Por suerte, existe un enemigo natural de la mosca: la avispa (Diachasmimorpha longicaudata). Esta se puede reproducir masivamente bajo condiciones controladas para liberarla en el campo y así lograr reducir las poblaciones de moscas y, por ende, el uso de agroquímicos en las plantaciones de frutas tropicales.
Mejorar el proceso de producción de este parasitoide es el objetivo que persigue el estudio realizado por la ingeniera agrónoma Rossy Morera Montoya, quien es estudiante de la Maestría Académica en Ciencias Agrícolas y Recursos Naturales con énfasis en Protección de Cultivos de la UCR y funcionaria del Servicio Fitosanitario del Estado (SFE).
Actualmente, en Costa Rica el Programa Nacional de Moscas de la Fruta del Servicio Fitosanitario del Estado (SFE) del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) es el único ente en el país encargado de criar y reproducir masivamente los géneros y especies de moscas de la fruta y sus parasitoides.
Morera descubrió que depositar una cantidad exacta de larvas de Ceraritis capitata en el dispositivo de parasitación que se utiliza en el laboratorio donde las reproducen puede marcar una diferencia importante para aumentar la vida útil del parasitoide Diachasmimorpha longicaudata.
Su objetivo es que este aporte sirva para avanzar hacia una producción de mayor escala en el país que contribuya a combatir las pérdidas provocadas por al mosca de la fruta. “Han existido diferentes cuellos de botella en el proceso que se han ido mejorando y afinando y esto no había sido analizado todavía. Cuando llegué al proceso de cría me di cuenta de que el volumen de larva era un punto importante a medir, sobre todo por la manipulación que se hace del hospedero” enfatizó la investigadora.
Duración: 15 días
1. Los adultos de la mosca Ceratitis capitata se alimentan, copulan y ponen sus huevecillos en una malla.
2. Los huevecillos se someten a un proceso de burbujeo por 24 horas para estandarizar su maduración para que todas las larvas emerjan al mismo tiempo.
3. El huevecillo eclosiona y sale la larva, la cual se alimenta hasta que llega al estadío L3.
4. La larva se somete a rayos X. Esto evita el desarrollo de la mosca y en caso de que emerja alguna sería estéril.
5. Las larvas se colocan en aros que sirven como dispositivos de parasitación. Allí la hembra del parasitoide Diachasmimorpha longicaudata llega a depositar sus huevecillos dentro de las larvas.
6. El parasitoide se alimenta de la larva de la mosca y al final lo que emerge de la pupa es una avispa.
El estudio demostró que colocar un volumen de 80 cc de larvas L3 en el dispositivo de parasitación es óptimo para lograr la mejor calidad de parasitoide, mientras que, si se coloca un mayor volumen 100 cc de larvas aumenta la mortalidad o un menor volumen, 60 cc o 70 cc, no hay diferencias significativas.
Para determinar la calidad de las avispas Morera realizó una análisis multicriterio que incluyó variables como el porcentaje de parasitismo, la fecundidad, el porcentaje de emergencia, la mortalidad, la habilidad de vuelo y la proporción entre machos y hembras. También se validaron correlaciones entre variables como el peso de la larva y la fecundidad que demuestran que el tamaño de la larva del hospedero puede influir en una mejor calidad del parasitoide.
La profesional y estudiante de maestría recalcó la importancia de ver la producción masiva del parasitoide Diachasmimorpha longicaudata como un proceso industrial y para ésto es necesario introducir cambios en ciertas variables que produzcan pequeños resultados que contribuyan a afinar el proceso para llevarlo escalas industriales como ya lo hacen otros países del mundo.
Para realizar su investigación Morera contó con acceso a la planta de producción del Programa Nacional de Mosca de la Fruta y con la tutoría de la profesora Dra Helga Blanco Metzler, especialista en manejo integrado de plagas y ecología de insectos de la Escuela de Agronomia de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Las moscas de la frutas han sido por décadas un dolor de cabeza para los productores de frutas en Costa Rica: cas, guayabas, jocotes, mangos y naranjas son algunas de las frutas tropicales que se ven afectadas por la mosca que se ha estudiado en el país desde inicios del siglo XX.
En el país se han aplicado diferentes estrategias para controlar esta plaga que en los años 80 llegó a afectar más del 90% de las especies de frutales de importancia comercial. Una de las más utilizadas es el control biológico que empezó a aplicarse desde los años 70 con la cría masiva de Ceratitis capitata, con el objeto de liberar machos esterilizados, y la producción de parasitoides que cortan el ciclo de reproducción de la mosca.