Mientras unos las disfrutan por el espectáculo que ofrecen, otros la rechazan por las consecuencias que sufren los toreros improvisados y el maltrato hacia los animales. Lo cierto es que las corridas de toros continúan formando parte de las tradiciones preferidas por la familia costarricense.
Para conocer la opinión de los costarricenses al respecto los estudiantes José Ignacio Brenes Villarreal, María Luna González Madrigal y Simón Benjamín Rodríguez Núñez realizaron un módulo de la Encuesta Actualidades 2015 de la Escuela de Estadística de la UCR.
La encuesta que se realiza cara a cara, por los estudiantes de tercer año en el curso de Diseño de Encuestas por Muestreo, incluyó una muestra probabilística de 1.087 personas costarricenses de 18 años y más, y abordó 11 temas de actualidad.
Este estudió corrobora que ver las corridas de toros es una tradición que practica la mayor parte de los costarricenses, pues un 94,5% las ha visto por televisión o en los resúmenes de las noticias y un 50,2% ha ido alguna vez a ver las corridas de toros a algún lugar del país.
El gusto de los ticos por las corridas de toros se remonta a la época colonial cuando se registran las primeras corridas que surgen ligadas al desarrollo de la ganadería y por la influencia española en el Valle Central y en Guanacaste, donde se desarrolló la tradición con diferentes matices.
Según el historiador M.Sc. Francisco Enríquez Solano, desde esa época hay registros de que se hacían corridas para las fiestas cívicas; “Siempre las fiestas iban acompañadas con una corrida de toros pero era una corrida muy particular, y por eso la gente las fue bautizando como “corridas a la tica”, porque no era a la usanza española” acotó.
Esto se generalizó a fines del siglo XIX e inicios del siglo XX cuando ya se habla de las fiestas cívicas de San José que se realizaban en diferentes puntos como el centro, el Parque Morazán, La Sabana, Plaza González Víquez y Zapote y en todas hay registros de las corridas multitudinarias donde la gente se metía al redondel con los toros.
Enríquez señala que a pesar de que los festejos de San José fueron desapareciendo y quedaron focalizados en Zapote, la tradición sigue extendida en el resto del país en localidades como Alajuela, Cartago, el Pacífico Norte y Pacífico Sur y en Guanacaste donde se desarrolla particularmente la monta de toros, una práctica que ha tomado fuerza en las corridas de otras zonas del país en las últimas décadas.
El M.Sc. Wagner Moreno Moreno, profesor de Psicología de la Sede de Guanacaste de la UCR, señala que en esta región las corridas y monta de toros surge estrechamente ligada al desarrollo de la ganadería, como una modalidad de entretenimiento de los peones y vaqueros.
En este contexto, la monta de toros ha sido una actividad tradicionalmente masculina, asociada con un rito de pasaje de la juventud donde se pone a prueba la osadía de los varones en un sistema de valores machista.
“Esta actividad está muy articulada en el imaginario costarricense como una cuestión de valentía” acotó Moreno, pues hasta hace pocos años era una actividad que dentro de la barrera era específica de varones y es hasta en décadas recientes que empiezan a participar mujeres dentro de la barrera.
La Encuesta Actualidades 2015 detectó que una de las diferencias más marcadas en la aceptación o gusto por las corridas se encontró entre hombres y mujeres, ya que ellos (67,2%) disfrutan más que ellas del espectáculo (58,6%).
La Encuesta Actualidades 2015 evidencia que los ticos se sienten identificados con las “corridas de toros a la tica” pues las consideran una tradición costarricense (promedio de 7,8 puntos) que deben seguir existiendo (6,8), aunque perciben el riesgo para los toreros improvisados y los animales.
En una escala de cero a 10 (de totalmente en desacuerdo a totalmente de acuerdo), las personas comparten la idea de que los toreros improvisados tienen familias que sufren las consecuencias (8,8), que arriesgan sus vidas en el redondel (8,7) y que sufren lesiones graves por los “levantines” (8,4).
En cuanto la percepción del cuido de los animales los costarricenses consideran que tienen buenas condiciones de salud con (7,1), pero no creen que se respeten sus derechos (3,7) y se muestran en desacuerdo con la práctica del “chuceo” que se utiliza para que los toros reaccionen (2,6). En este sentido, el psicólogo M.sc. Wagner Moreno destacó que alrededor de la monta de toros se teje una cultura, con su propio lenguaje y sus mitos sobre los animales como “El Malacrianza” capaces de matar a los montadores.
Este tipo de espectáculo incluso desata adicciones de los montadores, que a pesar de las lesiones, vuelven una y otra vez al redondel por pura adrenalina y pasión, y de la audiencia que pide ver sangre y que califica la calidad del espectáculo por la cantidad de heridos o muertos en cada jornada.
Según la encuesta, un 62% de los encuestados admiten que les gusta este tipo de espectáculo, mientras hay un porcentaje de la población a la que “le disgustan” (19,2%) o que “le es indiferente” (18,1%). No obstante, para la próxima temporada del 2015 un 81,4% piensa verlas por televisión o en los resúmenes noticiosos y se espera que 21,1% asista a los redondeles.
Con la llegada de la Navidad los hogares costarricenses se llenan de tradiciones: se alistan los tamales, se pone el arbolito y la familia se reúne para ver por la televisión nacional las “Corridas de Toros a la Tica”.
Según la Encuesta Actualidades 2014, en esta época del año el 91,3% de la población come tamales y un 62% de los hogares posee la tradición de cocinarlos. Esto implica una producción de 196 millones de piñas de tamales, de las cuales 28 millones se regalan a familiares y/o amigos, pues parte de la tradición es probar diversos sabores y texturas e intercambiarlos.
En esta época navideña casi el 90% de las viviendas son adornadas con luces, en el 80% se pone árbol de navidad y en el 66,9% se conserva la tradición del Portal o Nacimiento.
Ver más en: Convivencia de Navidad y Año Nuevo: la tradición de los tamales