Especialistas en literatura, filosofía y psicología analizaron las implicaciones de eliminar o mantener la obra literaria Cocorí como lectura obligatoria de la primaria, en un foro organizado a raíz de la polémica de permitir o no que la niñez costarricense la lea en las escuelas.
El foro, más que sentar una posición frente al tema, sirvió para que los académicos expusieran los elementos necesarios para contribuir a la comprensión de un asunto complejo.
La actividad fue organizada por la Escuela de Filología, Lingüística y Literatura de la Universidad de Costa Rica (UCR), que en el pasado ha realizado coloquios y publicaciones para dar a conocer la gran cantidad de estudios sobre la obra más conocida del escritor Joaquín Gutiérrez Mangel, publicada en 1947.
Según el Dr. Jorge Chen Sham, Cocorí es una de las obras más interesantes y polémicas desde el punto de vista de la recepción literaria en la historia reciente del país.
La solicitud de eliminar a Cocorí de los centros educativos de primaria no es nueva. En 1995, dos niños, entre ellos la hija de la diputada afrodescendiente Epsy Campbell, presentaron un recurso a la Sala Constitucional para censurar el libro por considerarlo racista. En su resolución, la Sala argumentó que no existen elementos discriminatorios para marginar a la obra de las lecturas escolares.
Posteriormente, en el 2003, durante la gestión de la exministra de la Condición de la Mujer, Esmeralda Britton, se produjo un nuevo intento de eliminar a Cocorí del programa educativo de primaria.
Lo primero que quedó claro durante el foro es que ningún texto literario es inocuo desde el punto de vista ideológico y cultural, ya que los libros se escriben en un determinado contexto histórico. “Los escriben sujetos que tienen sus afectos, su propio pensamiento, su visión de mundo y que manejan ciertos esquemas culturales”, explicó Chen.
Diversas investigaciones literarias sobre la obra han mostrado que los esquemas culturales de los que partió el autor de Cocorí remiten al texto del descubrimiento y conquista de América, en el que está presente el manejo de la relación con el “Otro”.
Es en ese encuentro con el “Otro” (sujeto) es en donde se inserta la paradoja de la identidad costarricense −aún sin resolver− de la inclusión y la exclusión, opinó el Dr. Carlos Villalobos Villalobos.
El especialista señaló que en el texto de Cocorí hay marcas que refuerzan los estereotipos existentes en Costa Rica hacia la comunidad afrodescendiente. De allí que las diputadas Epsy Campbell y Maureen Clarke presentaron en abril pasado un recurso de amparo contra el Ministerio de Educación Pública (MEP) por permitir la lectura del libro, la cual a su juicio genera en los niños y niñas la creación de estereotipos racistas.
Villalobos recordó que algunos teóricos han ayudado a entender el fenómeno del rechazo y la asimilación cultural de los grupos afrodescendientes. En esa relación, precisó, el “Otro” se demoniza porque es el diferente social. Entonces ocurre la paradoja de la inclusión y la exclusión.
“Hay una fascinación por el otro, pero al mismo tiempo se activa una esquizofrenia; es decir, un rechazo”, indicó.
Esto explica por qué por un lado en Costa Rica un afrodescendiente es el héroe nacional (Juan Santamaría) y la virgen patrona del país es la “negrita” de los Ángeles, y por el otro, María “la negra”, junto con las curanderas indígenas, como la bruja Zárate, son las hechiceras más famosas del imaginario colonial costarricense.
A lo anterior Chen agregó que en el país se debe discutir a fondo el tema de la literatura y la educación. “Si pensamos que los textos tienen que ser políticamente correctos, tenemos un gran problema, porque tendríamos que censurar una gran cantidad de lecturas”, afirmó.
Los estudiosos de la literatura aseguraron que los estereotipos sobre la comunidad afrodescendiente también están presentes en otros textos literarios que gozan también de mucho reconocimiento social, tales como Los cuentos de mi tía Panchita, de Carmen Lyra, escritos en 1920.
El M.Sc. Juan Carlos Rodríguez hizo una comparación entre Cocorí y El Principito, de Saint-Exupéry, y concluyó que hay características que comparten los personajes protagónicos de ambos textos.
Los dos personajes hicieron famosos a sus respectivos creadores y a los países en los cuales fueron escritos, al ser traducidos a numerosos idiomas.
Para el Dr. Pablo Hernández Hernández, profesor de la Escuela de Filosofía de la UCR, no dar a leer en las escuelas un texto con el que no se está de acuerdo, es renunciar a educar en el entendimiento por disenso.
Cuando Hernández habla de entendimiento, se refiere a “un valor cognitivo vital en la búsqueda de entendimiento entre los diversos mundos y sujetos que habitan el lenguaje y que se expresan en él”.
Del espacio del entendimiento, destacó la pluralidad y diversidad de lecturas e interpretaciones de un texto y “el reto colectivo de entendernos, a pesar de no estar de acuerdo y de no tener todos la misma interpretación, imaginación y los mismos horizontes de ideales o valores”.
Por su parte, el Dr. Henning Jensen Pennington, psicólogo y rector de la UCR, se refirió a la dificultad de los seres humanos de tratar con lo diferente. “El temor ante lo diferente y la agresión ante lo extraño se instaura en la psique humana durante el primer año de vida”, aseguró.
En Occidente se ha dado un intenso proceso de purificación para expulsar de la identidad cultural todos los elementos que no se consideran como parte de la cultura griega. Sin embargo, no existe una cultura pura. “Ese tipo de purificación también lo hemos hecho en Costa Rica”, aseveró.
Jensen manifestó que en ese proceso de purificación hay muchas víctimas y debemos desarrollar sensibilidad hacia el sufrimiento de ellas. “En ese cuidado de lo diferente es importante tomar muy en serio aquello que siente una persona que está situada en lo diferente”, concluyó.
El foro fue moderado por la Dra. Gabriela Arguedas Ramírez, profesora de la Escuela de Filosofía de la UCR.
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