Detrás de “Ósmosis” están Rafael Chamorro, Carolina Parra y Xavier Villafranca. Los tres se formaron en la Universidad de Costa Rica y tanto Parra cómo Villafranca siguen vinculados a la institución como profesores de la Facultad de Bellas Artes.
Ya antes han trabajado de manera colectiva y en esta ocasión decidieron sumar a los espectadores a la creación de la obra.
“Integramos una muestra donde las piezas no tienen títulos ni ficha técnica, programamos una acción disponiendo notas y marcadores para que el público pueda participar interviniendo nuestras obras con lo que les sugieren las mismas, nuestras obras se permean así de la participación del espectador que deja huella sobre nuestro trabajo artístico”, explica Parra.
Villafranca, por su parte, destaca lo llamativo que resulta la posibilidad de participar de la obra. “El público inicialmente se acerca a la imagen con cautela y distancia, ya que la costumbre tradicional hacia la obra expuesta siempre ha sido de distancia; pero en el momento en que uno o varios espectadores toman la acción de participar, muchos se dan cuenta de que las obras están abiertas a la intervención pública”, indica.
Entre otros factores, “Ósmosis” se ha vuelto llamativa por su diversidad.
Además de los componentes tradicionales, el equipo artístico encontró en la tecnología a un aliado para sumar atractivo a su obra. Impresiones, proyecciones y elementos móviles llenan de vida la Galería Acervo, sala de la Casa de la Cultura en que la obra fue ubicada.
Ahí, los espectadores que comprendieron que en este caso dibujar sobre las obras no era dañarlas sino complementarlas, les han dejado su huella. “Ósmosis” ahora habla en portugués.
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