La actividad de clausura estuvo a cargo de Valérie November, investigadora del Laboratorio Técnicas, Territorios y Sociedades de la Universidad de París Este (Latts); y de Allan Lavell, Coordinador del Programa de Estudios Sociales en Riesgo y Desastres de la Facultad Centroamericana de Ciencias Sociales (Flacso), quienes compartieron sus reflexiones finales del taller, destacando el aprendizaje y saberes en gestión del riesgo mediante el intercambio de experiencias entre instituciones, disciplinas y nacionalidades diversas.
Mientras que November realizó un breve recuento acerca de los aprendizajes durante todas las sesiones del taller, los temas abordados y las posibles preguntas que pueden plantearse a partir del mismo, Lavell se centró en explicar cómo se debe transformar la gestión del riesgo desde enfoques más reactivos y correctivos hacia uno más propositivo.
Para el experto, se debe migrar de la idea de la gestión del riesgo hacia la gestión del desarrollo sostenible. “Tenemos sistemas únicos de gestión de riesgo que reúnen cosas tan distintas como lo prospectivo, lo reactivo y lo correctivo. Debemos saber que el desastre, desde la perspectiva del desarrollo, es el indicador más fehaciente de insostenibilidad, de una ruptura en la relación sociedad ambiente, ya sea éste construido o natural”, señaló Lavell.
El representante de Flacso agregó, además, que se debe dar un enfoque más positivo al tema de la gestión del riesgo, pues siempre se piensa como algo previo a la catástrofe. Esta visión fue compartida por Valérie November, quien considera el riesgo como una oportunidad, tomando en cuenta principalmente la experiencia del terremoto de Cinchona ocurrido en enero del 2009 en Costa Rica y el proceso de reconstrucción.
Durante la gira de campo, los investigadores visitaron, además, la comunidad de Sarapiquí, para conocer el Sistema de Alerta Temprana y realizaron un viaje en panga por el río Sarapiquí con el fin de conocer sus características.
Las cuatro jornadas del taller estuvieron caracterizadas por la interdisciplinaridad y la variedad de enfoques en las diferentes investigaciones expuestas.
Las experiencias de los habitantes de La Carpio y sus mecanismos para convivir con el riesgo de inundación fueron presentados junto a las estrategias desarrolladas por el estado Holandés ante el riesgo de sumersión marina –dado que la mitad de su territorio está por debajo del nivel del mar– y la transformación del vínculo tierra-mar de dicho país.
A dichas investigaciones se les sumó el caso de las poblaciones afectadas por el accidente nuclear de Fukushima en Japón, y los diferentes puntos de vista ante el riesgo de radiación a largo plazo que implicaría volver a sus hogares tras seis años tras ocurrido el incidente.
Jonathan Fayeton, investigador francés del Latts, compartió un análisis sobre los ejercicios de simulaciones de crisis y el “final feliz” de los mismos. Para Fayeton, en las simulaciones la posibilidad de un fracaso no resulta deseable, pues podrían tener consecuencias negativas sobre la credibilidad de los servicios del Estado encargados de proteger a la población.
De allí que en dichos ejercicios los participantes siempre terminan con el control de la situación. Sin embargo, esto resulta perjudicial a largo plazo para las organizaciones encargadas de la gestión de crisis, explicó el experto, pues los ejercicios no se ajustan a lo que podría pasar en una crisis verdadera.
Otro tema desarrollado durante las sesiones del taller estuvo vinculado a la comunicación del riesgo. El caso de la Red Sismológica Nacional (RSN:UCR-ICE) de la UCR y su uso de las redes sociales para comunicar situaciones de riesgo y, a la misma vez, educar sobre temas asociados a sismos fue presentado como un caso de éxito por Lepolt Linkimer, coordinador de la Red.
En esa misma sesión participó la Universidad Nacional con varias ponencias, entre ellas, sobre el fortalecimiento de las personas adultas mayores y su participación activa en la gestión del riesgo desde un abordaje intergeneracional.
Uno de los principales objetivos y alcances del taller “Espacios, territorios y contextos en la gestión del riesgo” fue constituirse en un espacio para cruzar saberes mediante la articulación multiinstitucional logrando así, una dimensión global en torno a la gestón del riesgo y el papel de la academia.
Uno de los principales retos de la comunidad académica es lograr que el conocimiento trascienda los laboratorios y las aulas. Por eso, el taller contó no sólo con la participación de investigadores, sino también de profesionales que trabajan con la gestión del riesgo. Para Sofía Guevara, coordinadora de la actividad, abrir el espacio de diálogo y generar una posterior publicación de las reflexiones del encuentro son dos formas de lograr incidencia.
Por otra parte, para Alice Brenes -encargada del programa de gestión de riesgo de la Universidad Nacional- este taller sirvió para dejar en evidencia que no importa desde cuál parte del mundo se realice investigación en gestión del riesgo, es necesario que la academia plantee soluciones e intervenga desde diferentes espacios y sectores.
La investigadora añade que, debido a los anterior, la universidad –particularmente la pública– debe ser mediadora. “No sólo basta poner a disposición la información, las universidades debemos realizar una mediación pedagógica. No podemos seguir tirando la información tan cruda, hay que saberla comunicar para que pueda ser utilizada”, apuntó.
Este taller fue un esfuerzo conjunto entre la Facultad de Ciencias Sociales de la UCR y el Laboratorio Técnicas, Territorios y Sociedades de la Universidad de París Este (Latts), con el apoyo de otras instituciones nacionales.
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