Denis Joel Segura Ujueta (con micrófono) , estudiante participante en el Espacio de Puesta en Común, considera que el eje conceptual de la Acción Social universitaria está desactualizado y se ha quedado en términos muy académicos y no tanto en la praxi, además que este es un proceso dual. Le acompaña Steven Zúñiga, del colectivo de hip hop comunitario Artrópodos, de Concepción de Alajuelita. Foto Karla Richmond-ODI UCR.
“Las instituciones de educación superior tenemos la responsabilidad de formar a las y los estudiantes, para que se conviertan en ciudadanos profundamente motivados, provistos de amplio sentido crítico, capaces de analizar los problemas de la sociedad, de buscar soluciones, aplicarlas y asumir responsabilidades sociales”, comentó la M.L. Marjorie Jiménez Castro, Vicerrectora de Acción Social durante la apertura del Espacio de puesta en común de aportes de los Encuentros comunitarios y de reflexión acerca de la Acción Social realizado los días 26 y 27 de octubre pasados.
Dicho encuentro se realizó en el marco del Foro de Acción Social: La inter-acción Universidad- Sociedad: propuestas y desafíos a cien años de la Reforma de Córdoba, que a lo largo del año 2017 ha organizado una serie de encuentros de reflexión para repensar la universidad del futuro y redefinir el rumbo de la acción social universitaria.
Al personal docente y administrativo de las unidades académicas, de la Vicerrectoría de Acción Social (VAS) y líderes comunitarios se unieron las voces de estudiantes que participaron en las discusiones de este espacio.
Jóvenes universitarios y estudiantes avanzados del Taller Nacional de Teatro, del Ministerio de Cultura y Juventud, organizaron talleres a personas sordas cuyo producto fue la obra “El manicomio de los recuerdos”, que se estrenó el pasado el 30 de setiembre de 2017, en el marco del Festival Internacional Sordo 2017. Foto cortesia FIS 2017
Cambios metodológicos. Adriana Araya, estudiante de Antropología, destacó la pertinencia del Espacio en Puesta en Común, y el Foro de Acción Social en general, ya que ha permitido el diálogo entre distintos sectores universitarios y comunitarios. Asimismo, fue una oportunidad para conocer de cerca el trabajo que se realiza y el tipo de articulaciones que existe entre la universidad y la sociedad.
Sin embargo, Araya señaló que existen debilidades en los proyectos de acción social. A su criterio debe fortalecerse la construcción participativa en las mismas comunidades, “hay metodologías que no calzan con los momentos que están viviendo. Por ejemplo, no puede llegarse y pretender enseñar a pescadores cómo hacer un video y darles talleres que no han pedido. Lo que se haga no debe afectar la actividad propia de las comunidades”, dijo.
“No pretendamos que de la noche a la mañana estén dispuestos a participar en algún proyecto, cuando tienen necesidades específicas y están pasando momentos determinados. Tenemos que saber primero cuáles son sus inquietudes”, agregó.
Por su parte, Kathy Piedra Corella, estudiante de Antropología Social, reclamó mayor acompañamiento por parte de la universidad en el monitoreo y evaluación de los proyectos que se ejecutan. Como estudiantes tenemos pocos espacios para ser gestores de proyectos debido a que existe poco vínculo entre los ejes de Docencia y Acción Social, en parte porque los docentes prefieren inscribir más investigaciones ya que les da más puntos para ascender en el régimen académico. En ese aspecto existe inequidad en la universidad al considerar que para lograr el vínculo con las comunidades no se requiere investigar, profundizar en el abordaje ni sistematizar”. Piedra Corella es responsable del proyecto de “¡Soy sordo, no mudo!”, adscrito al programa de Iniciativas Estudiantiles de la VAS.
“Mi experiencia en el trabajo comunal fue desastrosa. Lo hice en Bahía Drake. Fuimos 50 personas invadiendo una comunidad, sin tener un vínculo o una idea clara de qué se quería hacer. A ese nivel creo que hay muchas discusiones que no se han dado y por eso hay docentes que hacen ese tipo de cosas. Hay que hacer un proceso de reflexión para que estudiantes y docentes construyamos unos criterios mínimos sobre qué es acción social y unos principios éticos y políticos desde los cuales mirarla, plantear las propuestas de trabajo para no hacerlas así porque tienen consecuencias en las comunidades”, relató Jeffrey Rodríguez Abarca, estudiante de Trabajo Social y Filosofía.
Rodríguez manifestó que en el Espacio de puesta en común se estaban buscando consensos, pero a su criterio el único “fue que todo era un nudo problemático, eso dice mucho. La acción social es una quimera, todo puede caber y al mismo tiempo todo no puede caber porque hay muchas discusiones que no se han desarrollado. Si a nivel docente hay mucho en qué trabajar, a nivel estudiantil es el doble por hacer, porque las discusiones que se daban eran muy docentes y académicas, dejando de lado la parte estudiantil y de comunidades”
Rodríguez criticó que se escuchó a los docentes hablando de sí mismos y de sus condiciones; eso es una parte pero el asunto va más allá, se trata de contemplar las repercusiones en las comunidades y el estudiantado. Hay que complejizar mucho más las discusiones”.
La estudiante Piedra Corella pidió mayor capacitación para que estudiantes aprendan cómo presentar y gestar proyectos, y que en la malla curricular se incluya este iniciativas con una interacción entre Docencia, Investigación y Acción Social.
Posterior a este encuentro, la comisión organizadora se abocó a la sistematización de los aportes de las mesas de trabajo para nuevamente convocar a las unidades y comunidades participantes a las Jornadas de profundización, debate y propuestas de acción social, los días 12 y 13 de diciembre próximos.
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