La Universidad de Costa Rica (UCR) ha logrado, al cabo de sus 76 años de existencia, un significativo desarrollo académico y ha impactado de manera decisiva la vida social, económica, política y cultural del país. Es, sin duda, una institución clave en la construcción de un proyecto de desarrollo nacional centrado en la prosperidad y la solidaridad.
En su evolución, la UCR ha atravesado por diversas etapas y ha logrado consolidar un entorno institucional de alto nivel académico, lo cual se refleja en la formación de profesionales en todas las disciplinas, en la generación de nuevo conocimiento mediante la investigación científica y tecnológica, y en múltiples formas de vinculación con la sociedad, al tenor de los valores de excelencia y búsqueda del bien común que establece su Estatuto Orgánico.
La madurez académica que ha logrado la UCR le permite ser la universidad centroamericana mejor ubicada en los rankings internacionales y ocupar un puesto de privilegio en el concierto de las casas de estudio superior de América Latina y del resto del mundo. Una de las características que hacen que la UCR se ubique en dicha posición de privilegio es la de pertenecer a múltiples redes internacionales. Precisamente el entorno universitario global actual se caracteriza por un amplio y complejo sistema de vasos comunicantes, de sinergias y de redes de cooperación entre instituciones y grupos.
El conocimiento se genera hoy día en redes académicas. Los grupos aislados son cosa del pasado; los nuevos aportes e ideas se gestan gracias al trabajo mancomunado de múltiples actores, en diversos países e instituciones, contribuyendo desde perspectivas inter- y transdisciplinarias, y abordando temas de complejidad creciente. Se trata de redes académicas formales e informales, que agrupan de manera fluida y flexible a académicos y académicas, así como a estudiantes de grado y posgrado. Es lo que C. S. Wagner ha llamado el New Invisible College.
Uno de los principales signos de madurez que ha logrado la UCR es precisamente el hecho de que su comunidad forja alianzas con actores académicos y participa en colectivos de generación de conocimiento y de formación de recursos humanos en muchas partes del mundo. Esto favorece el trabajo de profesores y estudiantes, y le permite a la UCR ubicarse en el escenario académico internacional con voz propia y paso firme.
Para lograr mantener y consolidar esa dinámica de internacionalización se requiere, sobre todo, capacidad de interlocución académica, o sea, mostrar excelencia y pertinencia en el trabajo académico, lo cual permite establecer alianzas. Pero se requiere, además, estar en contacto con múltiples redes académicas y con las instituciones que las cobijan. Dicho contacto se establece y madura mediante varios mecanismos, uno de los cuales es tener la posibilidad de viajar.
El contacto directo con colegas, autoridades y comunidades académicas, mediante visitas a instituciones y eventos académicos, es un requisito sine-qua-non para la vida universitaria actual. No hacerlo significa cercenar la posibilidad de participar en estas redes internacionales. Por eso la UCR destina importantes sumas de dinero para que sus académicas y académicos participen en eventos de diverso tipo, desde pasantías y cursos cortos hasta congresos, talleres y seminarios, pasando por un ambicioso programa de becas al exterior. Y las personas que ocupan cargos de dirigencia en la institución deben dedicar una parte de su tiempo precisamente a viajar para establecer y consolidar esos vínculos. Son nuestros embajadores académicos.
Los reportajes aparecidos recientemente en el Diario Extra, relacionados con los viajes del señor Rector de la UCR, y los comentarios esbozados por algunos políticos y dirigentes sindicales de la UCR, descontextualizan esta realidad del mundo académico, al caricaturizar la misma como si se tratara de viajes de placer u ocurrencias antojadizas de la máxima autoridad de la institución. El Rector de la UCR tiene, como una de sus funciones centrales, el deber de establecer y consolidar alianzas académicas internacionales de diversa índole. No hacerlo sería irresponsable de su parte y debilitaría las posibilidades de crecimiento de la institución. Lo mismo vale para las personas que ocupan cargos de vicerrectores, así como para directores de unidades y muchos otros académicos de base, quienes requieren viajar, algunos con más frecuencia que otros.
Las visiones de que los viajes de una autoridad universitaria corresponden a ‘turismo académico’ están cargadas de desconocimiento y, en no pocas ocasiones, de mala intención. No se trata de un despilfarro de los recursos que nos entrega la sociedad; es, más bien, una forma de potenciar dichos recursos, para obtener el máximo de beneficio para la institución y, por ende, para Costa Rica. Estos viajes de las autoridades permiten no solo afianzar alianzas académicas, sino también traer recursos de diversa índole al país.
Como miembros del colectivo académico de la UCR, y en medio de la actual campaña de desprestigio que afecta no sólo al Rector sino a toda la institución, rescatamos y valoramos la importancia de la internacionalización en el destino de la UCR, la consolidación de los múltiples vínculos académicos con instituciones de todo el mundo, y la posibilidad de enriquecer nuestro trabajo y el trabajo de otros mediante la participación en redes internacionales. Los viajes de las autoridades y del personal académico deben ser juzgados desde esta perspectiva, con la supervisión, por supuesto, de las instancias colegiadas que evalúan, autorizan y dan seguimiento a dichas actividades, tal y como se hace en la institución.
(*) Este comentario fue suscrito por los académicos de la Universidad de Costa Rica: Francisco Siles, Adrián Pinto, Alberto Alape, Carlos Henríquez, Lizbeth Salazar, Eugenia Corrales-Aguilar, Carlos Sandoval, Carmela Velázquez y Esteban Chaves.
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