Según la Encuesta Actualidades 2017, publicada en diciembre pasado por la Escuela de Estadística de la Universidad de Costa Rica (UCR), el 78,1% de la población considera que es fácil o muy fácil conseguir marihuana, seguido de cocaína (52,5%) y crack (50,3%). Además, el 80% de la muestra considera que en los próximos dos años aumentará la cantidad de personas consumidoras.
Esos datos confirman la tendencia que muestran las estadísticas del Instituto de Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), las cuales dicen que entre los años 2010 y 2017 el consumo de marihuana pasó de solo 7.7% al 17,7%.
Según el Informe Mundial sobre las Drogas, publicado en mayo del año pasado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, aproximadamente un tercio de las ganancias obtenidas por los grupos delictivos son producto de la venta de drogas, y gran parte de estas son obtenidas por el consumo de personas jóvenes.
En medio de este panorama, la Escuela de Enfermería de la UCR, mediante su proyecto de trabajo comunal “Creación de espacios de fortalecimiento de habilidades para la vida, que prevengan el consumo de drogas en estudiantes de décimo, undécimo y duodécimo año” (TC-687), ha impulsado actividades en poblaciones estudiantiles de las comunidades de San José, Pavas, San Juan de Tibás y Desamparados.
“Durante el año 2018, nuestro plan es continuar con el trabajo en función de los objetivos planteados para cumplir con las metas establecidas. En este momento, se establecieron relaciones sólidas con diferentes instituciones dentro del Área Metropolitana, específicamente en Curridabat, La Unión, San Rafael de Alajuela y Belén”, comentó el Dr. Daniel Martínez Esquivel, coordinador del proyecto.
Este proyecto se propone brindar espacios de reflexión para fortalecer las habilidades sociales que empoderen a las y los adolescentes en la toma de decisiones. El TC-687 se aborda desde el proceso identitario que están viviendo los jóvenes, momento en que se fortalecen su autoestima y confianza, y adquieren nuevos conocimientos para superar situaciones.
Los estudiantes universitarios participantes en este proyecto les proponen a las y los colegiales actividades para construir, a partir de sus experiencias, conocimientos sobre la temática de drogas y sus implicaciones. Todas se realizan siempre en términos desde lo positivo, priorizando la promoción de la salud y creando vínculos con sus comunidades y entornos familiares.
Antes de ingresar al centro educativo, “las acciones se han coordinado de la siguiente manera: reuniones estratégicas con las autoridades responsables, primer contacto con la población, valoración y elaboración del diagnóstico de necesidades, planificación de estrategias de habilidades para la vida que prevengan el consumo de drogas e implementación de las mismas”, explicó Martínez.
Para el Dr. Martínez, un proyecto como este presenta varios retos. El primero es sobre cómo impactar la vida de estudiantes universitarios vinculados e incidir en su futuro desempeño profesional.
Otro tiene que ver en cómo crear una relación recíproca beneficiosa para la UCR y los jóvenes participantes en los colegios. “El tercer desafío del TC-687 es brindar un servicio de alta calidad que responda de manera satisfactoria a las necesidades identificadas en las comunidades de manera responsable y ética. Y por último, establecerse como una red de apoyo sólida y en constante crecimiento, que valide los derechos humanos de quienes lo necesiten”.
En el TC-687 participan estudiantes de diferentes carreras, como Enfermería, Medicina, Psicología, Orientación, Educación Especial, Ingeniería Eléctrica y Derecho. Para ellos su paso ha sido un encuentro con realidades de superación y deseos de cambios entre los adolescentes.
Silvia Salazar VIllegas, estudiante de Enfermería, expresó su satisfacción: “Me siento muy feliz, estoy dando algo. Tal vez hoy les dijimos una cualidad positiva de ellos, algo que nunca les dicen, y les pedimos que ellos dijeran algo positivo de sí mismos, que por cierto les resulta complicado; eso es muy motivante para lo que uno hace”.
Finalmente, María José Cordero Porras, de la carrera de Derecho, al concluir su paso por el proyecto manifestó: “Me llevo muchas enseñanzas, no solo con buscar nuestro bienestar como estudiantes, sino por querer siempre que el TCU efectivamente deje huella en aquellos que tengan contacto con él; todo eso me lo llevo para mi futuro profesional, académico y personal".
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