¿Sabía que casi 700 pueblos, ríos, volcanes, playas y calles de Costa Rica tienen nombres de comida?
La destacada lingüista M. L. Flor Garita Hernández repasó varios de estos nombres, desde Achiote hasta Zapotillal, pasando por Gallo Pinto y Medio Queso, durante la conferencia inaugural “Toponimia y gastronomía en Costa Rica” de la IV Semana de la Diversidad Lingüística.
Garita, la homenajeada de esta edición, sabe de lo que habla: durante cerca de 25 años, ha publicado cinco libros y dirigido tres tesis sobre los nombres de los lugares de Costa Rica (rama llamada toponimia), con lo que abarcó la totalidad del territorio nacional.
“Cuando se decidió dedicarle la Semana de la Diversidad Lingüística a doña Flor, fue por su trabajo de casi 30 años sobre la toponimia del país. Es un trabajo que mapea absolutamente todo el país y va más allá, va incluso a la red vial, a las urbanizaciones… Eso no pasa en casi ningún país del mundo”, dijo el Dr. Carlos Sánchez Avendaño, coordinador de la actividad y exalumno de la homenajeada.
Otros nombres de comidas tradicionales son Mondongo y Olla de Carne (se trata de dos conos volcánicos) o Tamales (un poblado en Puntarenas).
También los ríos tienen su historia: en Pérez Zeledón hay una quebrada que se llama Almuerzos. “Cuando la gente iba a trabajar, comía a la orilla de la quebrada. ¿Cómo es que se pone el nombre, cuál es el hábito de la gente? ‘¡Mirá, ahí donde almorzamos! ¡Mirá, ahí donde hay carne!’, hasta que se queda quebrada Carne o quebrada Almuerzos”, comentó la investigadora Flor Garita durante su conferencia.
De acuerdo con sus datos (a los que está por agregar más nombres), la mayoría de lugares “comestibles” se llaman como un fruto (cerca del 45%): Bananos, Limón, Naranjo, Pejibaye, Platanar, Tamarindo… Así, tenemos más de 30 lugares que se llaman Cacao, con al menos 9 poblados, una playa y un estero, varios cerros y muchos ríos. Por otra parte, Zapote, Zapotal y Zapotillal nombran cerca de 90 lugares, incluyendo al que alberga la Casa Presidencial.
Después de los frutos, aparecen los pescados y mariscos (10%), como Barbudal, Camarón, Sabalito y Peje.
A pesar de su productiva carrera como investigadora, la profesora Garita Hernández se sorprendió cuando le dijeron que sería la homenajeada de la IV Semana de la Diversidad Lingüística. “No sé, yo investigué y trabajé, pero nunca para recibir ninguna recompensa. Yo amo mi profesión, yo soy una profesora de nacimiento”, dijo.
“Ahora me siento muy halagada, y estoy asustadísima por todas esas cosas que salieron después de que escribí los libros porque, imagínese, uno no piensa que vayan a salir cosas así tan interesantes”, agregó la investigadora.
Flor Garita Hernández ingresó a la UCR en 1966 a estudiar Matemáticas, un área que considera cercana a la Lingüística. Sin embargo, como perdió un primer curso, se cambió a otra carrera que le apasionaba para evitar perjudicar su beca.
Más adelante, Garita llegaría a ser la primera mujer directora de la Escuela de Filología, Lingüística y Literatura y crearía la maestría de Español como Segunda Lengua en el 2000. También sería por 10 años parte de la Comisión Nacional de Nomenclatura, institución que vela porque los edificios públicos homenajeen personas o sucesos relevantes.
Catedrática desde 1999, su faceta de investigadora implicaría muchas horas en el campo. “Recorrió, diría yo, todos los rincones de nuestro país indagando sobre los orígenes de los nombres de diferentes lugares, ríos, cerros, montañas, volcanes, lagunas y todo aquel accidente geográfico que hubiera sido llamado con algún nombre particular”, dijo su colega, el Dr. Jorge Murillo Medrano.
“No hay, con seguridad lo afirmo, una persona que sepa más sobre este campo en nuestro país, que ella”, puntualizó el profesor Murillo.
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