Esta frase pronunciada por una víctima de las llamadas municiones de racimo o cluster munition, resume el dolor y las secuelas que han dejado este tipo de armamentos utilizados en la guerra desde 1943, y que hasta el presente han dañado a más de cien mil personas, el 98% de ellas civiles inocentes, en más de 25 países.
Dadas las graves consecuencias humanitarias producidas en las naciones donde han sido utilizadas, diversos Estados, incluido Costa Rica, hacen ingentes esfuerzos por prohibir su uso, producción, almacenamiento y transferencia.
Con este fin se realizará en nuestro país la Quinta Reunión de Estados Partes de la Convención sobre Municiones en Racimo, la cual tendrá lugar en San José del 2 al 5 de setiembre.
Previo a esta actividad, la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica, en coordinación con el Ministerio de Relaciones Exteriores y la Coalición contra las Municiones en Racimo, organizó el panel Costa Rica en el Desarme Humanitario, que reunió a expertos nacionales y extranjeros, personal del cuerpo diplomático, representantes de organismos internacionales, de instituciones gubernamentales, estudiantes, docentes y público en general.
Su objetivo fue informar y sensibilizar a la sociedad civil costarricense sobre el problema humanitario mundial que generan las municiones en racimo y el trabajo que ha hecho la comunidad internacional para responder a este fenómeno.
Este panel fue presidido por el decano de la Facultad de Derecho, Dr. Alfredo Chirino Sánchez; el vicecanciller de la República, Lic. Alejandro Solano Ortíz; el representante para Costa Rica de la Convención sobre Municiones en Racimo (CMC), Dr. Héctor Guerra y la ex Jueza de la Corte Penal Internacional e invitada especial, Dra. Elizabeth Odio Benito.
También se contó con la participación del Lic. Carlos Cordero y las Licdas. Mabel Segura y Marcela Zamora, del Ministerio de Relaciones Exteriores, quienes se refirieron al Proceso de Oslo y la Convención sobre Municiones en Racimo, y el Lic. Armando Meneses, representante del Comité Internacional de la Cruz Roja, quien analizó el Principio de distinción en el marco de los medios para hacer la guerra de acuerdo con el Derecho Internacional Humanitario.
En su mensaje la Dra. Elizabeth Odio Benito, manifestó que “en muchas ocasiones he dicho, he repetido y seguiré repitiendo siempre, que la guerra es la más perversa de las invenciones del ser humano, que nada soluciona, que nada resuelve y que al terminar deja siempre un reguero de víctimas que nada tenían que ver con el conflicto y que por supuesto ninguno de cuyos problemas ajenos solucionaba”.
También se preguntó ¿por qué se libran hoy las guerras contra la población civil, porqué en una guerra como la que se libró en la antigua Yugoeslavia a finales de los años noventa, más del 90% de las víctimas fueron civiles inocentes? A lo cual se respondió: “Hay algo muy perverso en esta lógica de la guerra, pero hay algo todavía más perverso, en mi opinión, y es el hecho de que no pongamos el dedo en donde hay que ponerlo y es en quiénes fabrican los armamentos y quiénes los compran”.
“Yo creo que ha llegado el momento de exigir responsabilidades, que van mucho más allá de decir pobrecitas las víctimas, porque esas armas se crean para destruir vidas humanas inocentes, igual que se usan las armas químicas, igual que se usa la violencia sexual contra las mujeres, se usan estas minas antipersonales y se usan estas bombas de racimo, quiénes las venden, quiénes las fabrican, quiénes las compran, quiénes las distribuyen. Allí hay un punto muy importante de discutir, no es solo de obligaciones jurídicas”, agregó la Dra. Odio.
En este sentido instó a las personas que están trabajando en la Convención sobre Municiones en Racimo, “a pensar en incorporar la responsabilidad de un crimen de lesa humanidad contra quienes fabrican las armas, contra quienes apoyan su fabricación, contra quienes las compran y contra quienes las utilizan”.
“Digámosle no a la guerra, digámosle no a los armamentos. Creo que solo la sociedad civil, con el apoyo de gobiernos comprometidos como el de Costa Rica, podrá hacer que esto avance firmemente en el siglo XXI, para ver si algún día, en verdad, tenemos una sociedad más justa, más equitativa, más pacífica y más solidaria”, concluyó la Dra. Honoris Causa Elizabeth Odio.
El Dr. Alfredo Chirino Sánchez reconoció la enorme importancia de este panel, no solo porque “el tema del desarme humanitario representa para todos nosotros un tema de urgente necesidad política, sino también porque nos convoca a reflexionar sobre la aplicación de los principios del Derecho Internacional Humanitario en la limitación del uso de armamento, cuyo uso y objetivos militares implican efectos degradantes y particularmente crueles en la población civil”.
En este sentido señaló que “la guerra por si misma recrea las peores perversiones del ser humano, pero al mismo tiempo el empleo de su inteligencia y su creatividad para provocar el mayor daño posible al enemigo”.
Agregó que “ya no se puede hablar de daños colaterales o marginales, sino de personas que están sufriendo los efectos de las armas que muchas veces no buscan matar a otro ser humano sino tan solo de lesionarlo, de tal manera que se limita gravemente su vida y su desarrollo personal, como es el caso de las minas antipersonales, pero también de las bombas en racimo, con resultados ya conocidos en diversos países del mundo”.
Además apuntó que “a pesar de los avances es claro que seguimos viviendo una situación lamentable con conflictos armados que tienen efectos profundamente dolorosos en la población civil, que no solo no logran sobreponerse a su dolor personal sino también a los efectos económicos, políticos y sociales muchas veces de por vida por las lesiones sufridas en conflictos en que este tipo de armamentos siguen siendo usados”.
Por su parte, el Lic. Alejandro Solano Ortiz se refirió al papel que ha asumido Costa Rica en torno a la prohibición y eliminación de las municiones de racimo, “que deben ser de una vez y para siempre”.
Indicó que “ser un país en paz, con vocación por la paz, jamás deberá ser sinónimo de un país pasivo e indiferente. Evidentemente, lejos de eso, Costa Rica es un Estado con responsabilidad internacional que aboga y actúa por una seguridad humana para su población y la del mundo. Así es que hemos tomado pasos decisivos en contra de aquellas armas que mutilan, matan, generan hambre, pobreza y sufrimiento, incluyendo las armas químicas, biológicas, nucleares, las minas terrestres antipersonales, y por supuesto, las municiones en racimo”.
Añadió que “hemos ido más allá de los buenos deseos y de tener una posición crítica. Junto con otros Estados, organismos intergubernamentales y organizaciones no gubernamentales de pensamiento afín, hemos pasado a la acción, dando impulso al llamado Proceso de Oslo, que se tradujo en el 2008 en la Convención sobre Municiones en Racimo”.
Además se trabaja en la promoción de la universalización de esta Convención, "buscando que el mayor número de países se sumen a este instrumento para garantizar el logro de uno de los elementos clave del desarme humanitario: la estigmatización del arma en cuestión y, desde luego, de su uso”, dijo el Lic. Solano.
Asimismo el Dr. Héctor Guerra mencionó que “las organizaciones de la sociedad civil han estado en el núcleo de todos los procesos sobre desarme humanitario desde el fin de la Guerra Fría, primero trabajando de manera muy intensa con países comprometidos para la prohibición y eliminación de las minas terrestres antipersonales y posteriormente para la prohibición y eliminación de las municiones en racimo. El primer fruto de este trabajo fue el Tratado para la Prohibición de las Minas Terrestres, y el segundo la Convención sobre Municiones en Racimo resultante del Proceso de Oslo".
En este sentido destacó el hecho de que la V Reunión de Estados Parte de esta Convención haya recaído en Costa Rica, “que es un país que ha mostrado un gran compromiso internacional, que ha sido consistente con una visión activa, con vocación para la paz y que se reconoce como un participante fundamental en la promoción de los temas humanitarios en las relaciones internacionales”.
También recalcó que "las municiones en racimo causan daños no solo desproporcionados e indiscriminados en el contexto mismo de su uso durante una batalla, sino que pueden quedar muchas de estas sin estallar afectando a comunidades por décadas y esto lo podemos ver claramente en el caso del sudeste de Asia, particularmente en Laos, en donde son armas que continúan mutilando y afectando la vida de comunidades enteras décadas después de la conclusión de las hostilidades".
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