Los manglares representan un hábitat importante para las aves, porque pasan la noche en ellos y les proveen abundantes recursos alimenticios. Su presencia ha sido motivo de fascinación para muchos turistas y habitantes locales.
Los manglares, por tanto, se convierten en una zona atractiva para realizar turismo de observación de aves, una actividad creciente en el mundo. Según datos del Instituto Costarricense de Turismo, nuestro país ostenta el puesto número cinco a nivel mundial en esta actividad, en la que compite principalmente con Perú.
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En el caso de la ciudad de Puntarenas, como en muchas zonas costeras, la actividad es incipiente y poco considerada como una oferta turística, dado el desconocimiento de las especies que se observan aquí y su relevancia para presentarlas como atractivas a los visitantes.
Además, se concibe el manglar puntarenense como un lugar seriamente alterado y sin oportunidades para realizar turismo en él, situación que el Tribunal Ambiental Administrativo lo confirmó en 1997 y 2012, al indicar un alto deterioro y pérdida de cobertura vegetal.
Se suma a esta realidad la falta de empleos, el agotamiento de la actividad pesquera y la sobrepoblación humana en la zona urbana aledaña al manglar.
Ante esta problemática, realizamos un estudio con la colaboración de la Universidad de Costa Rica (UCR) y el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), que consistió en el conteo durante un año de las aves existentes en cinco canales del manglar y en la ciudad de Puntarenas. Además, visitamos las islas no habitadas del Golfo de Nicoya.
Se realizó una visita por mes con dos salidas en el mismo día a los mismos canales; una en la madrugada y otra al atardecer, para anotar las aves que estaban en la zona de fango, en el interior del bosque de manglar o en el borde de este. Se registró también la condición de la nubosidad para establecer si existía alguna influencia de la luz en la actividad diaria.
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También se efectuaron entrevistas a turistas en la playa de Puntarenas, con el objetivo de determinar su interés en comprar un tour de observación de aves.
El conteo arrojó un total de 11792 aves distribuidas en 120 especies, lo que representa el 12% de las aves registradas en el país. En promedio, se observaron 601 individuos y 39 especies por mes, con una densidad de 4,71 aves por hectárea.
Las especies más comunes del manglar corresponden a Euducimus albus (ibis blanco) con 1261 individuos (10,7%) seguida de Numenius phaeopus (zarapito trinador) con 1037 individuos (8,79%) y Actitis macularius (alza colita) con 711 individuos (6,03%).
Otras especies se mencionan no por su abundancia, sino por su belleza y rareza, entre ellas Plathalea ajaja (espátula rosada), Falco peregrino (halcón peregrino), y Mycteria americana (cigüeñón blanco).
El 59% de las aves corresponde a especies residentes, el resto son principalmente especies migratorias de Norteamérica (17%) y solo se registró una especie de América del Sur.
Además, se observaron dos especies endémicas: el colibrí Amazilia boucardi y el pájaro carpintero Melanerpes hoffmannii.
El mejor momento para hacer la observación de las aves corresponde a abril, que es cuando converge un mayor número de especies migratorias y residentes. Luego los valores decaen de forma significativa en junio.
Las aves se congregaron principalmente en la zona de fango, seguida del área del borde del manglar, como un reflejo del comportamiento de alimentación, dado que el limo o barro es un lugar rico en invertebrados marinos, un recurso muy apetecido por estos animales.
El mejor momento de observación de mayor cantidad de especies es en la mañana en días despejados, coincide con su alimentación, además es la hora en la que las aves migratorias inician su desplazamiento a otras zonas. Por la tarde se observan más individuos, pero de especies residentes.
El 42% de las aves de la ciudad de Puntarenas está presente también en el manglar de la misma zona, mientras que en las distintas islas del Golfo de Nicoya únicamente el 20%. En general, el número de especies observadas en Puntarenas es similar al de países como Australia, Malasia y Singapur. Inclusive, las especies residentes superan en número a países como Brasil y Australia, por ejemplo.
No obstante, según la entrevista aplicada a turistas, el 71% de personas nunca ha visitado el manglar de Puntarenas, aunque cerca de un 60% estaría dispuesto a visitarlo. El 29% de personas que sí fueron al manglar indicó que no les pareció tan atractivo, pero el 90% indicó que no contó con la orientación de un guía naturalista.
Finalmente, lo más llamativo fue observar la especie endémica Amazilia boucardi, conocida como colibrí de manglar o Mangrove Hummingbird. Esta ave es una de las 1226 especies que poseen distribución única y restringida en el mundo (endemismo), que se encuentran en peligro de extinción.
A. boucardi fue descrita por primera vez en 1877 por Mulsant, en la propia ciudad de Puntarenas, con el nombre de Arena boucardi.
Consideramos que esta ave debería ser el emblema de esta ciudad, debido a que fue el primer lugar en el mundo donde se observó y registró su presencia. De esta manera, se rescata un elemento exclusivo y autóctono de la zona, como lo hacen otras regiones, como Nueva Zelanda con el kiwi o los suramericanos con el cóndor de la Cordillera de los Andes.
En definitiva, el manglar de Puntarenas posee un alto potencial para desarrollar la actividad de observación de aves, al tener una alta diversidad de especies, muchas de ellas residentes, que se les puede observar durante todo el año.
Es importante estimular este tipo de turismo, dado que representaría una nueva forma de ingresos para la población puntarenense. Está demostrado que un turista extranjero amante de las aves permanece más días en un sitio de observación de aves, que cualquier otro. En consecuencia, se genera un encadenamiento productivo de las zonas rurales donde se desarrolla la observación, a la vez que se vigila el recurso manglar, se desestimula la destrucción del hábitat y de otras actividades ilícitas como la pesca y el narcotráfico.
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