Bryan Calderon, conocido como “el rasta”, es actualmente parte del equipo de fut sal UCR y estudiante de tercer año de Ingeniería Agrícola. Un joven que ha atravesado situaciones muy adversas a lo largo de su vida, pero que ha sabido cómo salir adelante dando lo mejor de sí.
Este artículo forma parte de una serie de semblanzas que se han realizado a deportistas universitarios, quienes de acuerdo con sus entrenadores, se han destacado por sus esfuerzo y dedicación. En este blog puede consultar los otros artículos de la serie: http://adr-ucr.blogspot.com/
“Hola pa, hace algunos años que no estás físicamente con nosotros, quise contarte lo que me ha pasado en los últimos 15 años y de cómo has marcado mi vida a lo largo del tiempo.
Perderte a los 7 años fue algo muy duro de superar, pasé varios años sin querer jugar fútbol en la escuela. La mayoría de recuerdos que tengo son en los entrenamientos, siempre andaba detrás de vos en los partidos. Aunque mami, ha estado siempre a mi lado y me llevaba a los entrenamientos, no me gustaba el fútbol, porque me hacías falta.
Algunos años después llegó un proyecto deportivo a Pérez Zeledón y todos mis compañeros de la escuela se emocionaron en participar, así que volví a jugar fut. Descubrí que tenía habilidades para portero y me di cuenta de lo mucho que me gustaba jugar esa posición. Me llenaba de orgullo ser portero igual que mi papá.
Cuando entré al cole empecé a entrenar con El Pedregoso, ahí donde también entrenó Keylor Navas y otros porteros del país. Conocí al Flaco, el entrenador. Y debo contarte lo mucho que me ayudó la relación con el entrenador, tanto en lo deportivo como en lo personal.
En esa etapa de la adolescencia, todo era muy difícil. No me gustaba pagar el derecho de piso en el equipo. Era impaciente e inmaduro, malcriado y me iba cuando me corregían o hacia algo mal.
Mi mayor deseo era hacer una buena tapada, salvar un partido, ganar un campeonato y que vos estuvieras para verme, pero como eso no iba a pasar, me enojaba con la vida, me daba cólera y me llenaba de frustración. El entrenador, el Flaco, me ayudó a darme cuenta que vos siempre ibas a estar conmigo, y que tenía que seguir tu ejemplo y ser el mejor.
Eso me cambió la vida, desde entonces empecé a tener sueños grandes y empecé a trabajar por ellos. La disciplina en el deporte me ayudó a moldear mi carácter y ser también una mejor persona.
Después de eso, seguí jugando. Fui el portero titular durante varios campeonatos del colegio, y también fui campeón nacional en dos ocasiones. El último año del colegio, llegamos a la final nacional a miles costos. El equipo no nos daba financiamiento, entonces hacíamos ventas y rifas para cubrir los gastos, y lo logramos.
La noche del baile de graduación de quinto año, fue un viernes y el sábado temprano nos tocaba jugar un partido de semifinales en Guanacaste, así que después del baile, nos fuimos para el partido. Fueron épocas de muchos sacrificios, pero también de muchos aprendizajes.
Al salir del colegio, entré a la Universidad de Costa Rica. Ver a mami que a pesar de todas las dificultades siguió estudiando y ya es una profesional, me inspiró. Al entrar en la Universidad intenté entrar en el equipo de fútbol, la química con el equipo no fue tan buena y además me faltan algunos centímetros de estatura para cumplir el 1.80 requerido.
En esa etapa, por esas cosas de la vida que uno no entiende, tuve que pasar por dos accidentes de tránsito muy seguidos. Se suponía que debía morirme. Pero al parecer aún tengo una misión en la vida por cumplir, porque aquí estoy.
Los accidentes me obligaron a dejar mis estudios un par semestres y dejar el equipo también. La recuperación fue lenta. Creo que Dios estuvo conmigo durante todo ese proceso y me dio las fuerzas para superarlo.
Al retomar mi vida universitaria, decidí intentarlo con futbol sala, y al parecer todo fue saliendo bien. Encontré grandes amigos y mucha motivación. Atajar en fut sal es muy diferente a hacerlo en fútbol, pero poco a poco fui mejorando mis habilidades. Recibí mucho apoyo de los otros porteros y el entrenador. Volver a ser parte de un equipo me sirvió para reencontrarme conmigo mismo, retomar mi carrera y mi vida con toda normalidad después de un episodio tan duro.”
El 15 del fut sal UCR, ahora sueña con ser un excelente profesional, y seguir cosechando éxitos en el deporte. Quizá vuelva a refrescar el antiguo sueño de la primera división de futbol. Pero sin importar cual sea el resultado final, la vida de Bryan es un ejemplo vivo de superación y perseverancia para muchos. Sin lugar a dudas, su padre, podría sentirse orgulloso de haber dejado un legado de excelencia en su hijo.
Nota de la editora: Este artículo periodístico en primera persona es una narración epistolar basada en la entrevista que realizó la autora al joven deportista Calderón.
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