“Yo siempre he pensado que tengo muy buena suerte… estoy muy satisfecho con mi vida. He estado en el lugar adecuado en el momento preciso” dijo con orgullo el Dr. Jonathan Agüero Valverde, ingeniero civil con una especialidad en modelos estadísticos avanzados en la detección de choques viales, quien es docente en la Escuela de Ingeniería Civil e investigador en el Programa de Desarrollo Urbano Sostenible (ProDUS) de la Universidad de Costa Rica.
Aunque se define como un producto del sistema, sus esfuerzos, dedicación al estudio desde niño, el haber sobrevivido a la convivencia en las Residencias Estudiantiles Universitarias y cinco inviernos en Pennsylvania donde estudió su posgrado, son algunos de los trofeos de ha ganado en su carrera académica.
Otro de sus logros científicos fue el que obtuvo con su artículo sobre el “Análisis de choques viales en Costa Rica usando funciones de desempeño de seguridad vial” basado en su tesis doctoral, al ser seleccionado como el mejor por la Junta de Investigaciones en Transportes (TBL por sus siglas en inglés) la conferencia más grande del mundo en este tema.
Esta investigación que ya está siendo tomada en cuenta por el Consejo de Seguridad Vial (Cosevi) para mejorar los puntos del país en los que se presenta mayor cantidad de accidentes, determinó que el Gran Área Metropolitana y cantones como Pococí y Limón, Barva, San Rafael y Santo Domingo en Heredia y Montes de Oro y Garabito en Puntarenas, presentan altos porcentajes de choques con resultados fatales.
“Lo que más me satisface de este reconocimiento es que es la primera publicación que hago con datos de Costa Rica, y me alegra porque estamos contribuyendo a mejorar el análisis estadístico en segundad vial”. Al respecto añadió que las soluciones no están en la educación vial, “el problema debe resolverse con Ingeniería” afirmó.
Este joven profesional de 38 años encontró su vocación en ProDUS cuando en el sexto semestre de Ingeniería Civil empezó a trabajar en este centro de investigación como asistente. Narró que años atrás, cuando ingresó a la UCR con una muy buena nota de admisión, empezó a estudiar Arquitectura, pero al ver que no era lo suyo acudió a la Vicerrectoría de Vida Estudiantil y una orientadora le sugirió que se cambiara a Ingeniería Civil.
Ese año 1994 en la UCR, lo recuerda con un poco de angustia porque al ser el primer integrante de su familia en venir a la Universidad, desconocía los trámites estudiantiles. Su estrés disminuyó cuando una amiga del colegio lo guió y menciona “de no ser por ella no se qué hubiera hecho”.
Otro de sus recuerdos imborrables de esa época es su paso por la Residencias Estudiantiles, de quien se declara “sobreviviente” pues a pesar de que se considera afortunado por haber tenido la oportunidad de vivir ahí durante su período de estudiante, no niega que es un proceso difícil por la convivencia.
No obstante, fueron esas mismas Residencias las que le permitieron crecer en tolerancia, adquirir popularidad por ser el “chef” que hacía canelones para sus compañeros, pero sobre todo, porque ahí conoció a una sancarleña estudiante de Ingeniería Química, con quien contrajo matrimonio antes de salir del país a hacer su posgrado, gracias a una beca Fulbright-Laspau.
Durante los cinco años que permaneció en la Universidad Estatal de Pennsylvania nacieron sus dos hijos mayores: Diego que ahora tiene nueve años, Andrés de 7 y al regresar a Costa Rica nació Paula que recientemente cumplió seis años.
Al respecto comentó que los tres hijos tienen un año y mueve meses de diferencia, y añadió que cuando estaban más pequeños implicaban “una cantidad de trabajo indescriptible”, pero convencido de su decisión familiar comenta con satisfacción que “cuando se hacen grandes, crecen todos juntos y se hacen tremenda compañía”. Esa misma experiencia la vivió él en su niñez y adolescencia con uno de sus hermanos y la considera agradable y llena de recuerdos.
Una de esas remembranzas se relaciona con sus fines de semana en la playa cuando vivió en el Roble de Puntarenas y con sus tardes de bicicleta cuando salía con su hermano a visitar a sus abuelos ya establecido en Orotina. Su abuelo paterno había trabajado en el Resguardo y les narraba a él y sus primos las aventuras cuando iban a desmantelar “sacas” de guaro de contrabando o cuando se perdió en la montaña durante la guerra de 1948.
Jonathan hizo su secundaria en el Colegio Agropecuario de Orotina y aunque no inclinó su profesión por la tierra, sí aprendió a chapear una finca, a castrar cerditos, a inseminar vacas y a injertar cítricos, mangos y aguacates.
Asegura que siempre fue muy aplicado en los estudios, pero eso no le impedía disfrutar desde muy niño de su gusto por tocar la guitarra y cantar en el coro de la Iglesia de Orotina. Todavía, cuando se lo solicitan canta la Misa en su comunidad, en Tres Ríos donde reside con su familia.
Además, sigue siendo el "chef", ahora de los fines de semana preparando, acompañado de sus hijos e hija: sopas, pastas, carnes, pizza y comidas típicas. Reconoce que le encanta ver televisión, ir al cine, cocinar y leer, sin embargo ahora solo tiene tiempo para leer artículos académicos.
El Dr. Agüero Valverde es profesor de la cátedra de Diseño Vial en la Escuela de Ingeniería Civil y en la Maestría en Infraestructura de Transportes y Vías. Por medio de su labor docente ha dirigido varias tesis de licenciatura sobre temas de seguridad vial, lo que considera de suma importancia para darle soluciones al país en este tópico.
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