A partir de este lunes 25 de enero y durante los siguientes tres días, la Facultad de Farmacia y el Instituto de Investigaciones Farmacéuticas de la Universidad de Costa Rica (UCR) desarrolla un curso de capacitación en Buenas Prácticas Clínicas, el cual es requisito obligatorio para los investigadores universitarios y para los miembros de los Comités Éticos Científicos (CEC), según la nueva Ley Reguladora de Investigación Biomédica.
Este es el primer curso que realiza la UCR en esta materia, luego de la aprobación de esa ley y es avalado por el Consejo Nacional de Investigación en Salud (CONIS).
El objetivo es que los investigadores e investigadoras adquieran las competencias básicas, para que las pongan en práctica en la investigación que desarrollan y que los nuevos integrantes de los CEC de la UCR sean acreditados por el CONIS.
Según lo detalló la Dra. Lidiette Fonseca González, decana de la Facultad de Farmacia, esa unidad académica reconocen el papel que juegan los medicamentos en las investigaciones clínicas y la relación que tienen con el quehacer clínico, razón por la cual se propusieron organizar este curso de acuerdo con lo que dispone la nueva Ley.
En esta capacitación abarcan cuatro grandes áreas: los Principios generales de la investigación biomédica, con sus fundamentos éticos, fases y concepciones de Buenas Prácticas Clínicas, el Marco legal y las regulaciones nacionales e internacionales, el Diseño e Implementación de los estudios clínicos y el Aseguramiento de la calidad en investigación biomédica que guarda relación con el control de calidad y manejo de los resultados, entre otros.
“Esta es una discusión de persona que de una u otra forma siempre hemos estado involucrados en este tema y esperamos que este sea un momento propicio para aportar y para enriquecernos mutuamente”, dijo la Dra. Fonseca durante la inauguración.
Reconoció el trabajo realizado por el comité organizador de esa actividad, integrado por los doctores Freddy Arias, Gabriela Arguedas, Marvin Gómez, Gustavo Carazo, Luis Fallas, Priscilla Cascante, María Virginia Cozzi y Marianela Gamboa y agradeció el apoyo de la Vicerrectoría de Investigación.
La Dra. Gabriela Arguedas, quien es farmacéutica de formación, profesora de la Escuela de Filosofía y representante del Colegio de Farmacéuticos ante el CONIS, durante su exposición proyectó un documental que resume la lucha de la comunidad gay en Nueva York, Estados Unidos, entre los años de 1984 y 1996, por medio de organizaciones como Act Up y TAG, que consiguieron finalmente que las personas afectadas por el VIH y por la enfermedad del Sida tuvieran acceso a los medicamentos necesarios para controlar la enfermedad y muerte por esa causa.
Según lo manifestó la Dra. Arguedas la idea es provocar en los participantes una reflexión sobre el dilema cultura-naturaleza, es decir cómo la socialización primaria y secundaria de una persona incide en la conceptualización de lo que es un problema y de cómo se puede resolver ese problema, de cómo la estructura de pensamiento incide en la ética, de cómo las formas patriarcales, xenofóbicas y racistas de pensar inciden en los comportamientos y en la lectura que los mismo científicos hacen del entorno.
En este caso, entre otras, el documental muestra las luchas que libraron esos grupos organizados para evitar la discriminación en los servicios de salud para los primeros casos de VIH, más tarde para que el medicamento AZT (que surgió en 1987) fuera más accesible económicamente, pues su tratamiento tenía un costo de $10 mil por año. Luego solicitaron a la Agencia Federal de Alimentos y Medicamentos FDA que accediera a liberar 140 fármacos que ofrecían potenciales beneficios para esa población ya que se negaba a hacerlo alegando que no tenían 100% de seguridad y que hacían falta algunos estudios.
Posteriormente la lucha la dan por atrasos en los estudios, baja en el presupuesto dedicado al Sida, porque en las investigaciones no participan mujeres ni personas negras, porque no les permiten el acercamiento con los investigadores y no es sino hasta 1995 que gracias a la presión política y las múltiples manifestaciones públicas, que finalmente los científicos de las diferentes empresas farmacéuticas estadounidenses, intercambian información y se dan cuenta que la solución para inhibir el virus causante de esa enfermedad es la combinación de tres medicamentos simultáneamente y no con uno en forma individual.
Pero cuando en 1996 en Estados Unidos se autoriza el uso de ese cóctel de medicamentos contra el virus del Sida, ya habían muerto más de ocho millones de personas en el mundo por esa causa.
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