En un auditorio compuesto por jóvenes universitarios, feministas y seguidores de su literatura, Gioconda Belli recita un poema que revive el exilio, escrito en los años 70 a solo dos días de haber llegado a Costa Rica. Vino huyendo de la persecución política. Tenía 25 años, dos hijas y se había unido a la lucha contra Somoza.
Aquí creó vínculos afectivos y políticos. En suelo nacional nació su hijo, prematuro, que “se salvó gracias a la solidaridad costarricense”, y organizó una red de solidaridad con Nicaragua para contribuir a poner fin a una de las dictaduras más largas del continente. “Si no fuera por Costa Rica no habríamos podido hacer la revolución”, afirmó.
Así comenzó su tertulia la poetisa y novelista nicaragüense, autora de El país de las mujeres (2010) y cuyas obras han sido traducidas a más de 14 idiomas, en el auditorio Abelardo Bonilla de la Escuela de Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica (UCR). La actividad fue organizada por la Rectoría en coordinación con el Centro de Investigación y Estudios de la Mujer (CIEM).
El rector de este centro de estudios, Dr. Henning Jensen Peninngton, comentó que fue fácil lograr que Belli aceptara la invitación a compartir con estudiantes y docentes algunos textos poéticos y algo de prosa en un conversatorio titulado El país de las mujeres y el vecindario.
Por su parte, Belli destacó la empatía de los pueblos costarricense y nicaragüense y la solidaridad de Costa Rica en un momento decisivo de la historia de Nicaragua. “Si no fuera por Costa Rica, los nicaragüenses no hubiéramos podido hacer la revolución”, afirmó, aseveración que fue recibida con aplausos por el público.
Gioconda Belli se describe como una mujer política antes que como mujer escritora.
“Siempre le he dado más importancia a la política que a la literatura”, comentó. Y es que desde joven se involucró en las filas sandinistas y le tocó vivir “una época de oro” desde el punto de vista político, opinó. Formó parte de una generación de jóvenes que Belli calificó como atrevidos, con motivaciones y convicciones muy firmes.
Sobre la época actual, considera que los problemas son los mismos, aunque tienden a empeorar; sin embargo, “nadie piensa en enmontañarse ni en la guerrilla”. Las generaciones actuales son apolíticas e indiferentes, lo que desde su perspectiva puede entenderse pero a la vez es preocupante.
Belli acaba de regresar a su país natal después de una prolongada estadía en Estados Unidos, en donde residió durante dos décadas. Lamenta la situación política que se vive en Nicaragua y reconoce que la revolución fracasó.
“Ya pueden imaginar lo que se siente, después de lo que significó para uno personal y colectivamente, ver al sandinismo convertido en orteguismo, la falta de escrúpulos venció sobre lo que uno creyó eran principios”, dijo.
La revolución más importante del siglo XX es la femenina, “fue la que más cambió la manera en que vivimos y la única que realmente triunfó”, aseguró la escritora, en cuyas obras literarias le ha dado voz a las mujeres. La mujer habitada (1988), Sofía de los presagios (1990) y El país de las mujeres son algunos de los títulos conocidos de sus novelas en los que los personajes femeninos expresan el deseo de romper ciertas barreras sociales y culturales.
“En El País de las mujeres –expresó– yo planteo que empecemos a pensar de una manera diferente, dejar de poner el Producto Interno Bruto por encima de la felicidad individual y colectiva”.
Los cambios sociales deben impulsarse sin necesidad de acudir a la violencia y a las armas. Debe ser “una revolución que empiece de lo pequeño a lo grande, de lo cotidiano a lo público, como solemos pensar las mujeres”, indicó.
La escritora consideró que la educación es fundamental para cambiar las relaciones entre hombres y mujeres y lograr sociedades más equitativas. “Ese es mi sueño, el cambio de enfoque en las transformaciones sociales”, agregó.
Las fuerzas progresistas de la sociedad están patinando en el mismo lugar”, aseveró, y señaló que las luchas ecológicas también ocupan un lugar muy importante en las reivindicaciones sociales si queremos garantizar la sostenibilidad del planeta.
Yo fui una vez una muchacha risueña
que andaba con su risa
por toda una ciudad que le pertenecía.
Yo fui una vez una mujer poeta
que salía con un poema nuevo,
como quien sale con un hijo,
a enseñarlo, a gozarlo.
Yo fui una vez la madre de dos niñas preciosas
y andaba segura de mi felicidad,
desafiando el viento y a las cosas.
Ahora,
yo soy una mujer que no conoce la tierra donde vive,
sin amor, sin risa, sin Nicaragua,
soy una poeta
que escribe a escondidas
en oficinas serias y casas de huéspedes,
soy una muchacha que llora
debajo de un paraguas
cuando la muerde el recuerdo,
soy una madre que añora la alegría de sus hijas.
Ahora,
soy un canto de lluvia y de nostalgia,
soy de ausencia.
Gioconda Belli