Tan solo a finales del 2016 el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) afectaba a 36.7 millones de personas a nivel mundial según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Mientras que en Costa Rica, cifras del Ministerio de Salud calcula que cerca de 9.000 personas están infectadas. A este número hay que sumarle entre 2.000 a 3.000 individuos que podrían portar el virus y aún no lo saben.
Esa situación hizo que la Escuela de Enfermería de la Universidad de Costa Rica (UCR) llevara a cabo en el mes de diciembre un taller de actualización sobre VIH-SIDA a estudiantes que cursan el último año de la carrera. El objetivo era brindarles nuevas herramientas para que sean capaces de ofrecer una consejería de salud efectiva antes y después que un paciente recibe el resultado de la prueba diagnóstica.
De acuerdo con Beatriz Villalobos Núñez, docente encargada del taller, a pesar de que los futuros enfermeros y enfermeras estudian a lo largo de la carrera el VIH como patología -rama de la medicina encargada del estudio de las enfermedades-, durante la capacitación fortalecen su preparación desde un enfoque social en el abordaje exitoso de este tipo de padecimiento.
“Desde adolescentes hasta adultos mayores, a todos se les entrevista para recopilar su historial clínico. Entonces yo, como enfermera, tengo que saber identificar si el paciente está presentando conductas de riesgo que lo exponen al virus y, si lo hace, en ese momento dar consejería. Un enfermero o enfermera no se puede limitar a que el paciente llegue o no a solicitar la prueba de VIH. Según la información que me brinde, yo debería aconsejarle a fin de salvaguardar su salud”, indicó Villalobos.
El taller consistió en una metodología teórica práctica y duró tres días. En la primera parte se le dio énfasis a la consejería pre-prueba, que es la etapa en la cual el profesional debe identificar conductas de riesgo en el paciente. Entre ellas, se encuentran las relaciones sexuales sin protección o con personas desconocidas, y las relaciones sexuales bajo efectos de alguna droga o alcohol, pues en este último caso no hay certeza del uso del preservativo.
La segunda parte del taller consistió en la consejería posterior a la prueba con resultado negativo. Aquí se aborda a la persona para determinar los factores y conductas de riesgo a las que se está exponiendo y cómo reducirlas.
Por último, se trató la consejería en entrega de resultado positivo. Esta información la suele comunicar las comisiones o clínicas de VIH, en el que se forma un equipo interdisciplinario de expertos para que valore el entorno social y emocional posterior a la noticia.
“Al dar un resultado positivo de VIH, es importante que sea a través de un abordaje integral a la persona. Por eso se debe contar con el apoyo de un equipo interdisciplinario, como puede ser el caso de profesionales en medicina, enfermería, psicólogía y trabajo social. No solo por el acompañamiento a la persona, sino para velar por el apego al tratamiento. Muchas personas por distintas razones abandonan el tratamiento, lo que genera resistencia del virus”, señaló la docenteVillalobos.
Los estudiantes de enfermería pusieron en práctica sus habilidades de consejería mediante un juego de roles con casos asignados bajo la supervisión docente. En todo este proceso se tomó como base el enfoque humanista. Emanuel Gómez Rojas, experto de salud sexual y reproductiva, afirmó que la principal habilidad para un enfermero o enfermera es ponerse en el lugar de la otra persona a la hora de enfrentar estos temas.
“Un proceso de consejería puede causar ansiedad y estrés. El tener la capacidad de adecuar nuestro lenguaje, puede facilitar o dificultar la transmisión del mensaje porque siempre se va a atender a personas de diferentes condiciones educativas, sociales, económicas”, expresó Gómez.
Además de la empatía, los estudiantes también aprendieron a mantener la distancia y entender que el enfermero o enfermera en la consejería da opciones, no decisiones. Así mismo, se abordó el tema del estigma y la discriminación hacia los pacientes, de manera que las creencias o la religión del enfermero o enfermera no influya en el trato.
La Escuela de Enfermería no solo se ha preocupado por brindar herrramientas adicionales a sus alumnos que complementen la materia estudiada a lo largo de los cinco años de carrera, sino también en reforzar el proceso de comunicación con el usuario, el manejo de crisis y de la atención e intervención.
Este año por ejemplo, dentro del enfoque social se trabajó en el manejo adecuado del lenguaje de diversidad sexual. “Aunque legalmente muchas personas no son reconocidas como se identifican, socialmente sí lo son. El mal uso del lenguaje puede disgustar al paciente”, aclaró Gómez.
El concretar este tipo de talleres con los futuros profesionales de la salud, da la posibilidad de disminuir los casos de VIH en el país, pero sobretodo, iniciar el tratamiento lo más temprano posible a fin de beneficiar a aquellas personas propensas a la enfermedad.
“Parte de la importancia de la detección temprana del VIH es reducir las infecciones múltiples, porque una persona sin saber que tiene el virus puede seguir practicando conductas riesgosas, entonces no sólo intervendríamos en el diagnosticado, sino en otros posibles”, concluyó Villalobos.
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