En el Módulo Lechero de la Sede del Atlántico de la Universidad de Costa Rica, creado en 1984, se han desarrollado diversas estrategias para reducir el impacto de la producción de leche en el medio ambiente que lo consolidan como un proyecto modelo de sostenibilidad ambiental.
Por sus logros en esta materia, el módulo obtuvo este año la Bandera Azul Ecológica que reconoce a nivel nacional el esfuerzo y el trabajo voluntario en la búsqueda de la sostenibilidad ambiental. En el 2016 también recibió este mismo reconocimiento y el Galardón Ambiental que confiere la UCR a aquellas unidades que demuestran su compromiso ambiental aplicando buenas prácticas.
Esta finca de 5 hectáreas ubicada detrás de la Sede del Atlántico en Turrialba, los visitantes pueden conocer diferentes prácticas de manejo del ganado lechero diseñadas para ahorrar agua potable, reducir el uso de fertilizantes sintéticos, eliminar los productos acaricidas y garantizar el confort de los animales.
Lograr un modelo sostenible con el medio ambiente ha sido un trabajo de largo plazo que inició a mediados de los años 90, según explicó el encargado técnico del módulo y docente de la Escuela de Zootecnia, M.Sc. Rodolfo WingChing Jones. Una de las primeras estrategias que se desarrolló desde 1998 fue el procesamiento de las excretas de los animales (que se recolectan en seco) con lombrices californianas. Con esta materia se produce vermicompost, un abono que se comercializa bajo la marca registrada Agrilon.
Desde el 2009 se implementó un método manual para controlar las garrapatas que consiste en arrancarlas manualmente dos veces por semana. Esto permitió eliminar el uso de productos acaricidas, reducir el número de garrapatas en los animales y a la vez producir leche libre de residuos de acaricidas, según se constató mediante análisis realizados por el Centro de Investigaciones en Contaminación Ambiental (CICA).
Para reducir el uso de fertilizantes sintéticos en la producción de forraje, también se utiliza una bacteria fijadora de nitrógeno (Azospirillum spp) como biofertilizante, cuya efectividad fue comprobada mediante una investigación realizada con el laboratorio de Centro de Investigaciones Agronómicas (CIA).
Uno de los proyectos más recientes permite reducir el consumo de agua potable que se gastaba para lavar las instalaciones donde se alimentan los animales. Para eso, en el 2014 y 2015 se instalaron tres tanques, donde se almacenan 30.000 metros cúbicos de agua de lluvia.
El agua de lluvia se utiliza con dos propósitos, primero para el lavado diario del área de alimentación de los animales y luego se aplica al suelo junto con los residuos de boñiga que contienen nitrógeno, fosforo y potasio que sirven como fertilizantes para los pastos.
“Todas estas estrategias que se han ido implementando y cuantificando nos ayudaron a participar en este programa que hace un reconocimiento a aquellas unidades que conocen su impacto en el ambiente y hacen esfuerzos para minimizar ese impacto” detalló el M.Sc. Rodolfo WingChing Jones.
Para WingChing el reto del Módulo Lechero es mantener los logros obtenidos hasta el momento y continuar avanzando hacia la sostenibilidad ambiental. Esta unidad además tiene entre sus propósitos servir de espacio de aprendizaje tanto para estudiantes y visitantes como para otros productores interesados en aplicar prácticas amigables con el ambiente en sus propias fincas.
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