Desde su estreno en París hace diez años, “El cabaret de los hombres perdidos” fue reconocida como un musical icónico que iba a revolucionar la historia del teatro.
Laureada con un Moliere y con siete Hugos -los premios más importantes de las artes escénicas en Francia y América Latina respectivamente-, la obra llega ahora al Teatro de Bellas Artes de la UCR en una coproducción entre el Teatro Universitario y la compañía independiente Arte Insomne.
Transgresora desde su título, la obra ha recibido las mejores críticas en todos los lugares donde se ha presentado, al punto de ser considerada ya como una obra de culto.
La historia de un bar de escasa reputación en la que un travesti, un tatuador y el propio destino le mostrarán el futuro a un joven que llegó al sitio sin andarlo buscando, se coló en medio de la investigación que Allan Pérez desarrollaba para su tesis.
“Yo quería trabajar el tema del cabaret, sobre todo un estilo que se hace en Alemania, pero en eso me doy cuenta de que hay un cabaret moderno francés, ahí conocí la obra y supe que teníamos que hacerla”, contó Pérez, director de la puesta en escena. “La obra se trata sobre el destino, y fue el destino el que la apareció para mí”, agregó.
Luego de sus búsquedas, Pérez encontró las adaptaciones argentinas y españolas y después de analizarlas se terminó de convencer de representar la obra en Costa Rica.
Las que no lo convencieron fueron las adaptaciones realizadas y entonces comenzó la aventura en la que ahora están embarcadas todas las personas relacionadas con la producción y la actuación.
Desde escribir la propia adaptación, respetando todos los argumentos originales y las composiciones musicales, hasta organizar la logística del que consideran la obra más ambiciosa que han desarrollado, la labor ha sido imparable.
Los estándares de una obra tan importante en términos de arte y logística son grandes.
A esto se suma el hecho de estar frente a una creación sui generis dentro de los musicales, la cual se desmarca de toda la tradición estadounidense en todos los sentidos.
“Este musical es muy particular en su estructura, en sus personajes. Aquí se ven las cosas que no se ven en el Broadway tradicional. La influencia del estilo del cabaret francés lo hace completamente diferente”, rescató su director.
Para hacer memorable esta temporada de “El Cabaret”, cuatro actores han asumido el desafío de meterse de lleno en el musical, un género que apenas comienza a explotarse en el país.
“Es algo a lo que no estamos acostumbrados pero por lo mismo le estamos apostando muchísimo” indicó Leonardo Sandoval, uno de los actores. Destacó el desafío de este tipo de creaciones, en las cuales la música y el baile superan los diálogos y en las que no había participado antes.
Los mismos desafíos los encaró Melvin Jiménez. “Esta obra nos ha puesto a dar el paso más allá. Tener que cambiar hasta de sexo, el uso de los implementos a los que uno no está acostumbrado: el pelo largo, los tacones y hasta aprender a maquillarse”, son solo algunos de los retos que destacó.
En conjunto con Javier Montenegro y el propio director de la obra, además del acompañamiento musical de Rodrigo Oviedo, integrante de la banda Peregrino Gris, el cuarteto tendrá la tarea de responderle a Dicky -protagonista de la obra- y al propio público, si el destino ya estaba escrito o aún hay chance de cambiarlo.