Tanto los científicos encargados de la gestión del riesgo como los profesionales en comunicación deben manejar con rigurosidad y responsabilidad compartida la información que brindan a la población cuando ocurre un fenómeno geológico de gran impacto.
Así lo sostiene el especialista Dr. Sergio Mora Castro, geólogo y consultor internacional en gestión del riesgo, en su artículo La sentencia sobre el terremoto del 6 de abril de 2009 en L’Aquila, Italia: Lecciones para la gestión del riesgo en América Central, publicado en la Revista Geológica de América Central, de la Escuela Centroamericana de Geología de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Según Mora, la responsabilidad compartida implica dos etapas: la primera es la rigurosidad y el análisis científico que realizan los expertos en sismología y vulcanología ante un evento geológico, previo a dar la información a las autoridades que atienden emergencias, a los medios de comunicación y al público en general. La segunda etapa ocurre cuando esta información llega a la prensa y esta la interpreta en sus coberturas de los hechos.
En ambos momentos de la difusión, ambos profesionales deben tomar en cuenta la rigurosidad científica y el impacto de dicha información en las vidas humanas.
Un caso que ejemplifica el mal manejo de la información es el terremoto del 6 de abril de 2009 en L’Aquila, Italia, el cual fue analizado por Mora.
El 6 de abril de 2009 se presentó en la zona de L’Aquila un terremoto de 6,3 Mw con un saldo de 309 personas fallecidas y 1500 heridas. Entre las pérdidas materiales se contabilizaron el centro histórico de L’Aquila, residencias estudiantiles, hospitales y 67 000 viviendas.
L’Aquila se encuentra en la zona italiana de Abruzzo, catalogada como de peligro máximo en la norma sísmica italiana. Desde octubre del 2008 y principios del 2009, se presentó un enjambre sísmico en la región, ante lo que la población comenzó a alarmarse debido a la persistencia y frecuencia de los sismos.
Gioacchino Giuliani, un técnico de laboratorio y aficionado a la sismología, sin calificaciones académicas específicas, realizó mediciones de gas radón y difundió en Internet y en la prensa un índice de emanaciones y su correlación con un posible sismo.
El Dr. Mora explicó que el tema de las emisiones del gas radón en el terreno y su correlación con un sismo próximo ha sido discutido por la comunidad científica, pero no se ha alcanzado un consenso sobre la eficacia de este método para predecir terremotos.
Sin embargo, los medios se enfocaron en esta “predicción” de Giuliani, lo que contribuyó a aumentar la confusión en la opinión pública y en los tomadores de decisiones.
El 30 de marzo del 2009 sucedió un sismo de 4,0 Mw, por lo que el alcalde evacuó varios edificios y cerró una escuela pública. Ante esta situación, el Gobierno italiano convocó a la Comisión de Riesgos Mayores el 31 de marzo, en L’Aquila. En la reunión, que duró cerca de una hora, participaron autoridades del gobierno local, funcionarios de Protección Civil y seis expertos en geociencias e ingeniería.
Al concluir la reunión, el vocero informó que “no hay razón para pensar que la secuencia de sismos de baja magnitud, como la que se presenta, sea premonitora de un evento mayor”. Dijo también que “la comunidad científica considera favorable el proceso continuo de liberación de energía y, por lo tanto, de haber un evento futuro, no será demasiado intenso”. Un periodista preguntó si las personas podían dormir en sus casas y el vocero respondió que sí y que no había peligro inminente. Seis días después ocurrió el terremoto de 6,3 Mw.
Posteriormente al evento, la prensa se enfocó en las “predicciones” de radón de Giuliani.
A criterio del Dr. Mora, en la información difundida acerca del terremoto de L’Aquila, los medios de comunicación antepusieron el sensacionalismo y alimentaron la ansiedad y desinformación del público, al darle un papel protagónico inmerecido a Giuliani.
Esto a pesar de que la Comisión Internacional para el Pronóstico de Terremotos para la Protección Civil entrevistó a Giuliani y concluyó que no hubo una predicción válida del evento principal.
En cuanto al manejo de la información por parte de los especialistas, la Fiscalía Penal determinó que la valoración del riesgo fue genérica e ineficaz, lo que interfirió con la ejecución de medidas de previsión y prevención.
También señaló que la información sobre la peligrosidad de la sismicidad regional brindada a las autoridades, a la prensa y a la población fue incompleta, imprecisa y ambigua.
Por último, les atribuyó a los especialistas haber inducido a la comunidad a permanecer en sus casas. El juez del caso, Marco Billi, declaró que no se trataba de si habían fallado en predecir o anticipar el sismo, sino su negligencia al investigar la situación concreta y brindar información que indujo a mala interpretación y a decisiones erróneas.
Por todo lo anterior, seis geólogos y el subjefe de Protección Civil fueron acusados ante los tribunales, declarados culpables de lesión y homicidio culposos y condenados a seis años de cárcel.
Una vez más, la prensa se equivocó al informar que el fundamento de la condena fue que los expertos no predijeron el sismo, ante lo que la comunidad científica se manifestó airadamente contra el fallo, explicó Mora.
Para el Dr. Mora, el caso de L’Aquila muestra una serie de fallas tanto de los encargados locales y científicos y de los periodistas que informaron sobre el hecho. Esto se debe a que las autoridades locales no vigilaron el cumplimiento del código de construcción en edificaciones nuevas y no promovieron medidas para reforzar y readecuar las edificaciones históricas. Por su parte, la Protección Civil no fortaleció la capacidad local para la gestión del riesgo, ni la preparación ante contingencias.
“Por darle énfasis a las predicciones de radón de Giuliani, la prensa no sensibilizó a la población sobre las deficiencias de las edificaciones y la necesidad de tomar medidas de preparación y prevención, ni ejerció presión sobre las autoridades para prestar atención a la vulnerabilidad de la comunidad”, dijo el especialista.
El mensaje que llegó a la población fue de calma y confianza, quizás excesivas, lo cual condujo “al efecto perverso de perder interés por la gestión del riesgo”, añadió.
Luego de ocurridos el enjambre y el sismo de 4 Mw, la reunión convocada fue demasiado breve para discutir debidamente el riesgo y las medidas que se debían tomar. El vocero subestimó el peligro en su discurso y no recordó a las personas su obligación de prepararse, por el hecho de vivir en una región con amenaza sísmica elevada.
A pesar de la existencia de una normativa de construcción sismorresistente, mapas de amenaza sísmica, guías para formular planes de emergencia y de la alarma generada por el enjambre sísmico, estos no fueron aplicados.
“En realidad, si el sismo sucedía o no era irrelevante. Lo mejor hubiese sido asegurarse que la calidad de las construcciones era adecuada para la amenaza símica prevaleciente”, afirmó Mora en una charla impartida en la Escuela Centroamericana de Geología de la UCR.
A su juicio, no hay que ver este caso como lejano, pues implica una gran responsabilidad de parte de las comunidades científicas y jurídicas. “No es algo trivial ni se puede tratar con frivolidad, debe haber claridad acerca de lo que es esencial. La comunidad sismológica nunca podrá negar la posibilidad de que suceda un nuevo sismo, en cualquier parte de nuestro territorio. Los sismos seguirán sucediendo, querámoslo o no”, aseveró.
Para el experto, lo que puede marcar la diferencia es cómo se afronta un sismo. “Es más importante enfocar los recursos escasos de nuestro país hacia la educación, construcción de buena calidad y gestión del riesgo”, resaltó.
Un científico no necesariamente tiene la habilidad para comunicarse con el público, ni con los tomadores de decisiones. Por esta razón, cuando se trata de alarmas para un evento potencialmente destructivo, se deben canalizar por medio de las autoridades competentes en el manejo de las emergencias. Asimismo, antes de comunicarlas al público, debe buscarse el apoyo de especialistas en comunicación, un paso imprescindible si se trata de informar de forma responsable, recordó Mora.
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