La Dra. Araya realizó sus estudios de primaria y secundaria en la Escuela Laboratorio y en el Instituto Julio Acosta García respectivamente; ambas casas de enseñanza son entes públicos. Luego ingresó a la Universidad de Costa Rica para iniciar su pasión por la medicina. “Mi única posibilidad de estudiar medicina y una especialidad era en la UCR. Por suerte, tuve la bendición de entrar”, afirmó.
Karla RichmondSu nombre es Beatriz Araya Chacón, tiene 35 años, es residente en Oncología Quirúrgica de la Universidad de Costa Rica (UCR) y su preparación adicional en Argentina le ayudó a desarrollar un criterio médico innovador que hoy utiliza el Hospital San Juan de Dios (HSJD) para mejorar la reconstrucción facial de personas que, por tener cáncer de piel localizado en su rostro, deben ser operadas.
Pero su aporte no se detiene ahí. También trajo consigo nuevos conocimientos orientados a evitar amputaciones en pacientes, los cuales son ocasionados por sarcomas -tumores malignos en tejidos- ubicados en partes blandas del cuerpo humano.
Al preguntarle sobre su preparación, la Dra. Araya no tarda en responder que ella es el resultado de la educación pública, el esfuerzo y empeño realizado como estudiante, desde que empezó su especialidad en el 2012, se refleja en el promedio de sus calificaciones que por cinco años se mantuvo por encima de nueve.
Lo anterior motivó que la UCR la becara en el 2017 para realizar una rotación en el extranjero. El objetivo fue ampliar su formación en cáncer de piel, una enfermedad cuyo nivel de tratamiento aún se encuentra débil en Costa Rica. Según la Dra. Araya, tan solo en el HSJD anualmente se atiende a 129 pacientes, cada uno recibe 2,5 procedimientos en promedio solo en esta enfermedad.
Así inició lo que ella describe como una experiencia llena de expectativas pero también de temores. La joven especialista realizó seis meses de residencia en el Hospital Roffo en Buenos Aires, uno de los más prestigiosos de la región, y bajo la supervisión del Dr. Abel González, reconocido médico quien se formó con el renombrado Dr. Mohs, creador de la técnica estándar de cuidado para el cáncer de piel en el mundo.
La Dra. Araya relató cómo vive, siente y crece un médico, la importancia de la formación constante y los valores como elementos claves a fin de lograr el ejercicio humanizado, principalmente, ante una enfermedad que se caracteriza por generar constante dolor tanto a enfermos como a sus familias.
–¿Qué la motivó a movilizarse y tener una formación adicional en el campo de la oncología quirúrgica?
–Beatriz Araya Chacón: "El tema que a mí me gusta es el cáncer de piel y partes blandas. Este ha sido un área débil en Costa Rica porque no hay nadie especializado en el país desde el área de la oncología quirúrgica. Entonces busqué un lugar donde poder ir y que tuviera un servicio conformado en esa área. Argentina fue el país que escogí.
Y bueno, todo inició desde que ingresé al Hospital San Juan de Dios, primero a Cirugía General en el año 2012. Solo en el Servicio de Oncología Quirúrgica hay más de once médicos asistentes especialistas. Cada uno, además de ser especialista en Oncología Quirúrgica, tiene una sub-especialidad en algún área.
Cuando uno ingresa a la residencia le meten esa espinita de que no es suficiente quedarse con lo que aprendemos aquí, que hay que leer todos los días, salir de este país y ver cómo se hacen las cosas en otra parte. Esta experiencia nos abre la mente para entender que el conocimiento en medicina cambia todos los días.
Esa fue la motivación que recibí y decidí buscar cómo irme a rotar en algo que fuera provechoso y que beneficiara a mis pacientes, al Servicio de Oncología del HSJD y al país en general. Después de venir de Argentina me di cuenta que muchos de los casos, los cuales antes eran imposibles de resolver, ahora les encuentro soluciones alternativas".
–¿Cuáles son esas soluciones que usted menciona y que actualmente están aportando a mejorar la medicina nacional?
–BAC: "Los principales aprendizajes estuvieron orientados a la reconstrucción facial en los pacientes con cáncer de piel en la cara y el abordaje de sarcomas.
Algunas veces, como parte del tratamiento y de acuerdo al paciente, se hace una cirugía con la función de eliminar el cáncer. Al mismo tiempo, se reconstruye la cara con la intención de que la cicatriz no se note y que sea estéticamente aceptable, siempre de la mano con los principios oncológicos. Esto es muy valioso a nivel psicológico para el paciente porque la cara es su forma de presentación.
En cuanto a los sarcomas, lo más importante está en hacer todo lo posible para evitar amputaciones, que es lo que en casos muy específicos se lleva a cabo. Es ahí cuando podemos buscar otras soluciones y que la persona logre conservar una parte importante de su cuerpo".
–¿Cómo fue su experiencia en el hospital Roffo en Buenos Aires y los retos al momento de enfrentar casos clínicos?
–BAC: "En Argentina me fue muy bien. Antes de irme, dos médicos de mi servicio, que ya conocían al especialista con el que tenía que rotar, me decían que tuviera cuidado porque era un profesional estricto. Era una persona rigurosa, pero hay que reconocer que es un verdadero genio.
Se suponía que yo estaría bajo sus enseñanzas solo tres meses, pero a petición suya me quedé con él todo el tiempo que estuve en el Hospital Roffo. Fue todo un honor.
En esa experiencia se aprende que no hay que asustarse ni dejar que el temor nos paralice, solo hay que hacer las cosas bien, cumplir con lo que le toca y hacer lo mejor posible. Tampoco hay que pensar que otros países son mejores que Costa Rica.
Algunos de mis compañeros en Argentina nunca habían puesto una vía central -sonda que entra en una vena y termina en el corazón o en una vena de mayor tamaño- porque no habían tenido la oportunidad. Nosotros en Costa Rica tenemos el privilegio de recibir una formación excelente en la UCR".
–Al salir al extranjero y tener esa experiencia, ¿cómo describiría la formación proporcionada en Costa Rica?
–BAC: "La Caja Costarricense del Seguro Social es vital. La institución nos facilita el espacio físico, los materiales, la tecnología y, lo más importante, los pacientes. Esto nos permite realizar la práctica clínica con una responsabilidad compartida, lo que significa que al atender un paciente, siempre va a haber alguien que nos respalde, enseñe y ayude en todo lo que se necesite.
Eso es súper importante y no es así en todos los países. Cuando me fui a Argentina saqué un record quirúrgico como parte de lo que me solicitaban y me di cuenta que había hecho más de 1.200 procedimientos como cirujana principal. La práctica permite desarrollar la motora fina y eso se nota. Mi jefe en Argentina me lo reconocía todo el tiempo".
–El hospital Roffo en Buenos Aires es público y en Costa Rica también labora en un hospital público, ¿qué comparaciones podría hacer en relación con ambos sistemas públicos de salud?
–BAC: "Me impresionaba ver que las distancias en Argentina son enormes. Los pacientes viajaban 400 kilómetros para un control oncológico.
También fue sorprendente que a los pacientes se les daba un papel después de cada procedimiento, en el cual se les indicaba que en la próxima cita debía traer gasas y microporo. Así se generaba un banco de materiales para los pacientes que no tenían. Si alguno necesitaba una acetaminofén, se compraba en la farmacia del frente. En Costa Rica solo hay que hacer fila en la farmacia del hospital.
Otro tema sensible era que a algunos de mis compañeros no se les pagaba. La situación del país es tan difícil, que los médicos trabajan como residentes de día y en las tardes hacen guardias en otros hospitales con el objetivo de mantenerse mientras concluyen la especialidad.
Realmente debemos reconocer que somos afortunados y que esas situaciones no pasan usualmente en nuestro medio".
–¿Qué mensaje le daría a un estudiante que aspire a una especialización o esté en este proceso de formación?
–BAC: "Al principio, el proceso de adaptación a una dinámica laboral y académica resulta todo un reto personal y familiar, porque es una nueva etapa de la vida que cambia por completo.
En el hospital hay que aprender a vivir; al principio pasamos más tiempo ahí que en nuestra propia casa. De hecho, por esa razón se nos llama residentes, de ahí salió el nombre.
Además, hay que trabajar mucho y llegar a la casa a estudiar. El conocimiento no solo se adquiere con la práctica, es necesario respaldar la práctica con teoría y aprobar los exámenes. Hay que preparar clases y las otras responsabilidades de un estudiante.
Invito a los estudiantes a que aprovechen todas las ventajas que da la residencia, profesores, especialistas, infraestructura, tecnología, pacientes y oportunidades. También, los animo a buscar cómo salir de Costa Rica para valorar más claramente todo lo que tenemos aquí y para actualizarse, aprender cosas nuevas y así fortalecer nuestra red de salud que, como sabemos, es una de las mejores de América Latina".