Entrar a un aula universitaria para muchos estudiantes representa una experiencia llena de incertidumbre. ¿Cómo hacer un resumen? ¿Cómo hacer una monografía? ¿Cómo hacer una presentación oral? “Al final uno termina y no le dan retroalimentación, no sabe qué hizo bien. Uno va dando palos de ciego”, expresó Daniela Odio, una de las asistentes al conversatorio Comunicación Universitaria, organizado por la Red Institucional de Evaluación Docente (RIFED).
La actividad estuvo a cargo de la Licda. Florencia Morado, experta en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires y especialista en Educación y Nuevas Tecnologías de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
Ella expresó que en “la Universidad hay un registro comunicacional propio, con cualidades y características que los alumnos no conocen. Cada año, cada asignatura es un nuevo desafío para los estudiantes; inclusive, la finalización misma de la carrera”.
Durante el conversatorio, realizado el 10 de setiembre en el Auditorio de la Escuela de Arquitectura, la especialista enfatizó que “el docente se siente frustrado” ya que ejerce en un ambiente donde no se ha precisado cuál es el rol del profesorado o de las instituciones frente a las dificultades y carencias con las que llegan los estudiantes e insistió en que “es importante repensar las prácticas”.
Florencia Morado señaló que siempre se encontró “con alumnos con los que se trabaja fácil, que pareciera que aprenden solos, pero hay muchos otros a los que les cuesta más. En ese costarle más, hay varios motivos, algunos están desinteresados, pero otros le ponen muchísimo empeño y aun así les cuesta”.
El estudiantado llega a las aulas universitarias sin las competencias y habilidades para descifrar, connotar, denotar, leer, escribir o producir textos. Para la Dra. Eleonora Badilla Saxe, directora de RIFED, ese es el desafío, “ya que nos pone una responsabilidad adicional a los docentes”.
Los estudiantes, muchos de ellos adolescentes, son enfrentados a textos desconocidos que les provocan confusión y por ende terminan aburriéndolos. Frente a limitaciones culturales-educativas con las que vienen, Florencia explicó que hay que “honrar el error, escribir con ellos, sin importar que se equivoquen y enseñarles la diferencia entre la opinión dada en un café, la que darían en una red social y la que publicarían en un periódico”.
Algunas de las ideas para mejorar la comunicación y el desarrollo de los alumnos es efectuar simulacros de exámenes, lecturas compartidas en clase y guías para saber qué buscar en los textos académicos, porque para Morado “un lector independiente empieza dependiente. Somos guías en ese nuevo territorio”, concluyó.