Bahía Drake, en la península de Osa, es una zona de gran belleza natural, rica en biodiversidad y de difícil acceso. Es visitada con mucha frecuencia por turistas extranjeros; sin embargo, los pobladores que la habitan carecen de infraestructura básica y de servicios de calidad, como salud y educación.
La atención de estas dos áreas es fundamental para potenciar las capacidades de la gente a tomar sus propias decisiones en busca de una mejor calidad de vida. Con esta idea, este año la Universidad de Costa Rica (UCR) desarrollará en la zona un trabajo interdisciplinario en un proyecto de Trabajo Comunal Universitario (TCU), en el que participarán estudiantes de diferentes carreras y especialidades.
Bajo el nombre de Taller de Investigación en Salud Comunitaria en Osa, el trabajo se ejecutará en los próximos dos años e involucrará a las cuatro escuelas de las comunidades de Drake: Los Planes, Caletas, Agujitas y Rincón, y al Ebais.
“Se les dará a los estudiantes la posibilidad de plantear sus propias propuestas de trabajo en las comunidades de acuerdo con las necesidades observadas y consensuadas con las personas participantes”, afirmó la Dra. Milena Castro Mora, profesora de la Escuela de Estadística de la UCR y coordinadora del proyecto, que se iniciará en agosto.
En el TCU se espera la participación de alumnos de la carrera de Promoción de la salud para trabajar en forma colaborativa con estudiantes de Estadística, Ingenierías, Bibliotecología, Ciencias Actuariales, Filosofía, Artes Plásticas y Artes Dramáticas, entre otras. El proyecto se realizará en colaboración con la Escuela de Ingeniería Mecánica de la UCR, en donde se realizan investigaciones en adultos mayores sobre la biomecánica del cuerpo.
Los equipos interdisciplinarios abordarán temas sobre salud comunitaria en conjunto con los habitantes de la comunidad. Por ejemplo, interesa tocar asuntos como el manejo de los desechos sólidos, calidad del agua, conservación y protección de los mantos acuíferos, fuentes de alimentos saludables y necesidades de nutrición, necesidades en educación y epidemiología comunitaria, manejo de los recursos naturales y alimentación.
Castró señaló que “el proyecto de TCU pretende satisfacer necesidades de información de la comunidad y promover procesos de toma de decisiones para la gestión de sus necesidades”.
Los especialistas de la UCR abordarán la salud comunitaria con un enfoque integral, que dé prioridad a la medicina social y preventiva en la comunidad. El concepto de salud que se busca manejar es “la salud que traspasa el espacio clínico y converge con el espacio educativo” para promover soluciones desde la comunidad.
En el 2015, la docente universitaria y un equipo de profesionales de Psicología, Antropología y Cinematografía tuvieron un primer acercamiento con las comunidades y las escuelas de Drake, por lo que cuentan con datos sobre la dinámica social de la zona. Además, la información recolectada por medio de talleres les sirvió de guía para el planteamiento del nuevo proyecto.
En Drake existen cuatro escuelas, algunas de ellas a cargo de un maestro, y solo un colegio para los jóvenes de las cuatro comunidades. Los recursos didácticos de estos centros educativos son limitados; por ejemplo, solamente una escuela posee conexión a Internet, que casi no se utiliza.
La lejanía de los estudiantes a los centros educativos es otra limitación para permanecer en el sistema educativo, por lo que en Drake hay un alto número de niños y jóvenes que abandonan las aulas. “El proceso educativo llega hasta el sexto grado, por lo que los empleos en la zona no satisfacen garantías sociales”, aseguró Castro.
Los habitantes de Drake dependen fundamentalmente de la actividad turística, pero al no contar con preparación académica, son los que hacen el jardín, tienden las camas o trasladan a los turistas en lancha, razón por la cual el ingreso que perciben es muy bajo.
En Drake hay solo un médico que permanece en el lugar un año al cabo del cual es sustituido por otro. La atención en salud es muy deficiente y el hospital más cercano se encuentra en Ciudad Cortés, a varias horas de camino. Asimismo, es una de las zonas más lluviosas del país, pero el agua que consume la gente de la zona no es potable.
La población ha abandonado las actividades agrícolas para centrar su economía en las actividades turísticas. Al existir en el cantón de Osa una gran cantidad de áreas protegidas, no solo hay restricciones para el desarrollo de la agricultura, sino que también la llegada del turismo es cada vez mayor y con esto aumentan las posibilidades de ofrecer algunos servicios.
“En las comunidades de la península de Osa ha habido un relevo generacional. Las primeras generaciones que crecieron allí eran cazadoras y explotadoras de oro. Hoy tenemos una nueva generación que aporta al manejo de la conservación. Creo que es una oportunidad muy grande que tienen esas comunidades”, indicó el M.Sc. Gerardo Cortés, investigador del Programa Institucional Osa-Golfo Dulce (Piosa), de la UCR.
Tanto Cortés como Castro destacaron que además de la falta de infraestructura y de servicios básicos, las familias de Drake enfrentan serios problemas sociales, como el aumento en el consumo de drogas y violencia intrafamiliar, entre otros.
“La gente grita que tienen necesidades, que les ayuden. Algunos están esperando a que llegue un gringo y les den millones de dólares por su tierra, mientras que otros están luchando para que las taltuzas no les coman la yuca que siembran”, comentó Milena Castro.
La UCR desarrolla desde hace varias décadas diversas iniciativas en la península de Osa con el objetivo de promover el desarrollo en esa región, con la participación de docentes, investigadores y estudiantes de diversas especialidades, carreras, centros de investigación y el Recinto de Golfito.
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