"¡Qué calor hace ahora!", "¡nunca había llovido así!", "¡no habíamos tenido un año tan seco!" son expresiones que a menudo escuchamos o pronunciamos ante la sensación de calor y de bochorno, la poca lluvia o los fuertes aguaceros, y que por lo general, atribuimos a los efectos del cambio climático.
Los datos disponibles sobre temperatura de los últimos 50 años indican que hay una tendencia al calentamiento en varias zonas de Costa Rica. Sin embargo, el período analizado es muy corto para llegar a resultados concluyentes y se necesitarían registros más largos para determinar las verdaderas causas del aumento en la temperatura.
Los registros de la temperatura del período comprendido entre 1960 y 2015, obtenidos en siete estaciones del Instituto Meteorológico Nacional (IMN) distribuidas en distintos puntos del país, muestran que San José se ha calentado significativamente entre 1960 y el 2015 (ver gráfico).
Los datos fueron analizaron por los expertos del Centro de Investigaciones Geofísicas (Cigefi) de la Universidad de Costa Rica (UCR), Dr. Hugo Hidalgo León y Dr. Eric Alfaro Martínez, con la colaboración de Blanca Calderón Solera y Natalie Mora Sandí, funcionarias de este Centro.
Estos cambios en la temperatura podrían deberse a diferentes razones de origen humano, como por ejemplo la urbanización creciente que provoca islas de calor y compromete los registros más largos que están normalmente disponibles en las principales ciudades analizadas, aunque también son consistentes con las causas ligadas al aumento en la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
Algunos factores naturales en las variaciones climáticas no se pueden descartar por completo, aunque habría que estimar la contribución de estos componentes en las tendencias observadas.
"Los datos muestran que ha habido un calentamiento significativo consistente con el calentamiento global", afirmaron los científicos. Sin embargo, aclararon parte de estas modificaciones en la temperatura en distintas regiones del país podrían deberse a la variabilidad natural, "sobre todo porque uno de los moduladores del clima en América Central es la variabilidad multidecadal en el Atlántico, lo que quiere decir que unos grupos de décadas tienden a ser más fríos y otros más cálidos", explicó Alfaro.
Por eso, cuando la gente dice que "nunca ha llovido así", significa que antes no teníamos 800 urbanizaciones ni habíamos pavimentado todo el terreno, como ocurre actualmente. Sí ha llovido así, solo que antes el agua se infiltraba y ahora la escorrentía es mayor. Pero esto no es cambio climático, son cambios antropogénicos", enfatizó el especialista.
Una situación similar se ha observado en los estudios realizados por el Cigefi sobre los huracanes y sus efectos en Centroamérica. Al respecto, Alfaro comentó que han detectado que no hay evidencia científica de que la ocurrencia de los huracanes en el mar Caribe o cercanos a América Central esté aumentado, sino que desde los años cuarenta a la fecha la ocurrencia de estos fenómenos meteorológicos se ha debido a la variabilidad natural del clima. "Lo que sí han aumentado son los impactos, pero esto no es debido al cambio climático, es que la vulnerabilidad y la exposición de la población son mayores", añadió.
El calentamiento que registra la ciudad de San José es producto en gran parte a lo que se denomina una "isla térmica", que ocurre en los centros urbanos donde la superficie se ha cubierto de cemento y se han construido muchas edificaciones, con lo cual la capacidad de retener el calor procedente de la radiación solar aumenta, al contrario de lo que sucede con la cobertura natural o zonas verdes, que absorben el calor y refrescan el ambiente.
Hidalgo señaló que los datos recogidos sobre San José tienen el sesgo del efecto de las islas de calor, que se ve más que todo en las ciudades, porque se juntan fenómenos globales y locales, de origen natural y social.
"Se suman el efecto global del cambio climático, el efecto antrópico (humano) y el efecto local, que es antrópico también y que consiste en el cambio del uso del suelo, el cual influye en las temperaturas locales", explicó Hidalgo.
La información capturada de las otras estaciones metereológicas analizadas revelan que hubo una tendencia hacia el calentamiento en varios lugares de la vertiente del Pacífico, como Coto 47 (Zona Sur), Quepos y la Estación Experimental "Fabio Baudrit Moreno" de la UCR, en La Garita de Alajuela. La única excepción es Liberia, en la provincia de Guanacaste, que no mostró un cambio significativo en la temperatura.
Mientras tanto, los registros de la estación de Limón tampoco indicaron variaciones importantes, sino más bien el comportamiento observado responde posiblemente a la variabilidad natural del clima a lo largo de los años y de las décadas.
"Me llama la atención la diferencia encontrada entre el Pacífico y el Caribe. Mucha gente habla del calentamiento referido a toda la región y hace un promedio de cifras. Pero cuando se desgranan los datos se ve que estos no son iguales en todas las regiones del país", destacó Alfaro.
En relación con la Zona Norte del país, la estación de Ciudad Quesada presentó una tendencia hacia el enfriamiento, pero no se sabe con exactitud cuáles factores han repercutido en este resultado.
"Es difícil saber con certeza por qué esto está ocurriendo esto en Ciudad Quesada -expresó Hidalgo-. Habría que analizar la nubosidad y la radiación que está llegando al suelo, estos factores podrían influir en el enfriamiento. Nos faltan datos para llegar a conclusiones".
La relación existente entre las temperaturas y las precipitaciones y sus consecuencias en Centroamérica han sido abordadas en investigaciones anteriores del Cigefi. De acuerdo con Hidalgo, en una publicación del 2013 evidenciaron "cambios significativos" hacia reducciones en la escorrentía de las ciudades de San José, Costa Rica, y Tegucigalpa, Honduras después de la década de los años ochenta.
Las conclusiones a las que llegaron no fueron del todo atribuibles al cambio climático, porque "parecía que había una señal natural sobrepuesta; es decir, un ciclo natural montado sobre la señal de cambio climático que hacía ver que en San José, a partir de los años 80, la escorrentía superficial ha ido decayendo", detalló.
Además, al estudiar la precipitación en América Central los científicos estimaron que la contribución de la variabilidad climática natural era mucho mayor que la tendencia observada en las últimas décadas.
Y es que resulta difícil separar los diferentes factores que intervienen en el calentamiento, debido a que estos muchas veces se superponen. No solo hay que considerar el calentamiento global causado por los cambios en las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, que es un fenómeno a nivel planetario, sino que también hay modificaciones en el ámbito local que influyen en el clima y en la hidrología, y que son ocasionadas por los seres humanos. Entre estas se pueden citar la desertificación, la deforestación y los cambios en el uso de la tierra.
Por ejemplo, el aumento en la temperatura puede causar incrementos en la demanda de agua de la atmósfera, lo que se conoce como evapotranspiración, y su consecuencia inmediata es el aumento de la aridez y la reducción de la escorrentía superficial, que es el agua que llega a los ríos. Puede que llueva igual, pero la temperatura es diferente y provoca que haya menos agua en los ríos. "Todo el sistema climático está relacionado", aclaró Hidalgo.
Estos aspectos serán objeto de investigación en un proyecto nuevo del Espacio de Estudios avanzados de la UCR (Ucrea), que el Cigefi desarrolla bajo el liderazgo del Dr. Hugo Hidalgo y que tiene como objeto de estudio la problemática en el Corredor Seco Centroamericano.
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