De acuerdo con el censo agropecuario del 2014, en Costa Rica existen cerca de 19500 hectáreas sembradas de frijol. Es decir, una extensión equivalente a 270 veces el Parque de la Sabana.
El frijol que se siembra en Costa Rica suple la cuarta parte de la demanda nacional y brinda empleo a miles de productores a lo largo del país. Así lo afirma el agrónomo e investigador, Néstor Chaves, quien coordina la Estación Experimental Agrícola Fabio Baudrit (EEAFBM) de la Universidad de Costa Rica.
Fundada en 1955, con el nombre de "Finca San Fernando", la EEAFBM en San José de Alajuela, suple y reproduce las dos primeras categorías genéticas de semilla de frijol a nivel nacional por medio del proyecto de Acción Social Producción de semilla Genética y de Fundación de frijol (ED-158).
Única en el país, esta estación obtiene semillas de alta calidad por medio de un proceso llamado mejoramiento genético, la primera categoría que obtienen se conoce como semilla genética.
Esta semilla es el primer paso del sistema oficial de reproducción de frijol iniciado por la propia EEAFB, el cual permite obtener semillas de alta calidad que cumplen con cuatro requisitos fundamentales: alta pureza genética y física y alta calidad fisiológica y fitosanitaria. Dicho proceso es certificado por la Oficina Nacional de Semillas (ONS), ente fiscalizador de calidad a nivel nacional.
La EEAFB también lleva más de 30 años trabajando con asociaciones de pequeños productores organizados (ASOPROS) de diversas regiones del país, con los cuales ha generado un sistema alterno de producción local, en donde estas semillas genéticamente mejoradas son suministradas y repartidas entre los asociados para obtener frijoles de alta calidad a un menor precio.
El sistema está adaptado a las necesidades de los productores locales, permitiéndoles sembrar variedades criollas únicas de sus zonas, proceso que sería imposible dentro del sistema oficial. Gracias a la modalidad, las ASOPROS pueden autoabastecerse de semillas y procurar la comercialización del grano por parte de sus asociados.
Según Ana Yanci Fonseca, presidenta de la Asociación de Productores de Guajaral, el mayor reto de unirse al sistema de producción local ha sido reeducar a los agricultores para que utilicen las semillas fundación en vez de sus propias semillas, no obstante, gracias al sistema logran abastecer a todos los miembros y han establecido relaciones comerciales con cadenas como Walmart a quienes les venden los productos.
Alexander Fallas, líder de la asociación de productores de Chángena, afirma que gracias a las semillas que compran de la EEAFBM, sus granos son de mayor calidad y obtienen una mayor producción. Aunque la adquisición de estas semillas es pequeña en comparación con otras asociaciones debido a su cantidad de miembros, Fallas destaca que la capacitación que han recibido los productores por más de 6 años es invaluable.
A la fecha, la EEAFB se ha vinculado con asociaciones de productores en Veracruz y Águila de Pérez Zeledón, Guajaral, Concepción y Chángena de Buenos Aires, Sardinal de Carrillo, Pueblo Nuevo de Upala y Los Chiles.
Una vez obtenida la semilla genética, ésta se vuelve a sembrar y cosechar obteniendo la semilla fundación. Esta nueva semilla luego es suministrada al Consejo Nacional de Producción (CNP) para que por medio de sus reproductores se obtengan las nuevas categorías, la semilla registrada y por último, la certificada.
A medida que se siembran las diferentes semillas, éstas aumentan en cantidad. La última de estas semillas dentro del proceso, la certificada, se utiliza para cultivar el frijol que todos conocemos e incorporamos dentro de nuestras dietas.
En el caso del sistema local, los productores reciben las semillas fundación y deben sembrarlas para obtener las dos última semillas.
Desde la EEAFBM, también se establecen Comités Técnicos en las diferentes localidades para garantizar la fiabilidad del proceso y la calidad del producto final. Estos grupos son fundamentales para que el sistema de producción local prospere, así lo afirma Chaves, quien ha colaborado con la capacitación de sus miembros sobre procesos de siembra, fiscalización y evaluación de lotes, inspecciones de campo, manejo del cultivo, enfermedades transmitidas por semilla y manejo post cosecha.
Estos comités fungen como entes certificadores, puesto que la ONS no puede fiscalizar todos los procesos en las diferentes comunidades. De acuerdo con Álvaro Ulate Hernández, coordinador del Programa de certificación de frijol de la OGS, las supervisiones en las etapas de floración, precosecha y cosecha de la semilla deben ser realizadas de 3 a 4 veces por ciclo.
Según indicó Chaves, los productores nacionales no solo deben enfrentarse a problemáticas ambientales como bajadas de temperatura que afectan la polinización de las semillas, sino también a un sistema de mercado que favorece a los grandes compradores sobre los propios agricultores.
Si bien el ámbito de regularización comercial es aún incierto, la EEAFBM permite una mejor distribución de semillas de calidad a nivel nacional para que todos los sectores puedan competir de cierta manera en el mercado. Asimismo, la estación también desarrolla nuevas variedades de frijol acorde con las amenazas o temporales que se detecten en el país.
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