A la 1:35 de la tarde comenzó a llover, el olor a tierra mojada perfumó la tarde y nos recordó que estábamos lejos del San José en las comunidades de Los Sitios y las Flores, en Caño Negro de Los Chiles, ubicado en la Zona Norte de nuestro país, a 150 kilómetros de la capital.
Aquí llegaron hace dos años estudiantes de Construcción Organizativa Socio-Ambiental (COSA), un proyecto de Iniciativas Estudiantiles de Acción Social de la Universidad de Costa Rica, que desde entonces visitan periódicamente la comunidad para incentivar la unión, inicialmente mediante un rancho comunitario que fue construido de manera colectiva. Este fue el inicio de una nueva historia en estos dos pueblos, pues anteriormente estaban muy separados.
En esta una nueva visita algunos miembros de la comunidad comentaron sus experiencias y aprendizajes.
Erlinda Marbelis Leiva, vecina de la zona, relató que iniciativa llegó a apoyarlos en todo el proceso de construcción del proyecto inicial “Lo primero fue el rancho, ahí fue cuando nosotros aprendimos de ellos y ellos aprendieron de nosotros lo continuamos haciendo así, pero también ese fue el momento en que se acabaron las fronteras entre los vecinos”, destacó.
Jafet Vargas Sequeira, joven de 18 años, residente de El Sitio en Caño Negro, comentó que siente un mejoramiento de la comunicación entre ambos pueblos, cuando recuerda lo difícil que era antes la interacción entre los vecinos.
“Desde que se inició el proyecto, hemos comenzado a vivir unidos como un sólo pueblo” dijo Jafet quien además compartió que su mayor aprendizaje ha sido estar en comunión con los otros miembros de la comunidad, aprovechar el tiempo y divertirse sanamente.
“Juntos construimos nuevas cosas, como este rancho en el que hoy bailamos, ahora nos apoyamos entre sí. La verdad es que esta experiencia yo la voy a llevar en el corazón toda la vida”, manifestó el joven.
La madre de Jafet, doña Rosalba Sequeira Duarte, de 37 años,considera que la mayor enseñanza que le ha dejado el proyecto consiste en aprender a vivir.
“Independientemente si somos de diversa raza, color, etnia, si somos ricos o pobres o de diversa nacionalidad, no existen las diferencias, todos somos seres humanos, todos valemos lo mismo y tenemos los mismos derechos y las mismas situaciones, problemas y limitaciones y apoyarnos unos a otros es la clave para estar mejor”.
Otra de las experiencias la compartieron Yaritza Amador y Andrés Castellón Altamirano. don Andrés, desde aprender a construir un rancho, hasta observar cómo se trabaja el bambú o ómo construir un horno.
“Lo que más valoro es la unión que hay ahora, pero sobre todo la idea de trabajar juntos, unidos por objetivos de todos, que traerán mejor futuro para los niños y las niñas” expresó.
Por su parte, doña Yaritza contó que antes “los vecinos con la mirada le decían que no se arrimara, ahora la gente se conoce, se apoya, se sembró amor en la comunidad”.
El trabajo desarrollado el proyecto de iniciativas estudiantiles Construcción Organizativa Socio-Ambiental su curso en estas comunidades, pretenden motivar a las comunidades a poner a trabajar todo lo que se ha construído: el rancho, la huerta y el horno comunitarios.
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