El pasado 18 de febrero a las 7:00 p. m., a más de 380 kilómetros de San José, sonó en vivo el pasodoble “El Gato Montés”, una adaptación para el Ensamble de Saxofones A de la Universidad de Costa Rica elaborado por su directora Sandra Herrera Bermúdez.
El concierto apenas iluminado por un único bombillo, tenía de fondo el sonido muy cercano de las olas que caen sobre la playa Las Caletas, en Drake. Los ocho músicos que ad honorem tocan en la agrupación, esta vez enmarcados por un escenario natural y a cielo abierto, ofrecieron un repertorio de 14 piezas a la orillita del mar, el primer concierto de música en vivo para la comunidad. El hecho quedará en la historia del pueblo y en la memoria del público de esa noche.
Las Caletas, Rincón, Progreso, Agujitas y Los Planes, han sido las comunidades en las que el Trabajo Comunal Universitario: Taller de Investigación en Salud Comunitaria para la Península de Osa, inscrito por la Escuela de Estadística, ha sembrado el trabajo de un grupo de más de 60 estudiantes de varias carreras.
El trabajo, que es liderado por la profesora de la Escuela de Estadística de la Universidad de Costa Rica, Milena Castro Mora, inició su planificación en el 2015 y de momento tiene una conclusión clara: los habitantes de la zona se exponen a tomar agua sucia.
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En la Municipalidad de Osa señalaron que no se tienen datos del número de personas que viven en los cinco poblados atendidos por el Trabajo Comunal Universitario (TCU), además indicaron que los datos del censo no están desagregados para Drake, dando muestra de lo muy lejos que están.
El trabajo elaborado, entre otros, por estudiantes de microbiología, ingeniería química y eléctrica demuestra que, en varias zonas la acidez del agua baja a 5, un dato fuera del rango normal (que debe ser entre 6,5 y 8,5), solo ese hecho indica que el agua no es apta para el consumo humano, y sin embargo lo es. La turbidez no debería superar el 5. (Ver tabla: Libro resumen de calidad del agua por cada comunidad PH y turbidez)
José Alfredo Jiménez Carrillo es un vecino de Agujitas y comentó que no fue hasta que los chicos de TCU llegaron, que él, su familia y la comunidad se enteraron de que estaban tomando agua sucia.
“Ahora, nos están dando consejos, conocemos de los filtros, verificamos la naciente y lo de la desinfección, los muchachos hacen un trabajo muy bueno aquí, antes nadie hacía estas cosas, hace unos meses atrás nadie sabía”.
Una vez se encontró un mono muerto en el tanque de recaudación de agua que alimenta a estas poblaciones, en otra ocasión los parásitos enfermaron a algunos ciudadanos y continuamente hay riesgo de que la problemática afecte al turismo, la principal actividad económica de la zona.
El problema se agrava porque salir de estos poblados hasta Sierpe, para poder recibir atención médica especializada, es una apuesta que supera el bolsillo de la mayoría. El viaje, de más de una hora, tiene un costo cercano a los ¢140.000 y los botes tienen una capacidad máxima de 25 personas.
“Por eso es que la gente nos agradece mucho que hagamos actividades en sus zonas, porque salir cuesta mucho y ahora llevar música en vivo es toda una hazaña, hay que ir por mar, también estamos organizados por tierra pero la música sonará en la playa”, dice orgullosa la coordinadora del TCU, Milena Castro.
Un horno de barro para hacer pan y comercializarlo, huertas de hidroponía en las cercas de varias casas, talleres exploratorios y de formación para niños y adultos, – un detalle al tono de los tiempos es que piden que se aborden temas de sexualidad–, y datos específicos sobre la calidad del agua y la cantidad de pobladores son aportes del TCU. Además, 60 pares de oídos atentos y manos serviciales se suman a la lista de los tributos del TCU a esta población, que ahora sí se sabe que es de 1100 vecinos.
El trabajo de contar a las 1100 personas que viven en Drake y que serían impactadas por la acción social de la UCR, fue uno de los primeros proyectos, el dato resultó acorde con las proyecciones distritales que hace el Centro Centroamericano de Población (CCP-UCR).
El 16 de febrero hubo dos conciertos en Agujitas, los ocho saxofones convocaron a la comunidad en el Centro Comunal que a la vez funciona de colegio, las sillas se coparon de niños bien arreglados y dispuestos a escuchar por vez primera un ensamble de saxofones.
Sandra dirigió a sus músicos y entre pieza y pieza, le explicó a la audiencia las distintas voces de los instrumentos: el Saxo Soprano, el Saxo Alto, el Saxo Tenor y el Saxo Barítono. Los aplausos para cada uno de los dorados metales y sus peculiares sonidos no se hicieron esperar, y ante las miradas curiosas, la directora también explicó por qué movía sus manos al dirigir.
El concierto continúa, mientras afuera del salón, algunos de los estudiantes universitarios recogen los materiales del taller de robótica que acaban de impartir. Escucho comentar: “una niña me dijo que qué lindo lo que hacíamos, que quiere llegar a la Universidad para hacer lo mismo (…) me quedo con eso, todo valió la pena”.
En esta gira, la primera del 2018, acompañan a la coordinadora Milena Castro un grupo de 40 estudiantes y 10 músicos, el grupo multidisciplinario incluye a estudiantes de arquitectura, educación, varias ingenierías, microbiología y medicina. Todos con el objetivo de investigar y aportar desde sus áreas de conocimiento a la salud pública de Drake.
Los grupos van cumpliendo 300 horas de trabajo, pero ya son insuficientes, pese a la voluntad de algunos de extenderlo a 600. El interés es inscribir un proyecto de investigación que les permita continuar formalmente con la elaboración de soluciones viables para potabilizar el agua.
De momento, se ha construido un filtro de prueba que se ubica en la casa del biólogo Pablo Riva Hernández y lleva allí unos meses, el mismo pretende ser una opción de ayuda que tal vez un día se pueda reproducir para toda la comunidad. Aunque apenas se trata de un prototipo inicial, el filtro es símbolo de un compromiso real de los estudiantes con Drake.
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“¡Somos de los mismos!” me dice Van Van (cuyo nombre completo es Enrique Vangeninden Vanden Bleeke), que pese a tener dos apellidos extranjeros, es el único dueño costarricense de las tierras costeras cercanas al Parque Nacional Corcovado, él nació allí.
Tres enormes árboles de mango de su terreno protegen de la selva al campamento, con las 10 tiendas de campaña que han albergado a los estudiantes por cuatro noches. Van Van goza de los chicos del TCU afirmando que todo se vuelve feliz cuando ellos están allí. La noche del concierto en Las Caletas fue un regalo para él, conmovido solo dijo “¡Me encantó!”.
El 18 de febrero, al filo del medio día, el campamento que albergó a los 40 estudiantes estaba recogido, decenas de bultos y silenciosos muchachos arrecostados en lo largo de la playa esperaron a las embarcaciones que los llevarían a Sierpe. Todos menos tres estudiantes que con equipos, hielera y hielo corrían a la casa del biólogo Pablo Riva Hernández a sacar la muestra de agua de su filtro. La muestra no puede sumar más de 24 horas antes de ser analizada, y para que llegue al laboratorio aun quedan siete horas de viaje y la noche entera del domingo.
El lunes a primera hora, Luis César Rivera Montero, estudiante avanzado de Microbiología, llevará las muestras al Laboratorio de Aguas y Alimentos en la UCR, luego de haber logrado que durante todo el trayecto la misma se mantuviera a temperatura de hielo, –un objetivo complejo cuando se está a más de 30 grados Celsius–, por eso entre el taxi lancha, la carga y descarga y las corridas para conseguir hielo, en los buses y a lo largo del camino hasta San José, brillaba como oro, sobre todo el escenario y la enorme logística, la hielera con la muestra.
Antes de la partida, Van Van elabora una corona de hojas frescas en agradecimiento, la misma se coloca en la poza que hace el río antes de llegar a su desembocadura y bajo el murmullo calmo de una catarata en verano. Suelta varias frases cargadas de muchas horas de reflexión en el paraíso y concluye “El peor pecado es querer aparentar lo que no se es”.
Como parte de las actividades de Acción Social de la UCR, el Trabajo Comunal Universitario: Taller de Investigación para la Salud Comunitaria de la Península de Osa, se ofrecieron cuatro conciertos en la zona en febrero del 2018.