Las aguas tropicales del Parque Nacional Isla del Coco son el hogar de uno de los depredadores acuáticos más grandes del mundo, el tiburón tigre (Galeocerdo cuvier). Llamado así por el patrón de rayas que adorna su piel, este animal es caracterizado por sus hábitos alimenticios.
El tiburón tigre es una especie solitaria, independiente, a diferencia de otras especies, como el tiburón martillo, que se desplaza en cardúmenes de cien especímenes. Es llamado el “basurero del mar” porque tiene una dieta que abarca desde peces hasta llantas.
“Es una especie de tiburón que se alimenta de todo lo que se encuentre a su paso, es bastante oportunista,” explicó Mario Espinoza Mendiola, biólogo especializado en ecología y comportamiento de tiburones del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar), de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Durante los primeros años de vida, el tiburón tigre se alimenta principalmente de peces. Cuando está grande prefiere alimentarse de tortugas marinas, aves, rayas e inclusive otros tiburones, dieta que ha llevado a considerar a la especie como un “depredador tope”. Un animal es un depredador tope cuando se encuentra en la cima de la cadena alimenticia; es decir, no son alimento de otra especie de depredador en su ecosistema. Adicionalmente, esta especie controla las poblaciones de otros depredadores más pequeños, ya que se alimenta de ellos.
“Mucha gente erróneamente clasifica a todos los tiburones como tiburones tope, pero hay tiburones grandes y pequeños. Los tiburones tigre sí son depredadores tope y tienen un papel ecológico importante,” aclaró Espinoza.
Especies como el tiburón tigre regulan el ecosistema y las poblaciones de otras especies. El biólogo aseguró que cuando este tipo de especies escasea, el ecosistema comienza a colapsar. Por ejemplo, el tiburón tigre regula las poblaciones de tortugas marinas en Australia. Las tortugas se alimentan de pastos marinos, pero cuando hay menos tiburones las poblaciones de tortugas aumentan y al haber más tortugas alimentándose de estos pastos, el alimento disminuye y muchas tortugas pueden terminar muriéndose de hambre.
“No sólo afecta a una especie, sino que también perjudica la abundancia de todo un ecosistema,” añadió Espinoza. “Todo está conectado. Estamos tratando de entender esas interacciones y conexiones”, señaló.
En el caso de la Isla del Coco, el tiburón tigre es el que posee esa responsabilidad, ya que no hay otro depredador que controle ese ecosistema. Especies como el tiburón blanco prefieren aguas más templadas, por lo que el tiburón tigre no tiene contra quien competir.
El tiburón tigre fue alcanzado por el ojo mediático el pasado diciembre debido al ataque mortal de un individuo de esta especie a una turista en la Isla del Coco, mientras esta se encontraba buceando. Ante una posible reacción precipitada de la gente a raíz del acontecimiento, Espinoza y la comunidad científica optaron de inmediato por hacer un llamado para mantener la calma.
“Los tiburones no son malos, son importantes. Es un signo de que la Isla está bien. Es uno de los pocos refugios en el mundo donde todavía hay muchos tiburones. Pero hay un riesgo al nadar con tiburones”, reconoció el científico.
Estos hechos lo motivaron a él y a un grupo de colegas, buceadores y fotógrafos a emprender un estudio acerca de las poblaciones de tiburones en la Isla del Coco: el tamaño de la población, su distribución y su comportamiento.
“El fin es tener mayor certeza del tamaño de la población actual, detectar cambios, identificar sitios con mayor cantidad de individuos y desarrollar mejores protocolos de seguridad al bucear,” amplió Espinoza.
Actualmente el equipo está colaborando en la elaboración de una base de datos de fotografías del tiburón tigre para analizar a los individuos de esta especie que residen en la Isla del Coco.
Adicionalmente, se planea marcar algunos ejemplares para darles seguimiento satelital y así poder conocer su desplazamiento. El trabajo está empezando, sin embargo, Espinoza anhela continuar el proyecto por muchos años para reconocer posibles cambios a lo largo del tiempo.
Es probable que este depredador oportunista se aprovecha de la estacionalidad en la que las aves se reproducen y de la llegada de ciertos organismos migratorios en determinadas épocas del año.
“No sabemos si están todo el año ahí o si migran hacia otros lugares, pero sabemos que la Isla del Coco es un ecosistema rico en diversidad, y que por tanto, los tiburones tienen alimento todo el año y por esa razón no tendrían que irse”, dijo el especialista.
Los accidentes más comunes con tiburones ocurren con surfistas y bañistas, ya que estos vertebrados acuáticos confunden la silueta de la tabla o del bañista con su presa. Generalmente, realiza un ataque o un mordisco de prueba que en muchos casos puede resultar letal.
“Es poco probable que ocurra con buceo. El incidente de diciembre fue un evento bastante aislado. Las empresas turísticas tienen más de 25 años de llevar a miles de turistas a bucear entre cientos de tiburones”, opinó Espinoza.
Para evitar correr riesgo, el experto sugiere no separarse del grupo al bucear, ya que es difícil que un accidente de este tipo pase en un grupo grande.
“Este tipo de eventualidades ocurre sólo en ocasiones muy aisladas, pero hay que recordar que son tiburones, no son patitos o mariposas,” concluyó Espinoza.
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