Algo muy interesante tenía que estar pasando en los celulares. De veinte personas que estaban sentadas en el Pretil de la UCR un viernes en la mañana, por lo menos dieciocho estaban concentradas en sus teléfonos. Reían, tecleaban, ignoraban todo lo que pasaba a su alrededor.
No importaba si estaban en pareja o con sus grupos de amigos, la interacción de las personas -y su mundo en general- se reducía a las aplicaciones que cada quien tenía abiertas y a quienes les respondían al otro lado de la pantalla.
La escena se ha vuelto tan cotidiana que la gente se dejó de preocupar por lo deshumanizante que resulta y fue entonces cuando el arte detectó una oportunidad para cuestionar a la sociedad y llamarle la atención sobre cuán dependiente se había vuelto de la tecnología.
De ese análisis surgió “El largo ahora”, una propuesta artística sin precedentes que han desarrollado en conjunto Danza Universitaria y el Teatro Abya Yala.
Lo que inició como un proyecto pequeño entre dos grupos artísticos con ganas de experimentar nuevas maneras de hacer arte, se ha convertido ahora en una obra que combina artes escénicas, danza, música y tecnología multimedia, todo esto acompañado de una base académica inspirada principalmente en los escritos de la socióloga y psicóloga Sherry Turkle.
Turkle, formada en Harvard y académica del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) ha investigado desde mediados de la década de los 90, los efectos de la tecnología en la vida cotidiana. Uno de sus artículos más famosos es “Alone together”, en el cual hizo un llamado a apagar los teléfonos para comenzar a vivir, se convirtió en la inspiración principal para el desarrollo de “El largo ahora”.
Carolina Valenzuela, productora del espectáculo, explicó que el proceso de creación se extendió por más de ocho meses. Además de la investigación original se realizaron una serie de charlas y conversatorios en los que participaron profesionales en artes, computación, filosofía, ingeniería y ciencias sociales, de manera tal que se construyera una visión integral del fenómeno.
“El objetivo no es una obra aleccionadora. La tecnología no es algo nuevo si no de hace miles de años y puede ser buena o mala, tiene un doble papel y ahí es donde queremos que el espectador decida”, explicó Valenzuela.
Para generar esa reflexión se contará con un elenco mixto de bailarines y actores que estarán acompañados de una producción audiovisual interactiva.
Si bien “El largo ahora” realiza críticas a la tecnología también ha encontrado en ella un aliado para revolucionar las artes.
A diferencia de otros espectáculos que inician con la advertencia de apagar el celular, en este el público está invitado a acompañarse de sus teléfonos inteligentes para darle seguimiento a la obra en tiempo real, acceder a la música utilizada y disfrutar de otras innovaciones.
Otro ejemplo es Shé, un protagonista virtual del montaje. Se trata de un robot nao que forma parte del reparto de la obra y que participa en las coreografías como el resto de los humanos en escena.
Para asegurar de ese disfrute tecnológico se ha venido desarrollando también “El largo ahora-documental interactivo”, a cargo de la MSc. Ana Xochitl Alarcón y el Dr. José Fonseca, docentes de la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva.
Para Alarcón, se trata de una experiencia multimedia que supera la visión tradicional del arte grabada desde un palco o desde el punto de vista del público sino que se mezcla cómo un elemento más del escenario.
“Esto parte de los desafíos que se plantean con la digitalización de la televisión donde los contenidos ahora no deben ser solo para las pantallas convencionales. Ahora también viene producción para redes sociales y otras plataformas y esa es parte de la idea de nuestra propuesta”, indicó.
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