El empoderamiento popular, la construcción de las memorias coletivas, el traspaso de valores como la protección de las madres a sus hijos en períodos críticos de guerra y deseperanza; así como crear especios colectivos para fomentar las sinergias del trabajo comunitario, fueron algunos de los temas que se trataron en el conversatorio ¿Qué implica el trabajo comunitario en el contexto sociopolítico centroamericano actual?.
La actividad se llevó a cabo el jueves 19 de mayo en el auditorio de Educación Continua de la Universidad de Costa Rica (UCR), y fue organizada por el colectivo Construcción Organizativa Socio Ambiental (C.O.S.A), proveniente del proyecto de Iniciativas Estudiantiles de Acción Social Generando espacios de organización e intervención a través del Rancho Comunitario (IE-50).
Los protagonistas de este conversatorio conversaron y compartieron sus experiencias y vivencias en materia de trabajo comunitario.
La M.S.c Adriana Ospina Vélez, comentó acerca de su trabajo en El Salvador con la recuperación de memorias colectivas en mujeres sobrevivientes de masacres durante la operación militar denominada “Guindas de mayo”. En 1982, el ejército asesinó en Chalatenango a 600 personas que no tenían armas, ni con que defenderse, además 53 niños fueron alejados de sus familias. En este caso las memorias colectivas fueron construidas en y desde las mujeres.
“Las memorias se acurrucan allí donde no corren riesgo, pero con las mujeres ese riesgo se deja de lado por el maternaje. Ellas se transforman en cuidadoras de la vida, tienen un relato colectivo, en su lucha por tener a los suyos del lado de la vida. En el análisis de las comunidades actuales, las mujeres deben ser protagonistas”, expresó Ospina.
El Dr. Ignacio Dobles Oropeza, psicólogo social y catedrático de la UCR, explicó el gran reto de construir poder en comunidades desde abajo, lo que él llama empoderamiento popular. Además, Dobles propuso desarrollar un Encuentro Nacional de Prácticas Comunitarias, con el objetivo de generar retroalimentación.
Carlos Eduardo Núñez, del colectivo Semillas expresó que la clave está en identificar comunidades con deseo de cambio y no llegar a imponer nada. Aconsejó ser humildes y sinceros con las comunidades desde el principio sin prometer lo imposible.
Según Daniel Espinoza, de la Caravana Mesoamericana del Buen Vivir para Pueblos en Resistencia, no se trata exclusivamente de construir comunidad, sino de vivir esa comunidad para comprenderla y luego comenzar a dar consejos o ideas.
Dentro de las participaciones del conversatorio, el gran protagonista fue el Rancho Comunitario en Caño Negro, un proyecto del colectivo C.O.S.A, quién unió en campo de trabajo al Colectivo Semillas, Colectivo Pausa Urbana y Caravana Mesoamericana del Buen Vivir para Pueblos en Resistencia.
En el trabajo conjunto, de parte del Colectivo Semillas, la labor se focalizó en construir con la comunidad los elementos estructurales del Rancho Comunitario por medio de la arquitectura social comunitaria.
En el caso de Pausa Urbana, Mario Villalta explicó la importancia del rancho comunitario como espacio público donde se construye comunidad. “Todos tenemos derecho a espacios públicos donde se desarrolle una convivencia sana e integral. No se puede hablar de espacios públicos sin la gente que lo habita”, afirmó.
La Caravana Mesoamericana del Buen Vivir de los pueblos en Resistencia, es otro de los colectivos que se unió al equipo de trabajo en Caño Negro en su paso por Costa Rica, allí aprendieron con la comunidad a construir un horno comunitario. “Nadie sabía en un principio como hacer un horno, simplemente se fue construyendo. Cualquiera puede aprender y cualquiera puede enseñar cuando se trata de compartir con comunidades”, reconoció Daniel Espinoza.
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