La Universidad de Costa Rica, en sus 77 años de fundación, ha llevado el liderazgo nacional en la promoción de diversas luchas sociales, temas de investigación e innovaciones tecnológicas. No en vano, la UCR es baluarte de los valores democráticos y cívicos del país, a los cuales se suman aquellos relacionados con la autonomía universitaria, la libertad de cátedra y expresión, y el acceso solidario de poblaciones vulnerables a la educación superior pública.
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Es gracias a estos valores que las luchas protagonizadas por la comunidad universitaria han tenido eco en la población nacional y, en muchas ocasiones, incidido en la opinión pública. La UCR ha sido y es un factor clave y esencial en la arquitectura de la nación. A fin de cuentas, la verdadera misión de una universidad es generar y transmitir el conocimiento de una forma libre; un conocimiento que pueda mover a poblaciones enteras a luchar por sus derechos, su avance y superación. Estos intereses universitarios están muy ligados con los intereses del Estado Social de Derecho en el que vivimos.
Es precisamente por esta estrecha vinculación que hace treinta años la UCR fue pionera en iniciar los estudios de género en nuestro país. Estudios que, de no haber sido por la visionaria iniciativa de un grupo de personas universitarias, pudieron haber iniciado con significativo atraso a nivel nacional.
Este hito, sin embargo, no responde al lugar en donde se llevó a cabo, sino al hecho de poner en boca de la ciudadanía un tema de derechos humanos callado e invisibilizado hacía tiempo. El Programa Interdisciplinario de Estudios de Género, PRIEG, creado en 1987, estaba adscrito a la Escuela de Psicología pero fue concebido gracias al involucramiento de las vicerrectorías de docencia, investigación y acción social, en un claro ejemplo de la necesidad de empezar a integrar disciplinas para el desarrollo de una conciencia social en torno a la situación de la mujer y de las relaciones entre los géneros en nuestra sociedad.
Este programa, que fue el antecesor del Centro de Investigación en Estudios de la Mujer, creado en 1999, sentó las bases para empezar a hablar del sexismo y de sus efectos en una comunidad diversa, como la reconocemos actualmente en un Estado nacional pluralista en ideas y orientaciones.
La equidad debe promoverse sin duda con acciones, y no solo con buenas intenciones. Dentro de nuestro ámbito universitario, destaco nuestro compromiso hacia los derechos humanos, manifiesto, entre muchas cosas, en una resolución emitida en el 2016 para reconocer el derecho de todas las personas a su identidad de género. Como parte de las acciones en torno a este tema, la UCR dispuso la inclusión de un apartado para el elemento “conocido como” en la documentación institucional, con el fin de que las personas transgénero tengan la posibilidad de utilizar el nombre con el que desean ser identificados. Hasta el momento, documentos y mecanismos como el carné universitario, el sistema E-matrícula y las actas de calificaciones, entre otros, cuentan con este apartado.
Esta es solo una de las piedras que hemos podido apartar del camino hacia el completo reconocimiento de los derechos humanos, con la ayuda de grupos y personas comprometidas y organizadas. Hemos tomado ejemplo a partir de las acciones de otras instituciones, y nosotros mismos hemos servido de modelo para otras más.
Hace treinta años la UCR fue pionera en iniciar los estudios de género en nuestro país. Estudios que, de no haber sido por la visionaria iniciativa de un grupo de personas universitarias, pudieron haber iniciado con significativo atraso a nivel nacional.
Pero parte de este papel también requiere tener una visión introspectiva hacia nuestras responsabilidades a lo interno de nuestra comunidad. Aún lamentamos la existencia de sesgos de género en los centros educativos, en los programas de estudio y el material didáctico de todos los niveles, por no mencionar el prestigio que tienen algunos investigadores sobre otros, o mejor dicho, otras, simplemente basado en su género y no en sus logros y méritos académicos.
Reducir esta brecha es parte de los compromisos que asume la Universidad de Costa Rica, en línea con aquellos asumidos por el país, al ratificar la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), y al suscribir el Plan de Acción aprobado por la IV Conferencia Mundial de Naciones Unidas sobre la Mujer.
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El 30º aniversario del inicio de los estudios de género en la UCR marca un hito para tomar fuerza y valor en la lucha por una mayor equidad de género, para todas las personas. Dejar de alimentar el monstruo que priva a unos y unas de participar plenamente en la sociedad, en condiciones de igualdad, es parte del deber que tenemos al contar con la oportunidad de estudiar, conocernos y compartir experiencias.
La estructura de la academia debe cambiar para promover cambios sustantivos en la división del trabajo según sexo y género, y esta es una meta prioritaria como universidad: sumarnos a los esfuerzos que permitirán crear condiciones para eliminar el sexismo y otras formas de discriminación.
Debemos reconocer a todas las personas que, durante tres décadas y más, han puesto su voluntad y perseverancia para promover la justicia y la equidad de género, y que con su ejemplo fortalecen también una masa crítica de docentes, investigadores e investigadoras, estudiantes y autoridades, sensibles a las consecuencias de la discriminación y desigualdad.
El nivel de desarrollo de la universidad como institución cultural se medirá también por el grado que alcance en la consolidación de los derechos entre géneros e identidades, y la medida en que instaure condiciones de justicia, igualdad y equidad para respeto pleno de la diversidad humana.
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